¿Y tú, que es lo que quieres ser?

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¿Qué quieres ser cuándo seas grande?

No recuerdo que alguién me hubiera hecho esa pregunta, mucho menos recuedo si respondí. Pero la verdad, si me preguntarán ahora que hubiese querido ser cuando fuese grande, aún estaría en la incógnita.

Talvéz hubiese querido ser perfecto para empezar. ¿Perfecto? Sí, pues generalmente, hay una lucha en mi contra cuando cometo errores, errores pequeños, pero que con lo traicioneros que son los pensamientos, se vuelven cargas pesadas.

Me hubiese gustado ser perfecto para no causarle daño a nadie, me hubiese gustado ser perfecto para corresponder de manera correcta con aquellos que alguna vez extendieron su mano, pero no mostré suficiente gratitud, o la necesaria para no pensar que no hice lo suficiente para agradecerles.

Me hubiese encantado ser perfecto para hacer todo lo necesario para que mi familia fuese más unidad, y que nada la hubiese separado.

Me hubiese gustado ser perfecto para no arrepentirme de no decir algo que otra persona dijo en el momento acertado, pero que yo estaba pensando.

Me hubiese fantástico ser perfecto para poder decir palabras de ánimo y aliento, en vez de a veces decir cosas hirientes, y en muchas veces, sin querer y luego querer cambiar mis palabras, pero siempre ya era tarde.

Ser perfecto, ese hubiese sido mi mayor deseo. Creo que me hubiese ahorrado algunas situaciones de las que nadie escapa, pero que son esas mismas las que nos hace más seres humanos, y que nos hace entender situaciones en las que no entendiriamos, en caso de que fuerámos perfectos.

Pero hasta ahora... Ser tan imperfecto, me ha ayudado a tener más calma con los demás, a entender que algunas cosas no funcionan como yo quiero, que no podré tener las cosas que tanto anhelo, pero que si puedo disfrutar de las que cosas que hoy me hacen sentir tan afortunado.

Ser imperfecto... Me ha ayudado a no creer que puedo ser perfecto, y que no se puede andar en el mundo deseando que todos lo sean, pues de lo contrario, simplmente sería un engreído, como ya muchos han alcanzado ese objetivo.

Ser imperefecto me ha ayudado a ser paciente conmigo mismo, a saber que no soy un fracaso cuando no sepa algo. Qué será normal dañar algo, será normal cuándo no logre una meta, a enteder que después de un par de suspiros, solo toca seguir adelante.

Ser imperfecto en verdad, me ha ayudado a no querer ser perfecto. Por lo contrario, reconocer lo errores, que fallamos, nos ayuda a ser humildes, nos ayuda a amar en realidad, a no mirar por encima de los hombros a los demás, suponiendo que nuestras virtudes o habilidades de un modo u otro nos hacen mejor, que ellos nos hacen ser perfectos.

Ser imperfectos, es lo que todos deberíamos desear desde pequeños.

Que nos enseñen a pedir perdón, pues todos somos eso culpables de algo en algún sentido. Que nos enseñen a amar profundamente, incondicionalmente, apasionadamente, sabiendo que como todo es imperfecto, algunas cosas no durarán para siempre entre nuestras manos.

Al final, ser tan imperfecto, no habría sido lo mejor que hubiera deseado de pequeño, pero entender que es así, me ha ayudado a lidiar con todos los temores, con todas las cosas que se ponen enfrenten...

He llegado a saber que no siempre tendré la razón, que no siempre las cosas saldrán como quiero, que habrán dias que apenas sonrieré, que habrán días en los que no quiera dejar de sonreir, que habrán instantes en lo que no saldré ganando, pero que no siempre saldré perdiendo.

Reconocer esa realidad, me ayuda a entender que mientras continúe, seguirá habiendo errores, seguirá habiendo obstáculos, pero que también, siempre hay oportunidad para evitar, para mejorar, y todo eso, porque somos imperfectos, que a veces no podremos con todo, pero aún así, siempre habrá una salida.