Mi abuela le pedía a sus hijos y nietos, que de lo que le llevaran, le llevaran algo para reglalar, y siempre tenía dinero sencillo, dulces, galletas, comida que le daba a gente que pasaba y que la visitaba, que eran de bajos recursos.
Hoy en día, muchos años ya de haber muerto, he conseguido gente que me dice, que recuerda a mi abuela y que siempre tenía algo en la mano para dar.
Mi familia sacó esto (lo aprendió, diría yo) y todos, de una u otra manera, tíos y primos que conozco, han estado involucrados en actividades solidarias.
Incluso, una de sus hijas, una de mis tías mayores, que hace tiempo también partió, construyó con sus manos un comedor para niños, cerca de su casa, en un bario de Maracaibo, que hizo crecer y que actualmente aún funciona.
Así somos los venezolanos.
Un abrazote grande, grande.
Gracias @irvinc porque me has llenado de luz con este escrito.
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