Quiero agradecer la iniciativa de @damarysvibra al invitarnos a interactuar en esta comunidad maravillosa @holos-lotus, donde podemos hablar de nuestro mundo interior y conocer a otras personas con inquietudes similares.
Cuando busco "mi yo navideño", debo confesar que tengo sentimientos encontrados, producidos por la anulación de la tradición navideña.
Nací en 1969, en medio de una cultura bucólica. Bohios con piso de tierra, fogón de leña, arboledas alrededor de la vivienda. Familias que madruga para trabajar la tierra y a su regreso premian a sus hijos con frutas. Si algo escuché del nacimiento de Jesús, Papá Noel o Reyes Magos fue desde la radio. No recuerdo nada al respecto y en aquella época era imposible formar una imagen ante lo nunca visto.
Sin embargo somos una familia cristiana con reconocimiento a la herencia espiritual.
Alguna que otra vez tuvimos en nuestras manos una postal con flores de pascuas y al abrirlas nos sorprendía un villancico, que a fuerza de repetir la hermosa melodía terminaba por gastarse la energia de la minúscula batería.
Era usual estrenarse ropa y zapatos en el mes de diciembre. Caminar por los trillos cercanos poniendo coronas de flores de maravillas y amapolas en nuestras cabezas y cuellos, como símbolo de alegría y festividad.
Nuestros familiares adultos se reunían en canturias o guateque por "noche vieja", donde fluían las tonadas de tres y laúd, décimas, canciones mexicanas y el baile en pareja.
Pencas de coco adornaban las entradas a las casas campesinas; recortes de papel de viejas revistas o tela de colores colgaban en forma de banderillas y lamparas recreando techumbres de fantasías.
Las luces de colores eran desconocidas, solo los candiles o fogatas brindaban la luz necesaria en el convite.
Las fiestas campesinas bajo las fechas navideñas no se diferenciaban mucho de las realizadas por otros acontecimientos. En cada cita estaban presentes el guardiente de caña, limonada, canchancharas (alcohol, miel y limón), junto a la toronja o naranja en almíbar, el matahambre (yuca, coco y miel), queso blanco, casquito de guayaba. Las cenas de "noche vieja" eran con masas fritas o cerdos asados en púas, yuca o plátano, lechugas y congrís; dispuestos sobre una mesa con manteles de hojas de plátano.
La mayor parte de la sociedad asumió que la celebración de estas fechas constituían "problemas ideológicos", por tanto pasaron las décadas sin que conociéramos los turrones de yema, los de Alicante, las nueces, los chocolates, las manzanas y mucho menos los arbolitos de Navidad con sus luces de colores.
https://pixabay.com/photos/christmas-christmas-tree-3809544/
Con el paso de los años no olvido el ambiente guajiro, de campo; solo vamos enriqueciéndo nuestro espectro; aportando y preservando costumbres y reconociendo la belleza de las fiestas navideñas en otros países.
En 1988 vi el primer árbol de Navidad traído por mi hermana desde la extinta URSS, por mucho tiempo constituyó la mejor escenografía para fotos familiares.
Alguna que otra persona de avanzada edad, contaba que las calles y vidrieras de mercados daban un espectáculo navideño a la altura de lo visto en revistas y postales. Los conciertos de villancicos estaban limitados a la iglesia católica.
Hoy las circunstancias del país no permiten celebrar con vinos, champaña, dátiles, pavos asados; quizás ni con el tradicional aguardiente, cerdo asado y el congris. La unión familiar se sostiene en el amor inquebrantable, sin embargo como nunca antes el éxodo pende como espada de Démocles sobre la generalidad de las familias cubanas.
Los niños tienen otras referencias y oportunidades, por ejemplo Jorgito uno de los más pequeños de mi nutrida familia, ostenta sus adornos navideños y alegra nuestras vidas con esos detalles.
Pide regalos a los Reyes Magos porque además, nació justo ese día. Pone hierbas y agua debajo de su cama para aliviar la sed y el hambre de los visitantes que seguramente dejaran el deseado regalo.
Ver a Jorgito con su gorro navideño y su pequeño árbol alumbrado es sentir que, pese al deterioro económico del país, avanzamos hacia lo más universal: nuestros sueños.
Las fotos utilizadas han sido tomadas por mi y una de pixabay.com
Versión en English
The Christmas of my memories
I want to thank @damarysvibra for the initiative in inviting us to interact in this wonderful community @holos-lotus, where we can talk about our inner world and meet other people with similar concerns. When I search for "my Christmas self", I must confess that I have mixed feelings, produced by the cancellation of the Christmas tradition.
I was born in 1969, in the middle of a bucolic culture. Bohios with dirt floor, wood stove, groves around the house. Families that get up early to work the land and upon their return reward their children with fruits. If I heard anything about the birth of Jesus, Santa Claus or the Three Wise Men, it was from the radio. I don't remember anything about it and at that time it was impossible to form an image of what had never been seen. However, we are a Christian family with recognition of spiritual heritage. Occasionally we had a postcard with Easter flowers in our hands and when we opened them we were surprised by a Christmas carol, which by repeating the beautiful melody ended up using up the energy of the tiny battery. It was usual to wear new clothes and shoes in the month of December. Walk along the nearby trails putting flower crowns of marigolds and poppies on our heads and necks, as a symbol of joy and festivity. Our adult relatives gathered in canturias or guateque for "New Year's Eve", where the tunes of tres and lute, décimas, Mexican songs and couple dancing flowed.
Coconut palms decorated the entrances to the peasant houses; Paper cuttings from old magazines or colored fabric hung in the form of flags and lamps recreating fantasy roofs. Colored lights were unknown, only lamps or bonfires provided the necessary light at the banquet. The peasant festivals during the Christmas season did not differ much from those held for other events. At each event, the cane guardiente, lemonade, canncharas (alcohol, honey and lemon) were present, along with the grapefruit or orange in syrup, the matahambre (cassava, coconut and honey), white cheese, and guava husk. The "New Year's Eve" dinners were with fried dough or pigs roasted in spikes, cassava or plantain, lettuce and congris; arranged on a table with banana leaf tablecloths. Most of society assumed that the celebration of these dates constituted "ideological problems", therefore decades passed without us knowing about yema nougats, those from Alicante, nuts, chocolates, apples, much less the little trees of Christmas with its colored lights.
As the years go by, I do not forget the guajiro, countryside environment; We are only enriching our spectrum; contributing and preserving customs and recognizing the beauty of the Christmas holidays in other countries.
In 1988 I saw the first Christmas tree brought by my sister from the former USSR, for a long time it was the best scenery for family photos. Some elderly people said that the streets and market windows gave a Christmas spectacle on par with what was seen in magazines and postcards. Carol concerts were limited to the Catholic church. Today the circumstances of the country do not allow celebrating with wine, champagne, dates, roast turkeys; perhaps not even with the traditional brandy, roast pork and congris. The family union is sustained by unbreakable love, however, like never before, the exodus hangs like a sword of Democles over the majority of Cuban families.
Children have other references and opportunities, for example Jorgito, one of the youngest in my large family, shows off his Christmas decorations and brightens our lives with those details. Ask the Three Wise Men for gifts because he was also born on that day. He puts herbs and water under his bed to relieve the thirst and hunger of visitors who will surely leave the desired gift.
Seeing Jorgito with his Christmas hat and his small lighted tree is to feel that, despite the economic deterioration of the country, we are moving towards the most universal: our dreams
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