Nunca estará de más volver a la figura del gran escultor Auguste Rodin. Hace unos días, a propósito de la fecha de su nacimiento, publiqué un ejercicio poético, que pueden leer por este enlace, y decía allí que quedaba pendiente un post acerca de la relación de Rodin y el poeta checo Rilke. Ahora, en la fecha de muerte del maestro escultor –17 de noviembre de 1917–, intentaré responder someramente a ese compromiso.
Hay algunas relaciones de poderosa significación y trascendencia entre artistas, de diferente pertenencia en cuanto al arte, a lo largo del siglo XX. Tal vez una de las más destacables es la que se dio entre el escultor francés Rodin y uno de los más importantes poetas de ese siglo, Rainer Maria Rilke (Sobre él he publicado aquí varios posts, entre ellos: 1, 2, 3, 4). Resumamos cómo se originó esa relación y qué significación tiene.
Todo comienza por el encuentro que tiene lugar en la colonia de artistas de Worpswede (Alemania) entre Rilke y la escultora alemana Clara Westhoff en 1900, con quien se casaría un año después y tendría una hija, la única, pero no haría vida de pareja, sino que conservaría como una gran amiga. Clara había sido discípula de Rodin, y era considerado por ella como su maestro. De allí ese primer atisbo de la atención de Rilke, aunque ya tenía referencias del escultor por sus estudios de arte.
Posteriormente, en 1902, el profesor Richard Müther, de la Universidad de Breslau, le encarga escribir una monografía sobre Auguste Rodin, ofrecimiento que Rilke aceptó inmediatamente. Luego de presentarse epistolarmente ante Rodin y solicitarle su permiso, se trasladó a París en septiembre de ese año y llegó al taller del escultor, comenzando así una relación que se extendió por años. Cabe anotar que para esa fecha Rodin tenía 62 años y Rilke 27. El poeta terminó su estudio en diciembre de 1902, el que fuera publicado en marzo de 1903. No obstante, Rilke continuó en París en contacto permanente con el escultor y su obra.
Acerca de ese contacto expresa Rilke en una de sus cartas a Rodin:
No fue sólo para escribir un estudio que vine hacia usted. Llegué para preguntarle: ¿Cómo se debe vivir? Y usted respondió: trabajando. Lo comprendo. Bien comprendo que trabajar es vivir sin morir.
Esta será la primera gran enseñanza que obtendrá Rilke de Rodin: el arte como producto del trabajo, que debe ser denodado y paciente, tal como se recoge en estas líneas de lo dicho por el escultor al poeta:
Es menester trabajar, nada más que trabajar. Y hay que tener paciencia. No hay que pensar en realizar esto o aquello; basta buscarse hasta construirse un medio de expresión propio, personal. Y entonces, de inmediato, decir todo, todo. Es necesario trabajar, tener paciencia.
Esta actitud ante el quehacer artístico implica una visión de la relación entre este y las cosas que son su objeto. Rodin se plantea una imparcialidad en la representación de la realidad propia de ese objeto. Hablaba del "modelado", que vendría a ser una búsqueda de esa suerte de modelo que cada objeto contiene y que lo define. Por eso su rigor en la observación de las cosas y su manifestación posterior en la hechura.
Con este aprendizaje, Rilke reafirmará atisbos que ya estaban en su poesía, como es la convicción de que todo tiene cabida en el arte. Así lo entenderá Rilke y le expresará a Clara en una de sus cartas:
(...) para Rodin la belleza está en todas partes para quien la comprende y la desea; nace de las cosas, de la vida de las cosas, al mirar una piedra, el torso de una mujer (...)
Tal opinión se corresponde con la idea de que "lo ínfimo o lo inmenso participan de la misma inconmensurable grandeza, aquélla que puebla el mundo con sus formas infinitas", según infiere y razona Rilke acerca de la posición de Rodin. Pensamiento que se acendrará en Rilke para enaltecer la belleza de las cosas más pequeñas y sencillas.
Tenemos pues, expuesto aquí sucintamente, quizás las más importantes enseñanzas que percibirá Rilke, para su arte poética presente y posterior, del gran maestro que fue Auguste Rodin para él.
Referencias | References:
https://es.wikipedia.org/wiki/Auguste_Rodin
Pastor Hurtado, Óscar (2007). La influencia de Rodin en la obra de Rilke. Ver: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2538886
https://cartasdeamoryotrosafectos.blogspot.com/2016/08/rilke-cartas-rodin.html
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Auguste Rodin and Rainer Maria Rilke, or the teachings of the master
It will never be amiss to return to the figure of the great sculptor Auguste Rodin. A few days ago, on the occasion of the date of his birth, I published a poetic exercise, which you can read at this link, and I said there that a post about the relationship between Rodin and the Czech poet Rilke was pending. Now, on the date of the death of the master sculptor – November 17, 1917 – I will try to briefly respond to that commitment.
There are some relationships of powerful significance and transcendence between artists, of different affiliation in terms of art, throughout the 20th century. Perhaps one of the most notable is the one between the French sculptor Rodin and one of the most important poets of that century, Rainer Maria Rilke (I have published several posts about him here, including: 1, 2, 3, 4). Let us summarise how this relationship originated and what significance it has.
It all begins with the meeting that takes place in the artists' colony of Worpswede (Germany) between Rilke and the German sculptor Clara Westhoff in 1900, whom he would marry a year later and have a daughter, the only one, but whom he would not live with as a couple, but would keep as a great friend. Clara had been a disciple of Rodin, and he was considered by her as her teacher. From there, that first glimpse of Rilke's attention came to him, although he already had references of the sculptor from his art studies.
Later, in 1902, Professor Richard Müther, from the University of Breslau, asked him to write a monograph on Auguste Rodin, an offer that Rilke immediately accepted. After writing to Rodin and asking for his permission, he moved to Paris in September of that year and arrived at the sculptor's studio, thus beginning a relationship that lasted for years. It should be noted that at that time Rodin was 62 years old and Rilke 27.Rilke finished his study in December 1902, which was published in March 1903. Nevertheless, Rilke continued in Paris in permanent contact with the sculptor and his work.
About this contact, Rilke expresses in one of his letters to Rodin:
It was not only to write a study that I came to you. I came to ask you: How should one live? And you answered: by working. I understand. I understand well that working is living without dying.
This will be the first great lesson that Rilke will learn from Rodin: art as a product of work, which must be painstaking and patient, as reflected in these lines of what the sculptor said to the poet:
It is necessary to work, nothing more than to work. And you have to be patient. You don't have to think about doing this or that; you just have to search until you have built your own, personal means of expression. And then, immediately, say everything, everything. You have to work, be patient.
This attitude towards artistic work implies a vision of the relationship between it and the things that are its object. Rodin proposes impartiality in the representation of the reality of that object. He spoke of "modeling," which would be a search for that kind of model that each object contains and that defines it. That is why he is rigorous in observing things and their later manifestation in the making.
With this learning, Rilke will reaffirm glimpses that were already in his poetry, such as the conviction that everything has a place in art. This is how Rilke will understand it and express it to Clara in one of his letters:
(...) for Rodin beauty is everywhere for those who understand and desire it; it is born from things, from the life of things, when looking at a stone, the torso of a woman (...)
Such an opinion corresponds to the idea that "the tiny or the immense participate in the same immeasurable greatness, that which populates the world with its infinite forms", as Rilke infers and reasons about Rodin's position. A thought that will be refined in Rilke to exalt the beauty of the smallest and simplest things.
We have here, then, succinctly presented, perhaps the most important lessons that Rilke would perceive, for his present and later poetic art, from the great teacher that Auguste Rodin was for him.
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Excelente texto sobre dos de los grandes artistas del siglo XX y la influencia de Rodin en su joven discípulo poeta.
Gracias por tu lectura y valoración. Saludos, @beaescribe.