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Ana llena de alegría, decidió pasar el día con su abuela. Al llegar, un delicioso aroma a galletas recién horneadas la recibió. La abuela, con una sonrisa traviesa, la invitó a la cocina para enseñarle el arte de hacer sus famosas galletas.
Entre risas y harina esparcida, Ana y su abuela mezclaron ingredientes, dieron forma a las galletas y las horneamos con cuidado. Mientras esperaban, la abuela contó historias de su propia infancia y de cómo había aprendido a hacer galletas con su abuela.
Con las galletas listas, Ana y su abuela se sentaron a disfrutarlas mientras veían el cómic favorito de Ana. Cada bocado estaba lleno de dulces momentos compartidos y risas cómplices.
Al caer la tarde, la abuela tomó a Ana de las manos y le dijo con ternura que debían aprovechar cada momento juntas porque tenía planes de viajar y estaría lejos por un tiempo. Ana, aunque triste por la noticia, abrazó fuerte a su abuela y prometió recordar todas las enseñanzas y momentos especiales que compartieron.