El inicio de la semana suele ser para muchos un golpe de realidad, una manera de tener presente en nuestras mentes la prisa con la que solemos vivir, las agendas saturadas y la rutina que nos absorbe sin -generalmente- darnos cuenta. Pero, tengo una pregunta: ¿cuánto tiempo nos damos para detenernos, observar y respirar? Solemos vivir atrapados entre paredes, pantallas y ruido, y en esa agetreo olvidamos que algo tan sencillo como estar en contacto con la naturaleza puede ser lo que realmente necesitamos para recargar energías, aclarar nuestra mente y devolvernos a nosotros mismos.
Nosotros como seres humanos, por mucho que avancemos y evolucionemos tecnológicamente, seguimos siendo parte de la naturaleza. No somos entes aislados, estamos conectados con el sol, con el agua, con la tierra, con el viento, prácticamente con todo. Es algo que no podemos ignorar, aunque lo hagamos con demasiada frecuencia. Cuando pasamos tiempo en contacto con lo natural, ya sea caminando descalzos, escuchando el sonido de los pájaros o simplemente sintiendo la brisa, parece que algo se acomoda en nuestro interior. Es como si el cuerpo y la mente, de manera casi mágica, recordaran lo que significa estar en equilibrio, ¿lo han llegado a sentir?.
Justo el día de ayer me tomé un tiempo para estar sólo, caminando en un parque, no opté por un centro comercial (estos dias están abarrotados), ni por nada de esto que abunda, sino por algo más tranquilo.
Y quiero aclarar que no se trata sólo de romantizar la naturaleza, sino más bien de entenderla como una parte fundamental de nuestro bienestar. Tengamos muy presente que en un mundo donde las enfermedades mentales como la ansiedad y la depresión crecen de manera absurda, cada vez hay más estudios que demuestran los efectos positivos de pasar tiempo en entornos naturales. En estos momentos de tanto estrés, definitivamente nuestro cerebro necesita ese respiro. No es lo mismo mirar una pantalla durante horas que perderse en el sonido de lo natural. No es lo mismo el ruido constante del tráfico que escuchar el silencio roto por el movimiento de las hojas cuando el viento se hace presente.
Puede que parezca algo insignificante, pero a veces lo pequeño es lo que más pesa. Un paseo por el parque o por una montaña puede ayudarnos a soltar el peso que ni siquiera sabíamos que llevábamos encima. De hecho, ni siquiera hace falta ir muy lejos. En un parque, bajo un árbol, cerrando los ojos y permitiendo que el sol nos de un poco, podemos conectar con esa calma que tanto necesitamos, y que a veces no somos conscientes de que nos hace falta. Es curioso cómo lo olvidamos, pero es sencillo recordarlo: estar en contacto con la naturaleza nos devuelve al presente, a lo simple y, al final, a nosotros mismos.
Y me atrevo a decir que esto también va más allá de lo físico. Si bien es cierto que caminar, respirar aire fresco o recibir vitamina D tiene beneficios evidentes para nuestro cuerpo, también lo tiene para nuestra mente y nuestro espíritu. La naturaleza nos enseña a fluir. Y aquí pongámonos un poco filosóficos, los ríos no se preocupan por la forma de su cauce, simple y sencillammente avanzan. Los árboles no tienen miedo de perder sus hojas, saben que es parte del proceso.
Esa simple acción, observar, y sobre todo estas cosas tan sencillas nos puede llevar a pnesar sobre nuestro propio ritmo y sobre **cómo complicamos lo que podría ser sencillo. No todo se resuelve trabajando más, así como tampoco forzándonos o llenando cada minuto del día. A veces, la respuesta está en, simplemente, detenernos y escuchar lo que nos rodea.
De niños, era más común jugar en lo natural, llenarnos de barro y subir a algún árbol, incluso lo hacíamos sin miedo alguno, pero a medida que crecemos, vamos dejando de lado ese contacto tan natural, como si ya no lo necesitáramos, pero la realidad es que lo necesitamos ahora más que nunca, es lo que creo. Nuestra salud, así como nuestra claridad mental y hasta nuestra creatividad se benefician mucho de cuando nos permitimos desconectar del ruido artificial y conectar lo natural. Lo hablo justo ahora porque definitivamente el contacto que me permití ayer me dio energías nuevas para empezar esta semana.
Les invito a darse ese momento, a no saturar sus días sólo con lo laboral, a regalarse un respiro natural porque es algo que su mente y su cuerpo lo van a agradecer. Que tengan una bonita semana. Las fotos que comparto en esta publicación las saqué el día de ayer con mi teléfono Redmi Note 12.
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