La salud mental es parte integral e íntegra de la salud humana, es la esencia que determina el ser. En su Constitución, la OMS (Levav, 1992), define la salud mental como un estado de completo bienestar físico, mental y social Actualmente, hay evidencias empíricas que demuestran cómo las alteraciones del sueño tienen implicaciones en la salud mental, influyendo en trastornos tanto alimentarios como de personalidad. De hecho, el Instituto Nacional de Salud Mental de los EE. UU. calcula que entre el 50 y 80 por ciento de las personas con enfermedades psiquiátricas como la depresión presentan problemas crónicos del sueño. Un descanso de calidad depende de 3 factores: Continuidad del sueño: el rato que dormimos ininterrumpidamente.
Profundidad del sueño: fase del sueño donde las ondas cerebrales son más amplias y el ritmo respiratorio es más lento. Fase REM: fase donde el cerebro está más activo y tienen lugar los sueños. Un estudio publicado a la revista Psychological Bulletin ha mostrado que la falta de descanso continuo y profundo puede estar relacionado con la aparición de trastornos mentales como la ansiedad, el autismo o la depresión
Ahora bien, El ritmo circadiano de sueño-vigilia está relacionado con la luz e implica dormir por la noche y estar despierto durante el día. Este ciclo está determinado y regulado por moléculas específicas de interacción intercelular (relojes biológicos)(Image not shown due to low ratings)
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