Poster mashup,hecho por mí usando Photoshop
Saludos a la comunidad de Rising Star
Alex había visto ir y venir a innumerables músicos y aspirantes. Como director de varias bandas de rock, se había acostumbrado a la ambición apasionada pero a menudo fugaz de la juventud, Alex extaba en el “prime”, podía observar promesas y fracasos de las vidas de los jovenes músicos. Sin embargo, cuando conoció a Claudio en una de sus audiciones de sesión, algo en el joven baterista le llegó a lo más hondo. Claudio no era el baterista más hábil, ni mucho menos. Con 24 años, la mayoría de los músicos de su edad ya dominaban sus instrumentos, pero los golpes de Claudio eran inconsistentes, un poco descuidados. Lo que le diferenciaba, sin embargo, era su inquebrantable dedicación, impulsada por algo mucho más profundo que el mero amor a la música, el amor que entregaba y recibía de su familia, los cuales siempre estarían al lado de él.
Claudio siempre había tocado en diferentes bandas locales para sus dos hermanos pequeños. Su padre se marchó cuando él era sólo un adolescente, y Claudio había asumido el papel de protector, proveedor y, a veces, incluso de padre y madre. La música no era sólo una válvula de escape, sino una posible vía de escape. Creía, quizá ingenuamente, que si lograba triunfar, podría dar a su familia la vida que se merecía. Alex quizá tuvo una epifanía en aquel momentos de descubrir el transfondo de la tenacidad de Claudio, pero estaba seguro que era diferente con él.
Una noche, en la primera semana de conformación del grupo de Alex, en una sesión de entrenamiento, Claudio se había vuelto a saltar un compás, alterando todo el ritmo de la canción. El resto de la banda parecía agotada, con la frustración dibujada en el rostro. Claudio, secándose el sudor de la frente, lanzó a Alex una mirada de disculpa.
«Mi hermano, lo siento», dijo Claudio, con voz cansada pero sincera. «Lo conseguiré. Sólo necesito un poco más de tiempo».
Alex se cruzó de brazos y se apoyó en la pared. Tenía fama de ser directo, y aquella noche no sería diferente. «El tiempo no es el problema, Claudio. El talento sí».
Claudio se estremeció, pero se mantuvo firme. Estaba acostumbrado a que le dijeran que no era lo bastante bueno. «Sé que no soy el mejor batería. Pero nadie va a luchar más que yo».
Alex hizo una pausa, estudiando la mirada fija de Claudio. Bajo la fatiga, había algo crudo e innegable, un fuego que ninguna crítica podría apagar. No era arrogancia. Era un sentido de propósito, algo que Alex había dejado caer hacía tiempo en el torbellino de la industria musical. Le recordaba a su yo más joven, hambriento y desesperado por hacerse un nombre, sólo para ser arrastrado por las duras realidades del éxito.
La determinación de Claudio no era sólo por sí mismo, sino por algo más grande. Ese tipo de empuje asombró mucho a Claudio, ya que no había conocido a nadie similar a lo largo de su trayectoria en la industria.
«Seguiremos trabajando», dijo Alex, sorprendiéndose a sí mismo. «Pero necesito que seas sincero contigo mismo. Tienes corazón, Claudio. Eso cuenta. Pero el corazón por sí solo no te hará latir».
Claudio sonrió, una sonrisa pequeña y cansada, pero llena de gratitud. «No te defraudaré».
Durante los meses siguientes, Claudio llegó temprano a todos los entrenamientos y se quedó hasta tarde. Pasó horas perfeccionando su técnica, escuchando grabaciones de sus errores e incluso tomando clases particulares. Su progreso era lento, pero estaba ahí. Con cada sesión, el grupo empezaba a cuajar más, el ritmo se afinaba y las melodías fluían con más naturalidad. Pero no fue sólo la mejora de Claudio como batería lo que impresionó a Alex. También su resistencia.
Una noche, después de otro largo ensayo, Alex se encontró observando a Claudio hablar animadamente con sus compañeros de banda. El chico se había convertido en el corazón del grupo, su tranquila determinación les inspiraba a todos a esforzarse más, a apuntar más alto. Alex se dio cuenta entonces de que no se trataba sólo de la música. Claudio le había enseñado algo que él, como director y como hombre, había olvidado: el crecimiento no siempre era lineal. A veces, el progreso venía en forma de perseverancia, de dar la cara día tras día, incluso cuando no eras el mejor.
La verdadera lección, la que Alex se guardaba para sí mismo, era que en la vida, al igual que en la música, el talento sólo puede llevarte hasta cierto punto. Lo que de verdad importaba era la voluntad de seguir adelante, de luchar contra los fracasos y de hacerlo todo por algo más grande que uno mismo. Claudio no era perfecto, pero era valiente. Y en esa valentía había belleza.
El primer concierto real de la banda tuvo lugar poco después. No era un gran escenario, sino un pequeño espacio en el centro de la ciudad, con presencia de la prensa local y nacional; una gran oportunidad para el debut. Pero para Claudio, parecía el escenario más grande del mundo, sentía que debía ser el momento de brillar.
Mientras ocupaban sus puestos, Alex se quedó de pie a un lado, con los brazos cruzados y una rara sonrisa en la cara. No tenía ni idea de si el grupo llegaría a triunfar, pero aquella noche no importaba. Por primera vez en años, sintió una sensación de esperanza, la creencia de que tal vez, sólo tal vez, el corazón realmente podía llevar un ritmo.
Cuando las baquetas de Claudio tocaron la primera nota, Alex supo que todos habían crecido juntos.
ENGLISH VERSION (click here!)
Alex had seen countless musicians and hopefuls come and go. As the manager of several rock bands, he had become accustomed to the passionate but often fleeting ambition of youth, Alex was in the “prime”, he could observe the promise and failures of young musicians' lives. However, when he met Claudio at one of his session auditions, something about the young drummer struck a chord with him. Claudio was not the most skilled drummer, far from it. At 24, most musicians his age had already mastered their instruments, but Claudio's beats were inconsistent, a bit sloppy. What set him apart, however, was his unwavering dedication, driven by something much deeper than mere love of music, the love he gave and received from his family, who would always be by his side.
Claudio had always played in different local bands for his two younger brothers. His father left when he was just a teenager, and Claudio had taken on the role of protector, provider and sometimes even father and mother. Music was not just an escape valve, but a possible escape route. He believed, perhaps naively, that if he could succeed, he could give his family the life they deserved. Alex may have had an epiphany at that moment of discovering the undercurrent of Claudio's tenacity, but he was sure it was different with him.
“My brother, I'm sorry,” Claudio said, in a tired but sincere voice. “I'll make it. I just need a little more time.”
Alex folded his arms and leaned against the wall. He had a reputation for being direct, and that night would be no different. “Time isn't the problem, Claudio. Talent is.”
Claudio flinched, but stood his ground. He was used to being told he wasn't good enough. “I know I'm not the best drummer. But no one is going to fight harder than me.”
Alex paused, studying Claudio's steady gaze. Beneath the fatigue, there was something raw and undeniable, a fire that no criticism could put out. It wasn't arrogance. It was a sense of purpose, something Alex had long ago dropped in the whirlwind of the music industry. It reminded him of his younger self, hungry and desperate to make a name for himself, only to be swept away by the harsh realities of success.
Claudio's determination was not just for himself, but for something bigger. That kind of drive really amazed Claudio, as he had not met anyone similar throughout his career in the industry.
“We'll keep working,” Alex said, surprising himself. “But I need you to be honest with yourself. You have a heart, Claudio. That counts. But heart alone won't make you beat.”
Claudius smiled, a small, tired smile, but full of gratitude. “I won't let you down.”
Over the next few months, Claudio arrived early for every training session and stayed late. He spent hours perfecting his technique, listening to recordings of his mistakes and even taking private lessons. His progress was slow, but it was there. With each session, the group began to gel more, the rhythm became more in tune and the melodies flowed more naturally. But it wasn't just Claudio's improvement as a drummer that impressed Alex. It was also his stamina.
One night, after another long rehearsal, Alex found himself watching Claudio talk animatedly with his bandmates. The boy had become the heart of the group, his quiet determination inspiring them all to try harder, to aim higher. Alex realized then that it wasn't just about the music. Claudio had taught him something that he, as a director and as a man, had forgotten: growth was not always linear. Sometimes progress came in the form of perseverance, of showing your face day after day, even when you weren't the best.
The real lesson, the one Alex kept to himself, was that in life, as in music, talent can only take you so far. What really mattered was the will to keep going, to fight against failure and to do everything for something bigger than yourself. Claudio was not perfect, but he was brave. And in that bravery there was beauty.
The band's first real concert took place soon after. It was not a big stage, but a small space in the center of the city, with local and national press present; a great opportunity for the debut. But for Claudio, it seemed like the biggest stage in the world, he felt it must be his time to shine.
As they took their places, Alex stood to the side, arms crossed and a rare smile on his face. He had no idea if the group would ever succeed, but that night it didn't matter. For the first time in years, he felt a sense of hope, a belief that maybe, just maybe, the heart really could carry a beat.
When Claudio's drumsticks hit the first note, Alex knew they had all grown up together.
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Adoré tu historia, nos solo por la manera cómo la narraste, también por el mensaje que deja. Muy inspirador. Gracias por compartir!
gracias por tu tiempo para leerlo, que bueno que se captó el mensaje 🤗
Excelente historia
Muchas gracias por pasarte por esta lectura, gracias 👏
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Gran historia, un mensaje de perseverancia, a veces no es la meta la que nos da la felicidad, sino el camino.
Gracias bmo77 por compartirla con nosotros.