Hola, pana, me alegra verte activo y al pie del cañón, como solemos decir aquí. No era sólo la piedra, mejor o peor trabajada, sino también, tanto o más importante, el entorno, sus peculiaridades y su belleza, que animaba a esa paz interior, esa paz de espíritu, tan necesaria, sobre todo, para las comunidades de monjes de todas las épocas. La máxima cisterciense es muy oportuna, también, en todas las ocasiones y para todos los gustos, alentando, de alguna manera, a seguir perseverando, siquiera sea en la rutina. Feliz día
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