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Un día soleado, Ana decidió visitar a su primo Toño. Entre risas y abrazos, decidieron explorar el fascinante mundo de los cuentos. Sentados en el suelo rodeados de libros coloridos, Ana y Toño se sumergieron en las imágenes y las páginas llenas de historias.
Aunque Ana aún no sabía leer debido a su corta edad, eso no la detuvo. Con ojos curiosos, Ana observó cada ilustración y, con la magia de su imaginación, comenzó a inventar historias emocionantes que iban más allá de las palabras impresas en las páginas.
Toño, asombrado por la creatividad de Ana, escuchó con atención cada narrativa inventada. Juntos, exploraron mundos imaginarios donde los personajes cobraban vida y las aventuras se tejían a través de la imaginación vibrante de Ana.
La tarde pasó rápidamente entre risas, cuentos inventados y una conexión especial entre primos. Toño, aunque conocía las historias originales, disfrutó de la perspectiva única y creativa de Ana, revelando el poder mágico de la imaginación.
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