Tengo una rutina nocturna, a las 10 de la noche me tengo que desconectar del mundo, de todo lo que sea problema, mañana siempre será otro día para lidiar con eso. Como la simpleza de ir al interruptor, cerca de la cama, "clic" apagar la luz. Cosa para lo que no necesito siquiera moverme del puesto, ya que mucho antes, me hicieron el favor, como casi nunca hay corriente. Esta rutina de apagarme, a las 10 de la noche, la tuve que hacer un hábito, prácticamente obligatoria, por mi propio bienestar de salud deteriorado por el estrés, la ansiedad.
Vamos tan a millón, que uno, desde que se levanta en la mañana, es directo a comerse el mundo, sin tregua o descanso. La vida del isleño, se ha vuelto prácticamente matemáticas: puedes ser médico, ingeniero, campesino, albañil, revendedor de divisas; en fin, el cerebro se pasa el día entero sacando cuentas. Tratando de llegar a la fórmula infalible, de que el salario, la búsqueda por la izquierda, o el negocio apriete el culo para llegar a fin de mes.
Anoche violé mi rutina, a veces uno se complica, eran más o menos, alrededor de las 9:30 pm, en ese proceso de desconexión, ultimando detalles. Mientras esperaba la alarma de mi teléfono que siempre rajando las 10 pm, me anuncia que es hora de tomarme el medicamento. Me llega un enlace por WhatsApp. A mi hermano se le ocurre mandarme un enlace de YouTube. Algo me decía: "mañana lo reviso", pero eso no está en uno.
Dicho enlace me llevó a un video de temática humorística, al menos es de lo que tenía pinta cuando reconocí al comediante "La llave". Popular personaje que desapareció, o desaparecieron, de la televisión nacional, como toda la sátira que ventila la realidad cubana en el vidrio (la TV), y que claramente molesta al gobierno identificado con su mala gestión en cada chiste. Nadie me dejará mentir, ¿desde cuándo no hay un programa humorístico, que valga la pena en la televisión cubana? Me basta.
Desde los inicios de la historia de este país, el humor nos ha caracterizado, como esa herramienta ante la frustración, o el mecanismo de defensa ante la triste realidad en que, por décadas, se ha vivido en una isla sin futuro, como esta. El humor lo aguanta todo, la sátira política que en su tiempo fue conveniente mientras le tiraba a los tiranos, hasta que se les viró la tortilla. El chiste que se sabe todo el mundo, pero nada más cierto, que es el espejo de una sociedad que va de lo extremo, hasta lo ridículo. La verdad es que nunca entenderé si reírnos de nuestros problemas, es una fortaleza o una debilidad; sin embargo, cada día quedan menos personajes de estos caricaturescos, que nos hacen más tolerable el trago amargo de cada día.
Luego de ver completamente el monólogo de "La llave", o mejor dicho, del artista que hace ese personaje que todos conocemos, por el programa también olvidado en el tiempo, "Deja que yo te cuente". Por sus características de "inspector controlador" hacia sus subordinados, y también la otra cara de la moneda de "lamebotas de sus superiores", nada más parecido a la realidad. El artista nos revive a su estilo peculiar, la agonía de ese impacto al que a diario nos enfrentamos, con el precio de la comida en estos últimos años post covid.
Principalmente en estos tiempos en que cada vez son más elevados subiendo como la espuma, así como los artículos de primera necesidad. Como todos estos artistas de la sátira, inteligentemente llegan, pero nunca se pasan, hacer este tipo de contenido en un país, donde no existe la "libertad de expresión", es aplaudible y valiente al mismo tiempo. No solo es hacer reír, es crear un entorno familiar con esa persona que te escucha el chiste, y se siente identificado con cada situación, entre comillas "cómica", aunque de cómica no tenga nada.
Cuando terminé con "La llave", de tanto reír a carcajadas, me había olvidado de la alarma de las 10 pm, la de mi mitad de clordiazepóxido para la ansiedad, que viene en el horario nocturno, acompañado con el cuartico de amitriptilina para el insomnio. Pero no sé de qué forma, como el cuerpo me pidió un poco más, y me da por reaccionar al contenido en este canal de YouTube.
Le iba a escribir a mi hermano: " coño, me desgraciaste la noche, asere", pero seguro, ya estaba durmiendo y no tenía deseos de que me regañara, ya que él es mi segunda alarma para cuando la de las 10 pm no funciona. Terminé encontrándome con tres monólogos más, cada uno diferente en su estilo de puesta en escena. Es increíble, todo lo que ha pasado de tiempo, algo que, como decimos a cada rato, "no pasa por gusto", estos artistas han envejecido un poco.
Como ya no los vemos por la televisión, obviamente por sus chistes que no les gustan a los que hacen el filtro, de lo que es calificado o no, como acertado para poner en televisión nacional. Pues uno los mira ahora y se siente como que un poco perdido, el tiempo ha pasado a miles de kilómetros por horas, sin darnos cuenta. Me gustó mucho el monólogo de Doimeadios, un artista que no solo es un talento haciendo humor, sino un maestro de las tablas.
No es lo mismo un actor que hace humor, que un humorista que es actor. Es el caso de este comediante que, en su presentación, de la manera más ocurrente posible, logró dejarme la satisfacción de que alguien con "cojones", tuvo el valor de, mediante la comedia, aparecer delante de un público frenético, a cámaras, para llamarnos a todos "unos payasos".
Nada más real, vivimos "en un circo", quizás sin carpa, demás características, pero esta jodedera que se vive es un circo. Desde el inocente estudiante, que tiene que virar para atrás desde la parada, porque no hay guagua para ir a la escuela, el enfermo que lo tiene que llevar todo, para que el médico le salve la vida en el hospital, y así una cadena interminable hasta el último eslabón en la cima, los payasos de las "barrigas llenas". El cubano ha pasado por mucho, todos los días es una prueba diferente, no sé si merezcamos el cielo, pero de lo que sí estoy seguro, es que "el infierno" ya lo estamos viviendo.
Y para el final, como cierre con broche de oro, llega Rigoberto Ferrera, quien fue por un tiempo lo mejor que ha pasado por la cara de los Lucas. Un comediante que parece un loco, o un loco que parece comediante; lo cierto es que este peculiar artista de la risa, ni siquiera necesita abrir la boca, para hacerte reír. Cuando te encuentras con un monólogo de Rigo, cualquier cosa puede suceder. Te vela como la leche de vaca que vas hirviendo, y que crees que estás observando, pero es ella quien te observa para en el primer descuido, "upss se votó un poco".
En resumidas cuentas, fue un maratón de cuatro monólogos y medio, muy buenos. El cuarto no me dió tanta gracia, pero los vi finalmente. Un amigo me preguntó la misma interrogante que le puede surgir a cualquiera: ¿No sé cómo, esa gente no se acaba de ir de Cuba? Y la respuesta es bastante sencilla: esa gente no se va del país, porque son más cubanos que el arroz congris, que la yuca con chicharrones. Pudiendo viajar no dejarían su tierra, además, como viven de hacerle "sátira a los problemas del cubano", no necesitan siquiera irse, aquí "viven del cuento", allá... ¿a qué?¿lavar platos? Acá les dejo los enlaces de los videos, para sí quieren largar "la gandinga" esmorecidos de la risa, aunque la cosa esté, como para echarse a llorar.
Las imágenes utilizadas en el post fueron dadas las fuentes. Gracias por el apoyo al contenido hispanohablante. ¡Happy Power UP Day!
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Excelente post mi amigo, es difícil la situación de nuestros representantes de la tv cubana por lo que están pasando pero más doloroso aún es que viven como cada cubano
Que tal hermano, me alegra muchísimo que encuentres este post, se que todos los cubanos nos vemos reflejados, pero como dicen: lo que no nos mata ( aún) nos hace más fuertes. Bendiciones para todos 🙏🏻.
Yo tambien vi los monólogos, menos el de la Llave, ese me faltó. Si no nos reimos de los problemas que nos queda? Hay que mantener esa capacidad de reir al menos, seguro despues de las carcajadas dormiste mejor.
Saludos!
¿Que si dormí mejor ? Cómo anestesia amiga, al menos ellos, alguien, hacen bien su trabajo para variar. Muchas gracias por leer, bendiciones para la familia, y a reír que no hay más nada.
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