Tu huella, padre, en mi alma quedó,
un mapa estelar que siempre guío.
En cada paso, tu voz escucho,
en cada logro, tu sonrisa veo.
Gracias por ser mi amigo, mi confidente,
por enseñarme a volar y a caer.
Tu amor, un faro en mi travesía,
me llena de fuerza para seguir.
Aunque ya no estés, eres mi esencia,
mi raíz, mi tronco, mi flor.
En cada latido de mi corazón,
tu recuerdo vive con fervor.
En cada brisa que acaricia mi rostro,
siento tu aliento suave y puro.
En cada sueño que me visita,
te encuentro cerca, siempre seguro.
Tu amor, un tesoro que llevo conmigo,
una luz que ilumina mi andar.
Y aunque la vida siga su curso,
tu recuerdo siempre estará.