“Enfermo está el mundo, donde tener y ser significan lo mismo.”
Eduardo Galeano
¡Hola, Hive!
¿Alguna vez les ha sucedido que por más rabia y frustración que sientan en un momento de injusticia social, igual tienen la sensación de que no pueden hacer nada?... Esto probablemente sea una pregunta retórica, porque todos, sin temor a equivocarme, lo hemos sentido y pasado al menos una vez en la vida… o en el año… o en el mes.
A mí también me ha sucedido eso, por supuesto, y esa es la razón de mi post de hoy: hacer catarsis y dar mi punto de vista sobre este tema que a todos nos afecta.
Desde hace un tiempo estaba pensando en qué podía escribir para hacer un nuevo post en esta comunidad que tanto me gusta, pero me di cuenta de que tenía un buen tema frente a mis ojos.
Actualmente, tengo 17 años, y mi mamá siempre me ha dicho que soy analítica, quizá esa sea la razón de que desde los diez u once me doy cuenta del clasismo en la sociedad.
Nací y crecí en Venezuela y, aunque me encanta ser venezolana, desde hace un tiempo ya me he dado cuenta de que en este país reina furtivamente el señor clasismo.
Supongo que todos deben de conocer el significado de esta palabra, pero igualmente la definiré con las mías propias:
*Clasismo: es una forma de discriminación. Esta actitud es adoptada por una persona o grupo de personas que, por ser de una clase social más alta, por tener mejor nivel económico y/o por presumir de sus privilegios, discriminan a otros por ser de una clase social inferior.
¿Por qué nos une y nos desune?
Fácil, porque solo hay dos maneras de vivir el clasismo: eres quien discrimina o eres el discriminado. Y nos desune porque bueno… al fin y al cabo es discriminación.
Cuando somos niños vivimos queriendo crecer, pero al hacerlo, más bien quisiéramos ser niños otra vez. Así me pasa algunas veces a mí frente a algunas circunstancias desagradables. Mi familia siempre ha sido de clase media-baja. No me avergüenzo de ello porque bastante que mis papás se han esforzado trabajando sin hacerle mal a nadie para poder sacarnos adelante, pero cuando crecí me di cuenta de la particularidad de que por ser de esa “clase”, éramos (somos) objetivo de discriminación.
Muchas veces me tocaba ir a lugares en los que me sentía incómoda porque me ignoraban o me trataban mal; a medida que crecía notaba en silencio el trato hacia las distintas clases sociales, y pronto aprendí una frase malvada, pero verdadera: los ricos con los ricos, los pobres con los pobres.
Pero también me di cuenta de algo más: vivimos en una burbuja inmensa que nos ciega, y no nos deja ver hasta que nos detenemos y nos forzamos a hacerlo, del fuerte clasismo que vivimos día a día, escondido entre las miradas despectivas, las palabras, frases y actos discriminatorios.
Creo que ese es un problema que nos acarrea a todos aquí en Venezuela, el bendito clasismo escondido, pero presente. Las personas no siempre se dan cuenta de que son clasistas, pero es la definición para muchos de sus (nuestros) actos.
No podría hacer este post contando una anécdota en específico, porque si no nunca acabaría. He sido objetivo de malos tratos, de ofensas, de incomodidad por no sentirme perteneciente a un mismo grupo de personas, entre otras cosas que pueden parecer insignificantes, pero para quienes lo vivimos es algo que afecta mucho a nivel emocional, y más a mí, que soy una persona bastante sensible.
En esos momentos los sentimientos que dominan son la rabia, frustración y tristeza. ¿Por qué alguien por solo tener más dinero que puede hacerme sentir mal por eso? Algunas veces incluso la discriminación no es con ese argumento, sino por otra cosa, pero en el fondo sé que esa es la razón principal; no hace falta decirlo, uno lo percibe.
Subliminalmente, nos han enseñado (en casa, en TV, en las escuelas, en todos lados) que el dinero es poder y, a su vez, el poder permite aplastar a los demás como si de hormigas se tratara. Es un patrón que venimos desarrollando desde hace siglos, porque era lo mismo que pasaba con los terratenientes, reyes, papas y los esclavos, trabajadores, etc. Que, de paso, me parece delirante la situación de la sociedad: la minoría (ricos) discrimina y oprime a la mayoría (pobres). Siempre ha sido así.
¡Pero!... Ya para este punto me parece importante aclarar que el clasismo es recíproco, porque los discriminados también discriminamos… y me declaro culpable. Quizá sea una cosa de la rabia que se desarrolla por el clasismo hacia uno, pero me ha pasado que juzgo y pienso despectivamente sobre los ricos, aunque sin llegar al punto de demostrarlo. Y sé que está mal.
Justo eso me lleva a…
Entonces, ¿ante un panorama tan oscuro respecto al clasismo, qué se hace?
Antes llegaba a creer que era cuestión de esforzarse y lograr nuestras metas para demostrarles a esas personas que no importa clase social alguna, ni nivel económico, eso no determina quienes somos; pero no, a esas personas no hay que demostrarles nada. Sí, hay que esforzarse y cumplir nuestras metas, pero por nosotros, no por demostrar nada a nadie.
También pensaba que ellos eran pobres en pensamientos y eso es lo que nos diferenciaba, que yo puedo ser pobre en cuanto a lo material, pero rica en mente; pero no, discriminar sí nos hace ver pobres en mente, pero ni siquiera el pensamiento nos hace más o menos que nadie. Nada lo hace.
Este post, en vez de llevar el nombre que le puse, debería llamarse: “Dorianna contra la sociedad”, porque es mi segundo post en esta comunidad y también el segundo en el que en algunas ocasiones le echaré la culpa a la sociedad; pero bueno, es verdad, hemos creado patrones estúpidos (porque no hay otra palabra) que debemos cumplir y que, de paso, nos presionan y llevan al borde de la depresión y la ansiedad.
La sociedad (como dije en otro post y algo bien trillado) no somos más que nosotros. El dinero y el poder no es más que una ilusión, una idea a la que le damos demasiado poder. No podemos tratar mal a nadie por ninguna razón, mucho menos por lo que tenemos o no tenemos.
El clasismo está mal en todas sus formas.
Ahora me siento mal por haber hecho lo que no me gusta que me hagan, pero trato de evolucionar cada día. Juzgar a los ricos también está mal y no hay argumento que lo justifique, nadie decide la vida que le toca vivir.
Y en cuanto a la rabia que da la discriminación, pues pienso que claro, no siempre nos podemos dejar oprimir, pero en algunas ocasiones es mejor parar por un momento, respirar y pensar en positivo, porque no somos poder, ni dinero, ni clases sociales; somos mucho más que cosas triviales y sin fondo. Solo queda esperar que esas personas que se creen más en algún momento reflexionen acerca de sus actos, porque al final, todos cometemos errores y seremos juzgados con la misma vara.
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