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Soy un amante de la música, siempre lo he sido. Una de mis "frases célebres" personal es: 'Tanta música y tan poco tiempo'. Desde que tengo memoria la música ha sido parte de mi vida. Las notas y las letras pueden considerarse mis dos grandes compañeras de vida, y con muchísima frecuencia, como ahora que escribo esto, las disfruto en simultaneo.
Sin embargo he descubierto que no todos disfrutamos la música de la misma manera, e incluso nuestra manera de hacerlo puede cambiar a lo largo de nuestra vida. De niño me recuerdo poniendo discos en la consola de mis padres para ponerme a bailar. Ya en la adolescencia mi pasión era grabar mis propios cassettes con mi música favorita.
Poco más tarde, ya en la universidad, mi dinero no lo gastaba en fiestas o salidas con los amigos, sino que me lo gastaba en música, en los discos de mis grupos favoritos y los que iba descubriendo. En ese entonces armé una pequeña, pero selecta colección de acetatos que aún conservo, aunque de momento no tengo en donde reproducirlos.
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Con la llegada de los cd's y las plataformas como Napster descubrí que era un melómano irremediable. Me encantaba tener todo lo grabado por mis artistas favoritos, y la variedad de estilos que escuchaba se amplió enormemente. Y en fechas recientes, hace algunos años, descubrí que soy audiófilo, o sea un amante de la alta fidelidad.
Desde siempre soñé con tener un gran equipo de sonido, y fui muy sensible a la calidad del audio. Vivía ajustando la equalización de mis equipos para lograr el mejor sonido posible, y me encantaba, y sigue encantando, sentarme a escuchar música y ver que nuevos sonidos descubro en cada canción.
Pero volviendo a como no todos disfrutamos la música de la misma manera, recuerdo una actividad, hace ya algunos años atrás, en la que nos hicieron participar a los docentes de la universidad. Esta consistió en que nos pusieron diferentes piezas de música mientras teníamos los ojos vendados, y nos pidieron que nos dejáramos llevar por la música.
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La facilitadora del evento, al ver que yo estaba quieto mientras escuchaba la música, quiso hacerme bailar, o al menos moverme, pero yo me rehusé, porque yo no disfruto la música de esa manera, salvo contadísimas y rarísimas excepciones. Yo disfruto de la música de una manera más intelectual. Se que suena hasta pedante, pero es la manera más sencilla que tengo para expresarlo.
Contrario a lo que hace mucha gente que se deja llevar por el conjunto de sonidos que conforman una pieza musical, yo cuando la escucho la descompongo y la analizo. No con el rigor de un músico profesional, porque no tengo esa formación, pero algo parecido.
Disfruto seguir los instrumentos por separado y luego en conjunto, y descubrir y hasta entender como se relacionan, logrando que la suma de las partes sea mucho más que los instrumentos por separado. Esta es una manera inusual de disfrutar la música que no todo mundo comprende, pero es mi manera, y me permite apreciar y valorar cualquier tipo de música.
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Recuerdo que una vez un amigo quiso que yo escuchara un disco que le gustaba mucho, lo cual hice, y cuando se lo devolví y me pidió mi opinión, y le dije que no me gustó, pero era un gran disco, me miró todo confundido y me preguntó, «¿cómo puedes decir que es un gran disco pero no te gustó?».
Para el esa afirmación era algo incomprensible, así que le expliqué todo lo bueno que tenía el disco desde mi punto de vista, y al final me dijo, «¿entonces si te gustó?», y cuando le dije de nuevo que no, fue como si algo hiciera corto-circuito en su cerebro. Tuve que explicarle que ese no era mi tipo de música, pero que eso no me impedía valorar la calidad del disco, pero creo que a pesar de todas mis explicaciones, no comprendió como podía valorar algo que no me gustaba.
Hay gente que no puede evitar moverse cuando escucha música. Bueno, pues yo no puedo evitar analizarla y apreciarla. No es algo que haga a propósito, simplemente lo hago, es la manera en que me relaciono con la música, es algo involuntario, así como para otros es ponerse a bailar, cantar o mover el pie.
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Pero ya sea que analices la música como yo, la cantes, la bailes, o la ejecutes, lo importante es sentirla, cada quien a su manera, y disfrutar de lo mucho que nos aporta, ya que es nuestro espejo, y nos refleja así como nosotros a ella. Ya sea instrumental o cantada, acústica o electrónica, tranquila o estridente, amable o reaccionara, de amor o de protesta, la música es parte de nosotros porque a través de ella reflejamos lo que somos y hemos sido a lo largo del tiempo.
¡La de recuerdos que tenemos todos vinculados a una canción y/o un intérprete! La música de nuestra juventud suele ser la más apreciada, la que más nos marca, pero no siempre. Muchos recuerdan en particular la música de su infancia, la que ponían sus padres en casa, la que sonaba en la radio o ponían en la televisión.
Otros aquella vinculada a alguien o algo especial. En mi caso son casi todas la anteriores. Recuerdo la música, y hasta la voz de los locutores de la radio. La que ponían mis padres en el auto cuando estábamos en carretera. La de mi juventud, la de las fiestas con los amigos, y luego la que he ido descubriendo a lo largo de mi vida.
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Nunca olvidaré la primera vez que escuché a Pink Floyd, a Jean Michel Jarré, a Vangelis, el Carmina Burana de Carl Orff, la hermosa letra de Playa Girón de Silvio Rodríguez, las guitarras acústicas de Acoustic Alchemy, o la maravilla ecléctica que crea Cornelius en cada nuevo disco, o cuando descubrí a Caifanes o The Cure, o la espiritualidad de Facundo Cabral y el erotismo lírico de Gustavo Cerati.
La música me ha dado, y me sigue danto tanto, que necesitaría llenar libretas para agradecérselo. Pero dada mi incapacidad, me limitaré a decir de nuevo lo que digo siempre: 'tanta música y tan poco tiempo, tanta música y tan poca vida'. Muchas gracias por leerme y hasta la próxima.
©bonzopoe, 2025.
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