A mi las tonadas aunque parezcan tristes, me fascinan. Es adentrarse en ese mundo poco conocido del llanero en plena faena. Suena a madrugadas frías, a café recién colado, a bosta de ganado y a trabajo.
Cuando vivía en Los Teques y viajábamos de niños a Portuguesa a pasar las vacaciones, una de mis aficiones era ir viendo por la ventana las vacas pastando o echadas en la sombra de un árbol.
Ahora de adulta extraño esos tiempos y esas tonadas...
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Claro, es como escuchar los Puntos por estos lados. Son en esencia la misma cosa. Solo que es cambiar llano por mar y vacas por peces.
Es música con sentido de añoranza.