Mi actitud ante la vida es la de entrelazar el legado de la humanidad, desde que el hombre existe como tal, y el presente, incluso inmediato. Para algunos, la consideración del pasado no debe existir. Soy de los que opina que solo un conocimiento, o al menos información, de este, puede orientarnos en el presente. Si no, veamos cómo se propagan visiones y grupos pronazis, neofascistas, supremacistas, en Europa y EUA, por ejemplo. Ni hablar de los gobiernos donde se cultiva el totalitarismo y autoritarismo con careta democrática (v.g. Venezuela), como si no hubiese pasado nada al respecto en la historia del siglo XX.
Observaba la fecha de nacimiento del político y escritor argentino José Hernández: 10 de noviembre de 1834, es decir, a 190 años, y me preguntaba cuántos habrán leído su épico poema popular Martín Fierro (1872), o, por lo menos, haber tenido información de él, obra capital en la interpretación de la idiosincrasia argentina, así considerada por Jorge Luis Borges, como lo sería para la venezolana, mucho más tarde, por ejemplo, Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos.
En mis tiempos de educación secundaria (en Venezuela), una lectura fragmentaria del Martín Fierro formaba parte del programa. Por supuesto, todo eso se perdió con una visión dizque renovadista de los programas de Castellano y Literatura (como se lo llamaba oficialmente). De eso no sé qué queda; según lo que he podido saber de ciertos exalumnos, es la "nulidad".
Yo lo abordaba infaltablemente en mis clases de Literatura Hispanoamericana en la universidad, en el ítem referido, ya que es, al parecer, la primera obra literaria que se dedica a conocer y resaltar la vida, con todas sus penurias —y también alegrías— de un personaje latinoamericano necesitado (apartando lo hecho por José Joaquín Fernández de Lizardi en El Periquillo sarniento).
Y esto viene a propósito de mi preocupación acerca de si los estudiantes nuestros tienen alguna referencia de Martín Fierro. Tal vez no sea como libro a leer (lo que seguramente será difícil para el común), sino en el sentido de referir y realzar una literatura que le dio presencia a un "marginado" de la sociedad argentina de esa época, el "gaucho", base de toda una tradición oral y escrita, de la cual se nutre toda la cultura tradicional argentina, como la milonga y el tango.
Podría reproducir al menos dos estrofas de dicha obra, una del comienzo (de la primera parte: "El gaucho Martín Fierro") y otra del final (de la segunda parte —"La vuelta de Martín Fierro").
Aquí me pongo a cantar,
al compás de la vigüela
que el hombre que lo desvela
una pena extraordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.
Mas naides se crea ofendido,
pues a ninguno incomodo;
y si canto de este modo
por encontrarlo oportuno
no es para mal ninguno
sino para bien de todos.
Quisiera pensar que la educación en Argentina y otras partes del cono sur, así como lo debiera ser en mi país, conserva el sentido de visión regional que le permita interpretar la existencia de linajes y aportes que le dan origen y conforman su cultura, más allá de la globalización digital.
Referencias:
Hernándes, José (1981). Martín Fierro. España: Edit. Pomaire.
https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Hern%C3%A1ndez