Si en nuestro corazón albergamos amor, paz, bondad, benignidad, mansedumbre y templanza; siempre hablaremos de cosas para edificar la vida de otros; pero si por el contrario albergamos odio, soberbia, egoísmo, amargura, rencor, envidia, falta de perdón; de nuestra boca saldrán palabras para herir o dañar al prójimo.
En este versiculo nuestro Señor Jesucristo nos exhorta a cuidar las palabras que salen de nuestra boca, con una palabra puedes ofender o herir a alguien; pero también debemos cuidar lo que guardamos en el corazón, porque de eso dependerá cómo será nuestra vida y el tipo de frutos que daremos.
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