"Las realidades se tratan de verdades absolutas o diseños producto de causa y efecto."
Donna siempre miraba a la luna y pensaba en lo inmenso del universo, lo pequeño que se es ante los giros del destino. Había tenido un día terrible en su empleo y no dejaba de pensar en lo mal que había tenido que ser en otra vida para merecer lo que le sucedía, o al menos eso pensaba.
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La vida son merecimientos y aparentemente yo había llegado de última a esa parte de la vida. Quejarme era inevitable y quienes me daban la razón no profundizaban en lo que quería decir hasta que conocí a Alfie y Tim, dos personas que ingresaban a la empresa de Rising Star, para enseñarme que nada es absoluto para bien o para mal.
Alfie, hijo de grandes artistas, lo tenía todo: fama, dinero, influencias e incluso belleza. Su talento era innato y debía vivir con el estigma de ser el hijo de quienes más de una nación admiraba. Siempre correcto, sonriente y nunca parecía disfrutar de excesos, con una niñez que se desarrolló entre escenarios y focos, cualquiera diría que su vida era idílica. Alfie había ingresado por la puerta grande, pues quien tiene poder no necesita oportunidades, solo las ganas para lograr, o al menos eso pensaba.
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Por otro lado, se tiene a Tim, un solitario soñador, que tuvo que sacrificar gran parte de su vida para saciar sus ambiciones. Era de esas personas, en el fondo, sin estatus, sin contactos y a pesar de agraciada su apariencia, se escondía en trajes prestados y un estilo que distaba de las pasarelas masculinas. Tim podría ser el empleado perfecto, pero en Rising "como te ven te tratan" y era víctima de esos merecimientos que comentaba al principio de la historia.
Sin embargo, Tim era imperturbable, parecía resignado a su realidad y aunque quería ir en contra del sistema, cuando hablaba lo hacía desde lo que creía era una verdad aplastante. Poseía talento, astucia para el trabajo, pero el autosabotaje se veía de muchas maneras.
Cualquiera que los viera le sería fácil calcular de qué lado de la balanza estaba la felicidad, pero la realidad es que ambos, en situaciones distintas, poseían una inaparente tristeza. Mi mamá lo llama "pobreza mental", yo lo llamo "suceptibilidad a la vida".
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Ambos trabajaban bajo el mismo puesto, uno la mano derecha del otro, pero no podían funcionar y las comparaciones eran parte del día a día, y eso fue más evidente en la fiesta de Navidad de la empresa, donde ambos, presos del alcohol, comenzaron a discutir acerca de lo que en sus vidas era podrido. Quien los escuchara jamás diría quién ganó en tal debate, pero sin duda yo gané una lección importante: mamá tenía razón cuando decía "que la mente es lo primero que debes conquistar para redirigir tu vida a lo que quieres".
Era fácil decir quién tenía más motivos para quejarse, pero yo al mirarlo, lo único que pensaba es en cómo nos sumergimos en lo que creemos es un estigma de la realidad. La baja autoestima y la sensación de vacío eran evidentes en ambos, así que preguntarse "¿Quién tiene más motivos para sufrir?" está demás.
Ese día comprendí que no es lo que uses, sino cómo lo uses; que no es lo que aproveches, sino lo que dejas pasar; que todos podemos tener una sensación de inconformidad ante la vida, pero en gran parte está la decisión de nosotros de continuar o persistir en esa realidad. Obvio hay excepciones, pero en mi caso entendí que o miraba con luz o me sumergía en la oscuridad.
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ENGLISH
“Realities are about absolute truths or designs that are the product of cause and effect.”
Donna always looked up at the moon and thought about how vast the universe is, how small one is before the twists and turns of fate. She had had a terrible day at her job and kept thinking about how bad she must have been in another life to deserve what was happening to her, or so she thought.
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Life is about deserving and apparently I had come to that part of life last. Complaining was inevitable and those who agreed with me didn't go into what I meant until I met Alfie and Tim, two people who were joining the Rising Star company, to teach me that nothing is absolute, for better or worse.
Alfie, the son of great artists, had it all: fame, money, influence and even beauty. His talent was innate and he had to live with the stigma of being the son of those whom more than one nation admired. Always correct, smiling and never seeming to indulge in excess, with a childhood spent between stages and spotlights, anyone would say that his life was idyllic. Alfie had entered through the big door, because those who have power do not need opportunities, only the desire to achieve, or at least that's what he thought.
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On the other hand, we have Tim, a lonely dreamer, who had to sacrifice much of his life to satisfy his ambitions. He was one of those people, at heart, without status, without contacts and despite his graceful appearance, he hid in borrowed suits and a style that was far from the male catwalks. Tim could be the perfect employee, but at Rising “as they see you they treat you” and he was a victim of those deservednesses I commented on at the beginning of the story.
However, Tim was unflappable, he seemed resigned to his reality and although he wanted to go against the system, when he spoke he spoke from what he believed was an overwhelming truth. He possessed talent, cunning for the job, but self-sabotage was seen in many ways.
It would be easy for anyone who saw them to calculate on which side of the scale the happiness was, but the reality is that both of them, in different situations, possessed an apparent sadness. My mom calls it “poverty of mind”, I call it “susceptibility to life”.
They both worked under the same job, one the right hand of the other, but they could not function and comparisons were part of everyday life, and that was most evident at the company Christmas party, where both, prey to alcohol, began to argue about what in their lives was rotten. Whoever listened to them would never say who won in such a debate, but I certainly gained an important lesson: Mom was right when she said “that the mind is the first thing you must conquer to redirect your life to what you want”.
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It was easy to say who had more reason to complain, but as I looked at it, all I could think about was how we immerse ourselves in what we believe is a stigma of reality. Low self-esteem and a sense of emptiness were evident in both of us, so asking “Who has more reason to suffer?” is beside the point.
That day I understood that it is not what you use, but how you use it; that it is not what you take advantage of, but what you let go; that we can all have a feeling of non-conformity in life, but it is largely up to us to decide whether to continue or persist in that reality. Obviously there are exceptions, but in my case I understood that either I looked with light or I submerged myself in darkness.
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