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La abuela de Ana, un día antes de su viaje, decidió entregarle a Ana un regalo especial que tenía guardado con mucho cariño. Entre risas y complicidad, le entregó a Ana un antiguo triciclo que había pertenecido a la mamá de Ana cuando era pequeña. Ana, con ojos brillantes, admiró el triciclo y sintió la conexión especial que tenía con su propia historia.
La abuela, con cariño, le contó a Ana historias de cómo su mamá solía pedalear por el vecindario en ese triciclo y cómo ella misma había compartido risas y aventuras con él. Ana, emocionada por este regalo, prometió a su abuela que lo cuidaría con el mismo amor y alegría.
Esa tarde, Ana montó su nuevo triciclo por el vecindario, sintiéndose como si estuviera tejiendo nuevas historias con un viejo amigo. Cada rincón del camino estaba lleno de recuerdos y promesas de cuidado.
La abuela observaba con orgullo a Ana, sintiendo la alegría de compartir un pedacito del pasado con su nieta. Ana, mientras paseaba con su triciclo, agradecía en su corazón por el hermoso regalo que su abuela le había entregado.
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