Hace unos días mi cuñado me preguntó si quería acompañarlo al basurero de la ciudad, por algún motivo que aún desconocemos el servicio local de recolección de basura dejó de recoger los desechos provenientes del negocio del cual es propietario, supongo que tiene que ver con que el estado quiere más dinero no hay otra explicación, así que aprovechando la vuelta decidió tirar algunas cosas que ya no necesita en su casa, se encuentran haciendo limpieza porque pronto recibirán la casa que acaban de comprar y hay muchas cosas que es mejor no llevar al nuevo domicilio.
Ir al basurero no es una cosa agradable ni visualmente ni con ningún otro sentido, el olor es insoportable y lo que uno puede llegar a ver es desgarrador, por increíble que parezca mi pequeña sobrina quiso acompañarnos, quizás pensó que la experiencia sería muy diferente pero al final la sorpresa que se llevó fue impactante, lo sé por su reacción y en un momento se las contaré.
El lugar se encuentra a unos 10 kilómetros de distancia desde nuestro hogar, para llegar al sitio hay que circular por un camino angosto y muy descuidado, desde ahí la experiencia es algo incómoda, pero no estábamos en este camino por placer sino por la necesidad de deshacernos de los deshechos, al llegar al lugar hay que esperar en la puerta ya que solo permiten la entrada a dos vehículos simultáneamente, también hay un cobro de $70 pesos mexicanos algo así como 3.5 dólares como cuota por permitirnos tirar la basura en el lugar.
Como ya dije el camino no es agradable, incluso hubo un momento en el que casi nos quedábamos atascados entre tanto lodo, pero la vista en verdad era horrible, y al mismo tiempo el sol brillaba en el cielo dando un espectáculo junto con las nubes que lo rodeaban.
Al ver a los perritos buscando alimento entre la basura conmovió a mi sobrina, y que les puedo decir de cuando vio a las personas que se encontraban buscando entre las bolsas algún objeto de valor, plástico, aluminio, metal, celulares viejos, etc, el colmo para ella fue ver que después de buscar entre la basura, algunas personas caminaban a una camioneta en la que al parecer les vendían tortas de algún tipo, obviamente hay que alimentarse pero ni siquiera un poco de agua y jabón les ofrecían para poder lavar sus manos y comer un poco más higiénico, eso fue lo que más la impactó a ella, y a mí también debo decir.
La pose de éste perrito en la cima de la montaña de basura fue algo que me llamó la atención, llevaba mi cámara y seguramente hubiera podido hacer una mejor fotografía pero no la quise sacar de la maleta por varios motivos, en primer lugar a pesar de que el lugar se veía muy húmedo por las lluvias, había un pequeño polvo flotando en el aire que de no ser por el cubrebocas seguramente me hubiera hecho vomitar, no quise que mi cámara se llenara de ello, además justo a un lado de nosotros había una persona que aparentemente era trabajador de gobierno y tenía una pinta muy antipática, como esperando a decir: ¡No puedes hacer ese tipo de fotografía aquí! Y dado que no he investigado las leyes del lugar preferí evitar un conflicto.
Por suerte no tuvimos que bajar de la camioneta y la misma gente que estaba buscando entre la basura se arrimó al auto y comenzó a bajar las bolsas, supongo que se reparten las bolsas según las bajaron porque cada uno de los que se arrimaron se llevaron las bolsas como motín.
¿Ven esa camioneta roja? ahí es donde estaban comiendo, pude haber intentado hacer una segunda fotografía pero como repito, no conozco las reglas que puede haber en el lugar, además de que al ser un lugar en el que nadie desearía estar es probable que las fotografías pudieran parecer denigrantes y eso es algo que no me gustaría hacer, siempre hay que tener ética cuando se hace fotografía de personas, quizás si un día me armo de valor como para solicitar acceso y andar caminando junto a ellos para hacer las fotografías, entonces sí haría las fotografías de las personas trabajando en esa situación.
Dejando de lado la basura el lugar tiene una vista espectacular, el paisaje lleno de nubes es algo que me gusta ver y aunque el verde no es uno de mis colores favoritos, lo cierto es que es el complemento perfecto para darle más vida al paisaje, al final cuando salimos del lugar mi sobrina estuvo pensativa por algunos minutos, supongo que le llegó al corazón ver a estas personas en esa situación, y aunque puede parecer algo cruel haber permitido que viera el lugar, la verdad es que es una niña muy inteligente y entiende que es tanto un problema social como económico, la escasez de recursos, una mala educación como también la suma de malas decisiones puede orillarnos a terminar trabajando ahí, incluso entre tanto olor a podredumbre pude reconocer el olor a marihuana y es probable que no sean lo único que consumen algunos de los que al final, tienen que buscar su sustento en el basurero de la ciudad.