Uno de los filósofos, más que teórico, de la literatura y ensayistas del siglo XX de mayor relevancia fue (es, diría) el francés George Steiner, de una obra amplísima y reconocida internacionalmente, que lo ubica entre los más importantes. Falleció el 3 de febrero de 2020, apenas hace 5 años.
Steiner fue un catedrático de gran valor. En su obra la ascendencia judía ejerce una destacada influencia. Fue profesor de universidades de gran prestigio como Cambridge y Oxford en Inglaterra, pero también en Stanford, Nueva York y Princeton en EEUU, y en Suiza. Es autor de una prolija producción, de las que puedo mencionar aquí (y que he leído): La muerte de la tragedia (1961), Lenguaje y silencio (1967), Después de Babel (1975), Presencias reales (1989), Gramática de la creación (1990), Pasión intacta (1996). Hay muchos otros libros.
Presencias reales, al que accedí a través de una “plaquette” que publicara en Venezuela, antes de aparecer el libro, el escritor, profesor y amigo, Luis Miguel Isava. Y esa es la edición que sigo en lo que reproduzco a continuación.George Steiner es uno de los ensayistas que más he admirado y seguido. Poseo una parte importante de su obra publicada (cuando eso se podía hacer en mi país). Estuve pensando en cuál de sus libros podía fijarme para hacer un post compartido en #Hive. Y ganó el libro que más me gusta de él (y al parecer uno de los más difundidos):
El poema es anterior al comentario. El texto original viene antes y no sólo en el tiempo. No es un pre-texto, una ocasión para un ulterior tratamiento exegético (…) Su prioridad es de esencia, de necesidad ontológica y de auto-suficiencia. (…) El poema, a través de una ejecución particular, contiene y da cuerpo a su propia raison d’être (razón de ser). El texto secundario no contiene un imperativo de ser. (…) El poema es; el comentario significa. El significado es un atributo del ser.
Debemos leer como si el texto ante nosotros tuviera significado. Este no será un único significado si el texto es serio, si nos hace corresponder a su fuerza vital. (…) Sólo poemas flojos pueden ser exhaustivamente interpretados o comprendidos. Sólo en textos triviales o de ocasión la suma del significado es la de sus partes.
Debemos leer como si la situación temporal y ejecutiva de un texto importase. Los entornos históricos, las circunstancias culturales y formales, el sustrato biográfico, lo que podamos comentar o conjeturar de las intenciones del autor, constituyen ayudas vulnerables. (..) Enriquecen los niveles de atención y deleite; generan limitaciones a las complacencias y licencias de la anarquía interpretativa.
Donde en verdad leemos, donde la experiencia ha de ser la del significado, lo hacemos como si el texto encarnase (la noción se fundamenta en lo sacramental) una presencia real de ser significante. Esta presencia real, (…), como en la metáfora actuada del pan y el vino sacramentales, es finalmente irreductible a cualquier otra articulación formal (…).
(…)
Estar “habitado” por música, arte, literatura, responder y corresponder a esa ocupación como un anfitrión a un huésped —quizás desconocido, inesperado— en la noche, es experimentar el misterio usual de una presencia real.
(…) el misterio de la creación poética y artística y el de la recepción vital no son nunca del todo seculares.
(…)
En lo esencial, el arte, la música y la literatura occidentales, desde la época de Homero y Píndaro a la de los Cuatro cuartetos de Eliot, el Doctor Zhivago o la poesía de Paul Celan, han hablado inmediatamente a la presencia o a la ausencia del dios.
(…)
No puedo llegar a ninguna concepción rigurosa de una posible determinación de sentido o de alcance que no apueste a una trascendencia, a una presencia real, en el acto y el producto del arte serio (…).
La profundidad del pensamiento de Steiner siempre nos rebasa, por su erudición y formación filosófica, su inteligencia crítica y su agudeza espiritual. Aquí les he ofrecido apenas unos fragmentos de ese denso y complejo libro que es Presencias reales (les dejo una enlace para descarga como lectores). Intentemos unas breves palabras sobre lo aquí reproducido.
Devuelve al poema (que pudiera ampliarse a otros textos artísticos) su carácter autónomo y propio, al que la interpretación o el comentario no pueden sustituir. Estos son textos secundarios, que dependen del ser del texto creativo, siempre que sea “serio” (en la traducción seguida). Esto no debe entenderse como grave o adusto, sino, más bien, como responsable y digno.
Y en ese carácter insiste, para asentar, que el texto ha de permitirnos crear significados no únicos ni unidimensionales; que sea capaz de propiciar en nosotros la amplitud y complejidad interpretativa, que puede servirse de elementos colaterales al texto (extraliterarios), pero sólo para ayudarla.
El planteamiento central de Steiner, en esta parte y en todo el libro, es rescatar, reintroducir, revalorar el sentido ontológico del texto artístico, lo que él recoge en la expresión presencia real, la actuación del texto como ser significante, como una entidad capaz de producir sentido trascendente.
Referencias:
Steiner, George (1989). Presencias Reales. El sentido del sentido (Traducción: Josefina Berrizbeitia y Luis Miguel Isava). Caracas: Edit. Dimensiones.
Steiner, George (1991). Presencias Reales. ¿Hay algo en lo que decimos? (Traducción: Juan Gabriel López G.). España: Ediciones Destino.
https://es.wikipedia.org/wiki/George_Steiner
https://www.academia.edu/35908032/Steiner_George_Presencias_reales_Hay_algo_en_lo_que_decimos