5914 km separan tu ciudad de la mía, una distancia que se queda corta si la medimos con lo que nos separa a ti y a mí. Si recurrimos a metáforas yo fuera una mochila que aguanta el peso que le pongan hasta que revienta. Como si deseara nunca dejar aquello que guardó en su interior con amor para no sentir el vacío. Tú, en cambio, serías la corriente de un río en constante movimiento, que en su crecida arrasa con todo lo que tenga delante, que mueve los molinos y los ensalza mientras le conviene. Y que en las sequías es capaz de volverse un hilito y colarse por donde quiera para llegar a su destino. Una mochila nunca podrá contener un río, ni los pedazos quedarían; más el río podría, si quisiera, ir más despacio para llevar consigo la mochila hasta su destino.
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