Qué palabras tan ciertas, en la infancia generalmente nos ponemos ese traje de inseguridad y baja estima y no aprendemos a consentir nos. Esos ratos de spa con tus hijas sí que son un regalo. También me gustó no andar preguntando a nadie el porqué de nuestra compra, a veces las respuestas no van.
Gracias por contarnos.
Nadie mejor que nosotros mismos para la crítica interna, sabemos cuando podemos hacer ese gasto y cuando no, pero cuándo si es posible vamos a darnos ese gustito que nos merecemos.