El dolor...
Es para sentirlo dicen...
Y que cierta afirmación. No hay más que hacer. Cuando te llega no debes huir. No te sirve esconderte detrás de una botella, ni detrás de una nueva amante, o una nueva ciudad. Dónde vayas te perseguirá. Te buscará en tus sueños. Esperará a que te sientas que todo acabó y llegará de la forma menos esperada.
Pero si en cambio lo sientes y le das su lugar, le perderás el miedo. Debes decirle: "dolor, ¡no te tengo miedo! Ven aquí, sentemos a disfrutar de esta tarde que no pienso huir, ni espantarte. Quiero que nos entendemos, que aprendamos a convivir". Ese es el momento más valiente de un ser humano.
He pasado la mayor parte de mi vida pensando que un día no habría más dolor. Pero siempre hay un motivo para su existencia. Viene a recordarte que tienes corazón, que vives, que respiras. Es muy importante respirar profundo cuando se comparte con el dolor. Entonces el dolor también respira, también se conecta con el amor.
Cuando el dolor y el amor se encuentran comienza la sanación. La sombra y la luz dejan de luchar. Más allá de eso no conozco, aún estoy explorando y caminando este sendero que le faltan palabras para ser descrito. Más allá de eso no puedo dar indicaciones. Pero doy fe, de que cuando me atreví a sentir el dolor, supe que había dado el primer paso hacia lo desconocido.
Imagen y texto por @vientolibre