Hace tiempo, en Naguanagua, vi un perro que tampoco podía mover las patas traseras (desconozco el motivo). El dueño le había hecho (o tal vez mandado a hacer) una especie de cinturón con ruedas que se adaptaba muy bien a la parte posterior de su cuerpo. Gracias a esto, aquel perro, en compañía de su dueño, iba por la calle llamando la atención de todo el mundo, con la lengua fuera y una cara de satisfacción que no podré olvidar. Tu publicación trajó a mí este recuerdo. Esperanza. Sin duda, es un bonito nombre para un perro. Saludos.
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gracias, amigo por leerme .. pues si en eso estamos le aremos una silla para que ella pueda pasear mientras tanto la pase en mi bicicleta jajaja