Cuando es necesario ir y venir. ESP-ENG

in Holos&Lotus5 days ago (edited)

publicaciónSaludos, amigos de @holos-lotus, gracias al retorno de nuestra amiga @rosahidalgo, desando caminos para mostrar mis vivencias a partir de la lectura de su

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Puente sobre el río Apure, entrada a San Fernando.

Llegué a un pueblo de calles amarillas y polvorientas y un calor amainado por promesas de amor, así me tocó. El sentimiento tiene el poder de hermosear los panoramas o era una tendencia mía. Algunas compañeras de trabajo no aguantaron y se regresaron a la ciudad, "aquí no se consigue ni donde comprar ni un par de medias de nailon, me dijo una»

Yo iba dispuesta a enrumbar mi vida, recién graduada de profesora, casada, y con una niña de año y medio. Tuve la suerte de ser bien recibida en el liceo donde me correspondió laborar, se respetó mi trabajo y eso me dio una estabilidad en un aspecto tan importante.

Extrañaba a mi familia, a mi madre sobre todo y a aquel grupo humano conformado por abuela, tíos, primos y demás familiares, que solía tener cerca, sobre todo los domingos, cuando por las tardes, la casa de mi abuela se llenaba de risas.

Ese mismo año de mi llegada, las lluvias habían socavado un trozo de carretera entre Guárico y San Fernando de Apure, y había que pasar en canoa, una situación que duró un buen tiempo, mientras colocaban un puente de guerra provisional. El paso en bote no era lo que iba a impedir que yo viajara de regreso, con mi niña, a ir a ver a los míos, cada vez que podía.

Me costó acostumbrarme, aún no tenía casa propia, vivía con la suegra y otros familiares del padre de mi hija. El desacomodo pasó factura y una úlcera duodenal muy dolorosa me obligaba a viajar más seguido a Maracay a buscar solución médica. Un día, el doctor me dijo de forma contundente, que tenía que aprender a querer a Apure, sí quería curarme. (Mi primera lección con el manejo de las emociones)

No tenía otra opción, la idea de regresarme y conseguir trabajo en Maracay era más difícil, y esa parte de mi vida sí estaba bien en el llano. Los estudiantes llaneros tienen su encanto: la jovialidad, facilidad para el canto, la composición, contar historias y el apego al terruño, le otorgan una manera de ser que amarra y encariña demasiado.

Aprendí a amar al llano, a su gente y las cosas se enrumbaron. Cuando mi hija tuvo cuatro años, logramos comprar una casa. No es fácil explicar la infinita emoción que es pisar suelo propio, sentir la pertenencia de un techo, es el cobijo, la protección y la concreción del concepto de hogar. Fui feliz, armé la familia propia, a mí modo, con mis mañas, como yo quería, lejos de imposiciones o directrices odiosas externas. Construí como una mamá gallina el nido para cuatro pedazos de mí.

En una visita, mi mamá que ya tenía tiempo enferma se agravó, falleció y quedó en tierras llaneras. Con mi convicción de que ahora ella sabía más de mí, consideré que ya no había motivo para mantener apariencias y decidí que sola era mejor. Un divorcio que no generara traumas a los hijos, con pasos lentos pero firmes y en el momento que Dios quiso, y con el tiempo el vuelo de la mamá gallina a tierras conocidas.

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Volver al lugar de la niñez y juventud, una especie de recorrido inverso a la tierra donde ni las personas ni las casas existen, pero donde es posible retomar o emprender nuevos proyectos, porque sí, porque me lo merezco. Caminar por calles asfaltadas y espacios conocidos, con el corazón de guía; pero como bien lo canta Mercedes Sosa, «uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida» y cada vez que quiero subo al autobús y regreso al calor de los hijos y nietos, que hacen soportable el clima atmosférico, y luego vuelvo otra vez al nuevo nido. Volver y volver, de eso se trata ahora.

Gracias por tu amable lectura.


Mi contenido escrito surge de mi redacción personal con el uso de mi cerebro. NO USO IA PARA ESCRIBIR.
Imágenes propias de archivo personal tomadas con mi teléfono. Quizá ya utilizadas antes en alguna otra publicación.
Usé el traductor de Google.

English Version

publicationGreetings, friends of @holos-lotus, thanks to the return of our friend @rosahidalgo, I am looking for ways to show my experiences from reading your

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Bridge over the Apure River, entrance to San Fernando.

I arrived To a town of yellow, dusty streets and a heat calmed by promises of love, that's what happened to me. Feelings have the power to beautify the landscape, or was that just my tendency? Some of my coworkers couldn't bear it and returned to the city. "You can't even buy a pair of nylon stockings here," one of them told me.

I was ready to get my life on track, having just graduated as a teacher, married, and with a one-and-a-half-year-old daughter. I was lucky enough to be well received at the high school where I worked. My work was respected and that gave me stability in such an important aspect.

I missed my family, my mother above all, and that group of people made up of my grandmother, uncles, cousins, and other relatives, who I used to have around, especially on Sundays, when in the afternoons, my grandmother's house was filled with laughter.

That same year I arrived, the rains had undermined a stretch of road between Guárico and San Fernando de Apure, and I had to cross by canoe, a situation that lasted a long time, while they put in a temporary war bridge. Crossing by boat was not what was going to stop me from I traveled back with my daughter to go see my family whenever I could.

It took me some time to get used to it, I still didn't have my own house, I lived with my mother-in-law and other relatives of my daughter's father. The discomfort took its toll and a very painful duodenal ulcer forced me to travel more often to Maracay to seek medical help. One day, the doctor told me bluntly that I had to learn to love Apure, if I wanted to get better. (My first lesson in emotional management)

I had no other option, the idea of returning and getting a job in Maracay was more difficult, and that part of my life was fine in the plains. The students from the plains have their charm: their joviality, their ability to sing, compose, tell stories and their attachment to the land, give them a way of being that is very tying and endearing.

I learned to love the plains, its people and things got on track. When my daughter was four years old, we managed to buy a house. It is not easy to explain the infinite emotion of stepping on one's own land, feeling the belonging of a roof, it is the shelter, the protection and the concretization of the concept of home. I was happy, I built my own family, in my own way, with my tricks, as I wanted, far from impositions or hateful external guidelines. I built a nest for four pieces of me like a mother hen.

During a visit, my mother, who had been ill for some time, became worse, died and was left in the plains. With my conviction that now she knew more about me, I considered that there was no longer any reason to keep up appearances and decided that it was better to be alone. A divorce that would not cause trauma to the children, with slow but firm steps and at the time that God wanted, and with time the flight of the mother hen to familiar lands.

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Returning to the place of childhood and youth, a kind of reverse journey to the earth where neither people nor houses exist, but where it is possible to resume or undertake new projects, because yes, because I deserve it. Walking along paved streets and familiar spaces, with the heart as a guide; but as Mercedes Sosa sings, "one always returns to the old places where one loved life" and every time I want I get on the bus and return to the warmth of the children and grandchildren, who make the atmosphere bearable, and then I return again to the new nest. Return and return, that's what it's all about now.

Thank you for your kind reading.


My written content comes from my personal writing with the use of my brain. I DO NOT USE AI TO WRITE.
Images from personal archive taken with my phone. Maybe already used before in some other publication.
I used Google translator.

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Que hermoso texto, cuanto crecimiento el tuyo. Eres ejemplo para otras, estoy muy feliz de poder leerte. ❤

Gracias por tu amable comentario. La vida tiene sus senderos en los cuales vamos observando y tomando lo mejor que se nos presente y aprendiendo tanto. Saludos y abrazos.

Lamento lo de tu madre pero aplaudo el crecimiento esa fotografía del final recoge todo lo que expresas en el texto, a mí también me gusta mucho el llano sobretodo por lo que me inspira en sus atardeceres.

Hermoso texto

El llano guarda además de sus leyendas y el paisaje extraordinario, que sirve de inspiración, la calidad humana, esa manera de ser del apureño siempre dado a resolver, a ayudar, con amabilidad y salidas jocosas que hacen los momentos tan cálidos como su clima.

Hola, @charjaim. Volver, volver, hay vueltas que bien valen el esfuerzo o el querer, tumbando con ello el viejo refrán, que ni para agarrar impulso, pues estos retornos nos llenan de ilusión y satisfacción. Bien por ti, por esa decisión tomada que te llena de bienestar. 😊

Dios, cada vez que leo una publicación tuya aprendo a valorar mas la vida y todo lo que nos rodea, una historia cargada de emociones, vivencias, vida, aprendizajes, y todas las cosas que como personas algunas veces nos toca vivir, pero que la vida en su amor infinito por nosotros mismos nos devuelve a esos lugares donde hemos sido felices.

La vida siempre nos da un poco o quizás mucho de lo que esperamos, nunca es tarde cuando la dicha es buena, soy testigo fiel de esa madre ejemplar que eres y la cual admiro mucho, ademas de ser excelente madre también una gran amiga, volver a los lugares donde fuimos felices a seguir siendo felices.

Amar el llano, amar sus tardes, y la jovialidad y carisma de su gente.

Un gusto leer tan excelente contenido.

@tipu curate 8