Un relato tierno por tratarse de una de las mascotas favoritas del ser humano; nostálgico por la ceguera con que nació el gato; conmovedor por la ayuda que la niña le presta al gatito ciego; un relato que no maneja un conflicto literario intenso y atrapante, pero se convierte en una bonita reflexión.
You are viewing a single comment's thread from:
Pues sí, ya respirar es un conflicto