Fuimos almas que se equivocaron al momento de nacer, separados por décadas, casi como un recordatorio de lo imposible o al menos cuestionable de nuestro amor. Tu primera vista de mujer de otros tiempos, llena de tus joyas falsas y tu aire de superioridad, hacía que me desagradaras a la vez que causabas fiel fascinación por tus maneras y tus actos casi viles y crueles. A pesar de tu edad, mostrabas una actitud infantil y hasta cierto punto ridícula. Quizás por eso no tuviste reparo en aceptar ese primer café y dejar florecer las señales que nos acercaban más y más.
La conversación torpe del principio se convirtió poco a poco en largas horas de veladas a la luz de la luna, protegidos por la oscuridad que nos servía de confidente. Quizás era para contarte mis más oscuros secretos, mientras tú susurrabas a mi oído todo lo que te hubiera gustado hacer hace siglos, pero el miedo te paralizaba, por cómo reaccionaría o podría verse afectado tu mundo.
Ahí fue cuando empezamos a explorar las partes prohibidas de nuestro cuerpo y nuestra alma. Donde te vi por primera vez sin la armadura que te habías creado, y vi la niña sensible detrás de esos ojos que el tiempo y la edad comenzaban a nublar con cataratas grises.
Estamos destinados a no ser felices, a ser una estrella fugaz, repetías mientras te acariciabas la punta del pelo con tus dedos y los suspiros se escapaban imperceptibles. Vivamos el momento, seamos felices, era lo único que podía pensar, y por eso puse cada gota de mi esfuerzo y sudor en dar lo mejor de mí, en que conocieras mi mejor versión. Ahí estaba yo de nuevo contándote lo mejor de mi repertorio de chistes malos, tarareando las canciones de tu época.
Ha pasado un tiempo, ahora mi vista es la nublada y sí, he sido feliz, feliz sin ti aunque lo creía imposible, pero no más feliz que cuando estábamos juntos. Quizás dos tipos de felicidad distinta, cada una valiosa a su forma. Ella llevará tu nombre dentro de poco, y me gusta pensar que estarías orgullosa de todo lo logrado y sacrificado. Decido escribirte aunque sé que no lo leerás porque quizás esta sea la única forma de imaginar si fuiste feliz junto a mí como yo a tu lado.
We were souls that were mistaken at the moment of our birth, separated for decades, almost as a reminder of how impossible or at least questionable our love was. Your first glimpse of a woman from another time, full of your fake jewelry and your air of superiority, made me dislike you while at the same time you caused faithful fascination with your manners and your almost vile and cruel acts. In spite of your age, you showed a childish and to some extent ridiculous attitude. Perhaps that is why you had no qualms about accepting that first coffee and letting the signs that brought us closer and closer blossom.
The awkward conversation of the beginning gradually turned into long hours of moonlit evenings, protected by the darkness that served as our confidant. Perhaps it was to tell you my darkest secrets, while you whispered in my ear everything you would have liked to do centuries ago, but fear paralyzed you, for how your world would react or be affected.
That's when we began to explore the forbidden parts of our body and soul. Where I saw you for the first time without the armor you had created for yourself, and saw the sensitive child behind those eyes that time and age were beginning to cloud with gray cataracts.
We are destined not to be happy, to be a shooting star, you repeated as you stroked the tips of your hair with your fingers and sighs escaped imperceptibly. Let's live the moment, let's be happy, was the only thing I could think, and that's why I put every drop of my effort and sweat in giving the best of me, in letting you know the best version of me. There I was again telling you the best of my repertoire of bad jokes, humming the songs of your time.
Some time has passed, now my sight is the cloudy one and yes, I have been happy, happy without you even though I thought it was impossible, but not happier than when we were together. Perhaps two different kinds of happiness, each valuable in its own way. She will soon bear your name, and I like to think that you would be proud of all that you have achieved and sacrificed. I decide to write to you even though I know you won't read it because maybe this is the only way to imagine if you were as happy with me as I was with you.
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