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Esta es la primera vez que me siento a escribir con toda tranquilidad en dos semanas, y no es que siempre tengamos que escribir así, la realidad es que muchas veces uno escribe cuando puede, pero poder sentarse a hacerlo sin presiones de tiempo, y a gusto, se agradece y es algo que extrañaba y ya me hacía falta.
No había podido sentarme a escribir así por varias causas, pero la principal es que me quedé sin internet por poco más de 10 días. Durante ese tiempo experimenté varias cosas que casi podríamos comparar con un síndrome de abstinencia, porque la realidad sea dicha, desde hace ya algún tiempo he migrado de lo análogo a lo digital en muchas cosas, y el no tener internet me afectó en varios planos.
Yo por lo general escucho música por streaming, no veo televisión abierta sino de streaming también, leo en formato digital, mis bases de datos las tengo en digital también, y para hacerles el cuento corto, para casi todo uso internet, ya sea para temas de ocio y/o entretenimiento, de trabajo o cuestiones del día a día como hacer los pagos de la luz, el agua, etc.
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Al quedarme sin el servicio tuve que depender del plan de datos de mi teléfono, pero este es limitado, así que lo use literalmente para lo indispensable y temas de trabajo, y como tuvimos una amenaza de huracán, que afortunadamente se debilitó y alejo de mi lugar de residencia, no podía permitirme perder ese único cordón umbilical que me quedaba a la red, así que me vi obligado a usar internet lo menos posible.
Lo curioso es como reaccioné a esta limitación, y la realidad es que me generó una especie de descompensación. Quería poner música para sentarme a trabajar como siempre lo hago pero no podía. Quería conectarme a YouTube para ver algo, y tampoco podía. Quería ver algo en la televisión pero todo era basura, porque solo tenía acceso a televisión abierta. Y prácticamente para casi todo lo que quería hacer necesitaba algo que no tenía en ese momento: conexión a internet.
Una universidad en que trabajo pasó a clases en línea para poder reparar los daños que dejó una tormenta tropical que inundó a la ciudad, y fue la causante de que me quedara sin internet, y yo no pude darlas desde casa, y así, una a una, se fueron acumulando cosas que me hicieron darme cuenta de cuanto necesito internet, y como este se ha vuelto prácticamente algo de primera necesidad, y ya no algo opcional.
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Fue interesante darme cuenta de como me he acostumbrado a lo digital. Tengo películas y series en dvd's que pude haber visto, pero no lo hice. Libros en formato físico que pude haber leído, pero tampoco lo hice, y cuando lo intentaba sentía que no era lo mismo. Fue algo raro, es como cuando comes carne de soya, y puede saber casi igual que la carne real, pero tu notas la diferencia, y sabes que no es carne de verdad.
Casi todas mis rutinas resultaron afectadas. Ya no podía bañarme por las mañanas con la playlist que me gusta. Ni leer mi libro de la semana por la noche. Ni ver al periodista que me gusta en YouYube. Ni ver las carreras de la Fórmula 1. Ni muchas otras cosas que para mi eran de lo más natural y cotidiano, y de repente me fueron arrebatadas. Y como dice el refrán: "Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde".
En el tiempo que pasé en silencio sin saber que hacer, me puse a reflexionar respecto a nuestra relación con la tecnología, y si bien nos la pasamos quejándonos, y con justa razón, de los algoritmos, las redes sociales, la infodemia, y más recientemente de los próximos masivos impactos que tendrá la inteligencia artificial en nuestras vidas, tuve que reconocer que, más que adictos a la tecnología, somos dependientes de ella, y esto no es necesariamente malo.
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Los grandes cambios de la humanidad han ido siempre de la mano de la tecnología, y han tenido siempre impactos negativos y positivos, pero los primeros han sido siempre temporales. La tecnología fue la que nos permitió abandonar las cavernas y ser sedentarios. La tecnología nos hizo pasar de la mano de obra artesanal a la producción en serie durante a revolución industrial. La tecnología nos llevó al espacio y cambió nuestra percepción del universo, y así podrá continuar enlistando un largo etcétera.
Los impactos negativos están ahí, y siempre los magnificamos. Pensamos que la televisión sería el final de la radio y no fue así. Luego con internet y YouTube pensamos que llegaría el fin de la televisión, y tampoco sucedió así. Luego pensamos que la piratería acabaría con la industria de la música, pero apareció el streaming. Y ahora vemos a la inteligencia artificial como el fin de casi todo, y seguramente tampoco será así.
Que nuestra relación con la tecnología, sobre todo la de nueva implementación, no es siempre la más sana es otra historia, y eso no es culpa de la tecnología, es culpa nuestra. Pero la propia tecnología y las nuevas legislaciones que se crean a partir de esta, enderezan las cosas, aunque hay que admitir que no con la velocidad que quisiéramos.
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Hoy día el acceso a internet es indispensable, y quien no está conectado a la "matrix", está en franca desventaja. Estar conectado a internet es casi sinónimo de estar conectado al mundo, y si bien desconectarse puede ser bueno, ese beneficio solo se aprovecha a cabalidad cuando esa desconexión es una acto voluntario y planeado. Desconectarse por factores externos es casi como quedarte varado en medio de la nada, implica un nivel variable de aislamiento según la persona y sus circunstancias.
Tal vez en lugar de renegar de lo malo de la tecnología deberíamos ver lo bueno que nos trae, y buscar maneras para combatir eso que no nos gusta y que es inevitable, porque gente buena y mala existirá siempre. Dicho esto hay que reconocer también que la tecnología nos reta cada vez más porque los cambios que detona son cada vez más acelerados y no siempre es fácil adaptarse a ellos. Esta es una de las causas del agrandamiento de las brechas generacionales.
Creo que a mayor tecnología deberíamos generar mayor humanidad como contra, y no como herramienta de combate, sino de contrapeso e incluso complemento. Creo que la comunicación será cada vez más importante para adaptarnos a las nuevas tecnologías, para que estas, en vez de alejarnos sin querer, nos acerquen cada vez más, pero para eso hay que trabajar porque no va a pasar solo.
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Creo que si la hiperconectividad que vivimos hoy la hacemos real y profunda, y no probabilística y superflua, podremos aprovechar mejor todo lo bueno que pueden darnos las nuevas tecnologías, y combatir sus riesgos de una mejor manera. Ojalá que así sea, y seamos parte de ello. Muchas gracias por leerme y hasta la próxima.
©bonzopoe, 2024.
Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.
Buen post, hay que ir adaptándonos a lo nuevo.
@tipu curate 8
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Muchas gracias por comentar. Saludos!
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Mucha razón en todo lo que compartes en tu post @bonzopoe 🤗, la tecnología es un "mal" necesario, ya no se puede dar marcha atrás y el que no la utilice o se niegue a hacerlo, simplemente, se quedará desconectado. Me identifiqué con eso que comentaste de que tienes todo en digital, a mí me sucede lo mismo, las veces que me he quedado sin Internet, ha sido una tortura y a la vez frustra darse cuenta de cuanto dependemos de eso. Pero es la época y hay que adaptarse, es lo que hay. Espero que no te quedes desconectado nuevamente y que todo marche bien 🙏, un gran saludo.
Un gusto verte por acá, muchas gracias por comentar, y en efecto, a veces puede ser frustrante darse cuenta de cuanto dependemos de la tecnología, pero así es el mundo en el que vivimos. Saludos y un abrazo desde México.
Considero muy cierto lo que dices, ya no somos adictos a la tecnología, sino dependientes de ella. Me identifico con todo lo que dijiste aquí porque es una realidad del tamaño de una montaña, como también lo es lo que dijiste de que esto no es necesariamente malo, tan solo debemos aprender a controlar un poco. Yo siempre digo que la tecnología no es más que una herramienta y por esa condición, no tiene carácter ni bueno ni malo, sino el que le demos nosotros al usarla, dependiendo de cómo la usemos. Muy fascinante tu artículo como siempre. Saludos cordiales.
De acuerdo contigo, lo malo no es la tecnología, es como nos relacionamos con ella. Saludos y un abrazo desde México.