2017, ciudad de Manaus, Estado Amazonas, Brasil. En mi condición de migrante venezolano, llegue a un albergue de ancianos donde funcionaba un programa de recuperación de personas con diferentes problemas, este programa era organizado por la policia Nacional. Allí tenían personas que habían cometido delitos y estaban en un proceso especial de la justicia brasilera, en ese lugar no aceptaban venezolanos solo brasileros. Dios tenía un plan preparado para mi y así lo creo porque cuando llegue al lugar a mi me aceptaron; en ese lugar conocí a un joven con problemas sociales y de conducta, vi la oportunidad necesaria para hablarle de Jesús y decirle que el podía cambiar y salvar su vida. Al momento de hablarle el fue muy receptivo tanto que decidió dejar su condición de vida y transformarse en un nuevo hombre; fue sometido a una depuración de toxinas, yo oraba por él, mientras observaba su proceso de sufrimiento pero también de alegria al saber que cruzaba un abismo. Terminado este periodo me contó muchas cosas malas que había hecho y yo le dije que a Jesús no le importaban tus pecados si en realidad estaba arrepentido y si a Jesús no le importa menos a mi e hicimos una muy buena amistad. Un día por la mañana no lo vi más en el refugio, no supe más nada de él; seis meses después apareció una noticia en los medios de comunicación donde dictaban sentencia a un sujeto que le apodaban el come gente, mi solpresa era que estaban hablando de mi amigo y fue entonces que conocí su caso. En un cambio de poder en una de las cárceles de Brasil él era el que lideraba la revuelta y al someter al bando contrario los ejecuto uno por uno; se hizo filmar con un teléfono para después publicar escenas que no quiero contar por este medio. Jamás supe más de él... culpable o inocente, para el gobierno de Brasil obviamente culpable, para Dios dependerá de su arrepentimiento, para mi fue simplemente una persona que Dios colocó en mi camino para mostrarle su perdón.