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La maestra de Ana, ya estaba haciendo los preparativos para finalizar el año escolar y les explico a los niños que muy pronto, pasarían a otro nivel, porque ya estaban preparados para aprender muchas cosas nuevas, Ana se sentía emocionada por todo lo que había aprendido con su maestra Ana, especialmente por dominar los números. Para celebrar su logro, Ana decidió divertirse coloreando un dibujo de una mariposa, pero con un giro especial: indicando el color con un número y así se lo regalaría a su maestra en agradecimiento por todo lo que le enseño.
Armada con sus lápices de colores y su conocimiento de los números, Ana se sumergió en la tarea con entusiasmo. Cada vez que elegía un color, Ana lo asociaba con un número y lo escribía en el área correspondiente del dibujo. Por ejemplo, el amarillo era el número uno, el azul el número dos, y así sucesivamente.
Con cada trazo de color, Ana no solo estaba creando una obra de arte, sino también reforzando su comprensión de los números. Se divertía identificando los colores y asignándoles su número correspondiente, mientras daba vida a los dibujos con una paleta de colores vibrantes.
Al final, Ana había coloreado cada dibujo con precisión y alegría. Estaba orgullosa de su trabajo y de cómo había combinado su amor por los colores con su habilidad para los números. Para Ana, este momento de creatividad también era una oportunidad para seguir aprendiendo y creciendo, y estaba más que segura que a su maestra le iba a a gustar mucho.
