La palabra parapoco, vocablo utilizado para referirse coloquialmente a un tontorrón, a un individuo que anda en la luna y que no ve más allá de las narices, un despistado, no es nueva ni mucho menos. Ya la hemos leído en la segunda parte del Quijote, capítulo LV, cuando don Quijote dialoga con Sancho Panza con respecto al gobierno de la ínsula Barataria:
―No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será nunca acabar: ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mesmo que querer poner puertas al campo. Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen dél que ha sido un ladrón; y si sale pobre, que ha sido un parapoco y un mentecato.
―A buen seguro ―respondió Sancho― que por esta vez antes me han de tener por tonto que por ladrón.
El Diccionario de la lengua española, vigesimotercera edición, registra parapoco como Persona poco avisada y corta de genio.
Pero... ¿de dónde salió esta palabra?
Se trata de un vocablo compuesto de para- y poco. El prefijo para- (que significa “junto a”; “semejante a”; “al margen o en contra de”), tal como lo hallamos en paramédico, parábola, paradigma, paradoja, paranoia...
Unida al adjetivo indefinido “poco”, que significa “En número, cantidad o intensidad escasos respecto de lo regular, ordinario o preciso”.
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Texto e imagen de Tomás Jurado Zabala
Gracias por sus amables lecturas