Considerado el más importante poeta del romanticismo francés y precursor de la poesía moderna, Gérard de Nerval, está cumpliendo 170 años de su muerte –26 de enero de 1855—, que fue por suicidio. Fue autor de libros fundamentales en la poética romántica: Las Quimeras (1854) y Aurelia o El sueño y la vida (1855), aparte de cuentos, textos dramáticos y de viajes. Como dijo el poeta mexicano Xavier Villaurutia, en su magnífico prólogo a la edición en castellano de Aurelia: “Gérard de Nerval es un poeta de influencia misteriosa y secreta, de posteridad mediata”, como efectivamente lo fue. Hace unos años me referí a su vida y obra en un post, que pueden ver en este enlace.
Nerval sufrió diversas crisis psicológicas, que ocasionaran que fuera internado varias veces. Aurelia, que fue su último libro, es una obra en una prosa intensa —un relato, podría decirse—, escrita en una etapa ya final, en la cual, hablando de la mujer que fuera su amor ideal, entra en el mundo de los sueños y nos presenta una visión (visionario, le llamó C. G. Jung) de la complejidad psíquica de ese mundo. Los entendidos (no es mi caso) señalan que Nerval se adelantaba a lo que el psicoanálisis y el moderno estudio de los sueños registró más tarde en sus investigaciones.
Como apuntan los estudiosos del romanticismo (el histórico, no el coloquial), y Villaurrutia lo era: “(…) gracias al instrumento mágico del lenguaje, lo irreal y lo real, lo visible y lo invisible, lo conocido y lo desconocido, la vigilia y el sueño se cruzan y entrecruzan, se funden y confunden, las relaciones entre estos mundos llamados opuestos se han hecho más profunda y angustiosamente lúcidas que nunca antes en la poesía moderna”.
Aquí me limitaré a reproducir algunos fragmentos de Aurelia, en la traducción hecha por Agustín Lazo (como verán en Referencias), que acompañaré con un comentario breve final.
El sueño es una segunda vida. No he podido penetrar sin estremecerme en esas puertas de marfil o de cuerno que nos separan del mundo invisible. Los primeros instantes de sueño son la imagen de la muerte; un entorpecimiento nebuloso se apodera de nuestro pensamiento y no podemos determinar el instante preciso en que el yo, bajo otra forma, continúa la obra de la existencia. Es un subterráneo vago que se ilumina poco a poco, donde se desprenden de la sombra y la noche las pálidas figuras gravemente inmóviles que habitan la mansión de los limbos. Luego, el cuadro se forma, una claridad nueva ilumina y pone en juego esas apariciones extravagantes; el mundo de los espíritus se abre para nosotros.
Me perdí varias veces en los largos corredores y, al atravesar una de las galerías centrales, fui sorprendido por un extraño espectáculo. Un ser de una estatura desmesurada —hombre o mujer, no sé— revoloteaba penosamente arriba del espacio y parecía debatirse entre nubes espesas. Falto de aliento y de fuerza, cayó en medio del patio oscuro, desgarrando y ajando sus alas a lo largo de los tejados y balaustradas. Pude contemplarlo un instante. Estaba coloreado por tintes rojizos, y sus alas brillaban con mil reflejos cambiantes. Vestido con un traje largo de pliegues antiguos, parecía el ángel de la Melancolía, de Albrecht Dürer. No pude contenerme y lancé gritos de terror, que me despertaron sobresaltado.
Por uno de esos fenómenos que todo el mundo ha podido sentir en ciertos sueños, esa visión celeste no me aislaba de lo que sucedía en torno mío. Acostado sobre el lecho de campaña, oía que los soldados hablaban de un desconocido, detenido como yo y cuya voz había resonado en la sala. Por un singular efecto de vibración, me parecía que esa voz resonaba en mi pecho, y que mi alma se desdoblaba, por decirlo así, distintamente dividida entre la visión y la realidad. Por un instante, tuve la idea de volverme, haciendo un esfuerzo, hacia la persona de quien se hablaba, luego me estremecí recordando una tradición muy conocida en Alemania, que dice que cada
hombre tiene un doble, y que cuando él lo ve, la muerte está cercana. Cerré los ojos y entré en un estado de espíritu confuso en el que las figuras fantásticas o reales que me rodeaban se rompían en mil apariencias fugitivas.
(...)
Una idea terrible vino a mi mente. —El hombre es doble —me dije.
(…) Hay en todo hombre un espectador y un actor, quien habla y quien responde. (…)
—¿Soy el bueno? ¿Soy el malo? Me preguntaba. En cualquier caso, el otro me es hostil…
—¿Cómo he podido existir tanto tiempo —me decía— fuera de la naturaleza y sin identificarme con ella? Todo vive, todo obra, todo corresponde; los rayos magnéticos, emanados de mí mismo o de los demás, atraviesan sin obstáculo la cadena infinita de las cosas creadas; es una red transparente que cubre el mundo y cuyos hilos desligados se comunican de vecino a vecino hasta los planetas y las estrellas. ¡Cautivo en este instante sobre la tierra, converso con el coro de los astros que toman parte en mis dichas y dolores!
Es así como me di valor para una audaz tentativa. Resolví fijar el sueño y descubrir su secreto.
(…)
A partir de aquel momento, me dediqué a buscar el sentido de mis sueños y esa inquietud influyó sobre mis reflexiones en estado de vigilia. Creí comprender que entre el mundo externo y el mundo interno existía un lazo, que únicamente la falta de atención y el desorden del espíritu falseaban las relaciones aparentes y que así podía explicarse la extravagancia de ciertas escenas parecidas a esos reflejos gesticulantes de objetos reales que se agitan en el agua turbada.
La experiencia de lo irracional confrontada por Nerval lo condujo en un viaje a las profundidades de la psique, es decir, del alma, en las que identificó su “daimon” (dirían los antiguos griegos), su otro en el ambiguo y espectral mundo onírico. Allí se revelaron claves de su vida, de su comprensión de esta, como aquello de que “¡nada es indiferente!”. Con frecuencia, enfrentar esas verdades puede ser trágico, como lo terminó siendo su destino.
Referencias:
Nerval, Gérard de (2010). Aurelia o El sueño y la vida. (Prólogo de Xavier Villaurrutia y traducción de Agustín Lazo). México: Biblioteca Era.
https://es.wikipedia.org/wiki/G%C3%A9rard_de_Nerval
https://ww3.lectulandia.com/book/aurelia-o-el-sueno-y-la-vida/#book
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