Cuando niño escuchaba mucho la expresión de que Dios estaba en todos lados. Esto me llevaba a varias interrogantes:
¿es un Dios multiplicado?
¿son muchos dioses?
Eso me confundía porque mis padres me enseñaban que solo había un Dios. Pero, ¿Cómo podía estar en todas partes?
Con el tiempo y curioseando descubrí o entendí que Dios está en cada uno de nosotros. Por favor, entienda que es mi opinión y con ella no pretendo imponer nada, es solo mi creencia.
Ese Dios que está en cada uno de nosotros, en nuestros corazones, muchas veces no se hace presente debido a la dureza del corazón. Hay que ser humilde para poder hacer que Dios nos muestre su presencia en nosotros. Es algo complicado de expresar, pero en resumen es así. Repito es mi pensar. Entonces, ese Dios maravilloso es nuestra voz interna.
Leyendo el texto de @rosahidalgo me trasladé de inmediato a diferentes episodios de mi vida en donde las circunstancias han sido oscuras, tales como estar justo en un robo armado en un banco o en la empresa donde trabajaba, en el derrumbe de una montaña y quedar atrapado en una unidad de transporte público y la más reciente la desconexión de una parte de mi cuerpo. Todas con una particularidad en común, la serenidad en mí.
Hace muchos años fui a buscar a mi novia que trabajaba en una agencia bancaria. La idea era invitarla a almorzar y robarle unos besitos. Esa chica me gustaba un mundo. Al llegar a la agencia, mi novia expresó que debíamos esperar porque un primer grupo había salido a comer y estaba sin regresar. La agencia tenía dos sendos sofás y yo me senté en uno de ellos mientras mi novia seguía en lo suyo.
No habían pasado 10 minutos cuando vi entrar a un señor de baja estatura, de unos 50 años, con traje marrón a rayas, estilo el padrino, portando un sobre manila pegado a su pecho. Interpreté que en el sobre contenía dinero en efectivo. El hombre se dirigió al único cajero que atendía al público, le dijo algo y se dirigió al mueble donde estaban las planillas de retiro y depósito.
Mi novia atendía un cliente y otras dos chicas estaban en sus escritorios. Acto seguido entra un caballero alto y delgado, con un traje marrón oscuro, sin corbata. Debo indicar que para entrar en la agencia el vigilante que estaba en su caseta debía oprimir un botón para que la cerradura eléctrica permitiera abrir la puerta.
Una vez que hombre alto y delgado entró y la puerta se cerró, este sacó un inmenso revolver. Todo parecía de película. A su vez, el hombre cincuentón sacaba otro revolver del sobre manila gritando que era un asalto y que todos debíamos quedarnos tranquilos para no salir heridos. Según sus palabras, ellos querían el dinero del banco y largarse.
El delincuente alto golpeó el vidrio de la caseta de vigilancia exigiéndole al vigilante que saliera o algo malo le sucedería a todos. el tipo mostraba que era violento. El vigilante fue inteligente y cedió a la petición. Yo seguía como en una sala de cine.
Una vez que el vigilante sale la caseta es golpeado con la cacha de revolver. De inmediato la sangre le cubrió la cabeza y fue desarmado. Yo viendo lo que sucedía me di cuenta de que en el exterior de la agencia llegaba un motorizado de esos que hacen diligencias a las empresas y se dirigió a la puerta. Pensé que se daría cuenta y llamaría a la policía, pero no. Era otro miembro de la banda. Este jamás se quitó el casco ni los lentes oscuros.
El delincuente bajito le exigió el dinero al cajero mientras el alto llevaba al vigilante herido a la parte donde estaban los escritorios mientras el motorizado custodiaba la puerta. En ese momento una de las chicas que estaba bien chévere entró en pánico. El alboroto que creo esa chica fue tan monumental que el delincuente la tomó por un brazo, le gritó que callara y me la lanzó.
Vi que la chica iba a caer y me levanté sin pensarlo para atajarla. Cayó en mis brazos. En ese momento fui feliz. No me lo crean, solo la abracé para que se calmara y la invité a sentarse en el sofá. Ella no paraba de llorar. Entonces le indiqué que no demostrará temor y que hiciera una plegaría en silencio, que todo saldría bien. Al medio calmarse me preguntó: ¿Cómo haces para estar tan tranquilo? No respondí.
El cincuentón ordenó que todos pasáramos al baño que se encontraba en la parte más escondida de la agencia. Pensé, todos estaremos en pelota. Mi mamá decía siempre: usted debe tener ropa interior en buen estado, nunca se sabe cuándo tendrá que mostrarla. Yo estaba impecable. Las madres son sabias.
El gerente del banco habló intentando calmar a los asustados y hasta los mismos delincuentes que se les notaba el nerviosismo. Una buena actitud del gerente, un buen líder mantiene la calma de sus seguidores. Mientras, yo en el sofá, viendo mi película en vivo y bien acompañado. Solo me faltaban las cotufas.
Minutos después se fueron los malhechores y a las mil y quinientas llegaron los policías. De la agencia nos fuimos para las oficinas de la policía científica. Fueron 12 horas inolvidables que no se las deseo a nadie.
Viajando de Medellín a Cúcuta con destino final Caracas, viajaba en un bus cama por una carretera que atravesaba las montañas de la bella Colombia. La lluvia era inclemente y ocurrió lo que temíamos. La montaña se vino abajo y el alud se llevó por delante el bus que iba delante de nosotros, llevándolo a las profundidades de un barranco monstruoso. El movimiento de tierra también nos afectó porque golpeó la parte delantera del bus moviéndolo y dejando las ruedas en el aire. El precipicio lo teníamos pegado a la nariz y en mi garganta estaban las esféricas.
Los gritos y lloriqueos no se hicieron esperar, el caos se apoderó de la unidad de transporte que no tenía salida de emergencia o nadie sabía dónde estaba. En esos buses debería haber alguien que dé instrucciones para saber actuar en una emergencia. Algo así como en los aviones. Mi compañero de viaje y yo rompimos el vidrio y logramos salir para luego ayudar a los demás.
A finales de agosto, en una madrugada fría de Caracas, desperté con mi mano derecha inmóvil. El peor día de mi vida. Estaba asustado. La hipertensión se había desatado, había accionado un ACV. Eso lo supe después. Según el cardiólogo, fue un evento transitorio sin secuelas y estamos trabajando para que no vuelva a suceder. Fueron minutos tensos en los que converse con mi ser interior, con Dios.
En cada una de estas situaciones estuvo presente la serenidad aun cuando el pánico estaba por estallar. Me encomendé a mi fe y recordé lo aprendido, qué calmado podría reaccionar mejor para encontrar una solución al problema.
Soy practicante de la meditación, del conversar con mi espíritu. Estoy entrenado para respirar adecuadamente y buscar la luz en los momentos más desafiantes. No es fácil, pero el conectarme con mi voz, con mi ser espiritual, ayuda mucho. En esos momentos la fe es muy importante.
Es bueno hacer mención la razón del porqué digo que estoy entrenado. He hecho infinidad de cursos, talleres para saber reaccionar ante eventos telúricos, de fuego, situaciones de emergencia para poder tomar las decisiones correctas. Me ha tocado ser líder de una veintena de personas para guiarlos a la salida, sanos y salvos, todos arrastrándonos en el piso sin poder respirar aire puro y en la oscuridad total chocando con cualquier cantidad de obstáculos. El miedo te ataca, pero la confianza que se tiene en uno mismo, en la voz interna, te ayuda a ser responsable de la vida de los demás, de la propia para salir adelante.
Antes de retirarme es justo que les cuente que en una oportunidad, un amigo que en aquel momento era estudiante de la Escuela de Formación de Oficiales de las Fuerzas Armadas de Cooperación (EFOFAC) en Venezuela, me enseño a manejar un arma de fuego. Nos fuimos a una casa que tenía la familia de él en las cercanías de la población de Palo Negro, estado Aragua, y en una de esas haciendas solitarias para aquel entonces buscamos un sitio seguro y comenzamos a disparar. El sentir, la potencia del arma y su capacidad destructiva era adictiva.
Una vez terminada la jornada, o quizás la munición, nos fuimos a casa a tomar unas copas y por la noche salimos a cenar con las chicas. Mientras estábamos en el aparcamiento cerrando los vehículos, Guillermo, mi amigo, se acercó a mí y me puso la pistola que había disparado en el costado derecho. En ese momento sentí un pavor terrible, no sabía si era mi amigo o si estaba soñando, solo sabía que el artefacto era destructor, que podía acabar con mi vida. Allí no escuché mi voz. El miedo se adueñó de mí. Guillermo me daba otra lección sobre el armamento: portar un arma de fuego no es juego, es una inmensa responsabilidad que muchos no entiende.
Todos los Derechos Reservados. © Copyright 2024 Germán Andrade G.
Contenido original, escrito para:
ESCUCHA LA VOZ por @rosahidalgo.
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Imágenes editadas usando CANVA.
Es mi responsabilidad compartir con ustedes que, como hispanohablante, he tenido que recurrir al traductor Deepl para poder llevar mi contenido original en español al idioma inglés. También, hago constar que he utilizado la herramienta de revisión gramatical Grammarly.
English
As a child, I heard many expressions that God was everywhere. This led me to several questions:
Is it one God multiplied?
Are there many gods?
That confused me because my parents taught me that there was only one God. But how could he be everywhere?
With time and curiosity, I discovered or understood that God is in each one of us. Please know that this is my opinion and with it, I do not intend to impose anything, it is only my belief.
That God who is in each one of us, in our hearts, many times is not present due to the hardness of that heart. It is necessary to be humble to be able to make God show his presence in us. It is something complicated to express, but in summary, it is like this. I repeat, this is my thought. So, that wonderful God is our inner voice.
Reading @rosahidalgo's text I was immediately transported to different episodes of my life where the circumstances have been dark, such as being present in an armed robbery in a bank or in the company where I worked, in the collapse of a mountain and being trapped in a public transport unit and the most recent, the disconnection of a part of my body. All of them with a particularity in common, the serenity in me.
Many years ago I went to look for my girlfriend who worked in a bank agency. The idea was to invite her to lunch and steal a few kisses. I liked that girl a lot. When we arrived at the agency, my girlfriend told me that we had to wait because there was a first group that had gone out to eat and had not returned. The agency had two sofas and I sat on one of them while my girlfriend continued with her business.
Not 10 minutes had passed when I saw a man of short stature, about 50 years old, wearing a brown pinstripe suit, Godfather style, carrying a manila envelope attached to his chest. I interpreted the envelope to contain cash. The man went to the only teller serving the public, said something to him, and went to the cabinet where the withdrawal and deposit slips were.
My girlfriend was serving a customer and two other girls were at their desks. Then a tall, thin gentleman came in, wearing a dark brown suit, without a tie. I should point out that to enter the agency, the guard in his booth had to press a button so that the electric lock would allow the door to open.
Once the tall, thin man entered and the door closed, he pulled out a huge revolver. That looked like something out of the movies. At the same time, the man in his fifties pulled out another revolver from the manila envelope, shouting that it was a robbery and that we should all stay calm so as not to get hurt. According to his words, they wanted the money from the bank and to leave.
The tall offender banged on the glass of the guard house demanding the guard to come out or something bad would happen. The watchman was smart and gave in to the demand. I followed as if in a movie theater.
Once the guard came out of the booth he was hit with the hilt of a revolver. Immediately blood covered his head and he was disarmed. As I watched what was happening, I noticed that outside the agency a motorized vehicle arrived, one of those that run errands for companies, and headed for the door. I thought he would call the police, but no. It was another gang member. It was another gang member. He didn't take off his helmet or his dark glasses.
The short criminal demanded the money from the cashier while the tall one took the injured guard to the part where the desks were while the motorized man guarded the door. At that moment one of the girls, who was very cool, panicked. The commotion created by that girl was so monumental that the delinquent grabbed her by the arm, yelled at her to shut up, and threw her at me.
I was already on my feet and when she came into my arms I was happy. Don't believe me, I just hugged her to calm her down and invited her to sit on the couch. She wouldn't stop crying. Then I told her not to be afraid and to say a silent prayer, that everything would be all right. When she half calmed down she asked me: How do you manage to be so calm? I had no answer.
The fifty-year-old ordered us all to go to the bathroom, which was located in the most hidden part of the agency. At that moment, I thought, we will all be in our underwear. My mother always said: that you should have underwear in good condition, you never know when you will have to show it. I was spotless.
The bank manager spoke, trying to calm down the frightened people and even the criminals themselves, whose nervousness was evident. A good attitude from the manager, a good leader keeps calm. Meanwhile, I was on the couch, watching my movie live and in good company. The only thing missing was the popcorn.
A few minutes later, the thieves left and the police arrived a long time later. From the agency, we went to the forensic police offices. It was an unforgettable 12 hours that I would not wish on anyone.
Traveling from Medellin to Cucuta with a final destination in Caracas, I was traveling in a sleeper bus on a road through the mountains of beautiful Colombia. The rain was inclement and what we feared happened. The mountain collapsed and the avalanche carried the bus ahead of us into the depths of a monstrous ravine. The movement of the earth also affected us because it hit the front of the bus, moving it and leaving the wheels in the air. The ravine was right under our noses and in my throat were the spheres.
The screams and whimpers were not long in coming and chaos took over the transport unit that had no emergency exit or nobody knew where it was. In those buses, there should be someone to give instructions on how to act in an emergency. Something like in airplanes. My traveling companion and I broke the glass and managed to get out and then help the others.
At the end of August, on a cold morning in Caracas, I woke up with my right hand still. The worst day of my life. I was scared. Hypertension had broken out, I had triggered a stroke. I learned that later. According to the cardiologist, it was a transitory event with no sequelae and we are working to prevent it from happening again.
In each of these situations, serenity was present even when panic was about to break out. I entrusted myself to my faith and remembered what I had learned, how calmly I could react better to find a solution to the problem.
I am a practitioner of meditation, of conversing with my spirit. I am trained to breathe properly and look for the light in the most challenging moments. It is not easy, that is true, but connecting with my voice, with my spiritual being, helps a lot. In those moments faith is very important.
It is good to mention the reason why I say that I am trained. I have taken countless courses, and workshops to know how to react to telluric events, fire, and emergencies to make the right decisions. I have had to be the leader of about twenty people to guide them to the exit, safe and sound, all of us crawling on the floor without being able to breathe fresh air and in total darkness colliding with any number of obstacles. Fear attacks you, but the confidence you have in yourself, in your inner voice, helps you to be responsible for the lives of others, and for your own to get ahead.
Before retiring, it is only fair that I tell you that once, a friend of mine, who at that time was a student at the Officers' Training School of the Armed Forces of Cooperation (EFOFAC - Acronyms in Spanish) in Venezuela, taught me how to handle a firearm. We went to a house that his family had near the town of Palo Negro, Aragua State, and in one of those lonely farms at that time we looked for a safe place and started shooting. The feeling, the power of the weapon, and its destructive capacity were addictive.
Once the day was over, or perhaps the ammunition, we went home to have a few drinks and in the evening we went out to dinner with the girls. While we were in the parking lot locking the vehicles, Guillermo, my friend, approached me and put the gun he had fired on my right side. At that moment I felt a terrible dread, I didn't know if it was my friend or if I was dreaming, I only knew that the device was destructive and that it could end my life. There I did not hear my voice. Fear took over me. Guillermo was giving me another lesson about weaponry: carrying a firearm is not a game, it is an immense responsibility that many do not understand.
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The original content was written for:
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It is my responsibility to share with you that, as a Spanish speaker, I have had to resort to the translator Deepl to translate my original Spanish content into English. I also state that I have used the grammar-checking tool Grammarly.
Leerte es descubrir miles de facetas, no solo en tí, también en cualquier ser humano.
Creo que me has hecho vivir cada anécdota, pero la confianza en algo superior de hecho, es para mí muy importante.
Gracias por regalarnos algo tan personal, amigo @germanandradeg
Mi bien estimado Emilio (@emiliorios), si el texto te ha gustado me siento más que recompensado. Después que escribí “Serenidad en el Caos”, me puse a pensar que yo sí que tengo cuentos. Eso debe pasarle a todos los que hemos pasado el medio cupón.
Gracias por tu visita.
Te envío un fuerte abrazo virtual desde este lado del planeta.
Gracias, gracias, mi amigo Germán; @germanandradeg
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Que ventaja y tan importantes es como desribes estar entrenado para respirar adecuadamente y buscar la luz en los momentos más desafiantes, creo que todos deberíamos aprender eso mi querido amigo @germanandradeg, disfruté mucho leer todas esas vivencias, !LADY
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Gracias por tu bello comentario @cautiva-30.
Divertido paseo entre la presencia de Dios en cada uno de nosotros, porque yo también y sin ánimos de imponer, soy del team el Dios que me habita y tus episodios al filo de los retos del ego y del emocionar que lo acompaña el miedo @germanandradeg. Gracias por leerme