Saludos. La amiga @charjaim nos invita a compartir nuestras vivencias durante ese tiempo tan difícil de los primeros años del Covid. Les comento…
La pandemia del Covid fue algo inédito en la historia de la humanidad. Nunca antes una epidemia se había expandido tan rápidamente por todo el planeta. Las condiciones de la vida moderna, caracterizada por grandes movilizaciones de personas, fueron ideales para que en poco tiempo la humanidad sintiera la arremetida de un enemigo invisible para el que no estábamos preparados.
Creo que al principio la gran mayoría experimentamos sentimientos de miedo e incertidumbre. Las informaciones variaban de un momento a otro y había poca claridad sobre la manera más efectiva de actuar.
Para el momento de la epidemia la mayoría de mis hijos y mis dos nietas se encontraban fuera del país. Uno en Ecuador y el resto en España. En esos sitios se vivieron las cosas de modo diferente.
Afortunadamente con el auxilio de la tecnología mis hijos me iban informando en tiempo real de la marcha de los acontecimientos. Fueron meses en que yo pasaba todo el día y la noche pendiente de cualquier información que mandaran los muchachos. Ese empeño mío de angustiarme de modo irracional se desbordó completamente.
En la parte de España donde estaban mis hijos la cosa no estuvo tan fuerte. Hubo pocos días de restricción total. Y rápidamente aplicaron medidas para que la población pudiera salir al exterior. Mis nietas podían salir unas cuantas horas al día, lo que hizo que el confinamiento fuera mucho más llevadero. En la escuela también hubo pocos días de suspensión total, la estrategia que usaron fue suspender solo aquellos cursos donde había niños o representantes contaminados.
En Quito la situación fue más difícil, el confinamiento fue total durante varios meses, allá los servicios de salud colapsaron por la cantidad de emergencias y mi hijo quedó sin empleo porque su trabajo es cantar en sitios nocturnos. Tuvo que estar un buen tiempo tratando de estirar los ahorros. Como medida de solidaridad su casero le rebajó el canon de arrendamiento y le dijo que no se preocupara si no podía pagar la renta.
Acá en Venezuela la epidemia tuvo un impacto menor, nosotros teníamos un buen tiempo confinados por los problemas económicos y la severa restricción de gasolina; eso evitó que el virus se propagará tan rápido.
Por mi casa los primeros meses fueron duros porque se dificultaba el acceso a algunos bienes. Mucha gente se encerró y pasaban los días sin salir a ver la luz del sol.
A mi esposa y a mí, acostumbrados a pasar mucho tiempo en casa y dedicados a nuestras actividades de lectura y escritura, el asunto del encierro tampoco nos afectó tanto. Yo pude mantener mis rutinas. Salía a caminar al final de la tarde y me tocaba explicarles a los guardias que custodiaban la avenida que lo hacía para mantener mi salud. Además, les explicaba que a esa hora no había un alma en la calle y ellos eso lo entendieron sin problemas.
Lo más duro de ese tiempo fue la enfermedad de mi padre, que coincidió con los primeros meses de la pandemia, sobre eso ya he escrito en otras oportunidades.
Ya para el segundo año el asunto se había suavizado. Con la llegada de las vacunas se abrió una gran esperanza y una ventana de tranquilidad. Todavía se mantenían las restricciones para movilizarse por el territorio nacional, pero había más posibilidades de ir a los centros de abastecimiento como supermercados y farmacias
Sin embargo, en ese segundo año también me tocó despedir a la mamá de mi cuñada por causa del Covid.
Una de las cosas buenas que recuerdo de ese tiempo fue el gran espíritu de solidaridad de la gente. A nivel mundial éramos testigos de la entrega total del personal de salud, una legión de héroes anónimos que entregaron hasta su vida por cumplir con su deber.
Por mi zona las muestras de amor al prójimo también fueron notorias. La gente pudo organizarse para enfrentar el problema del abastecimiento. Cada quien era responsable y compraba solo lo que necesitaba, sin pensar en acaparar más de la cuenta. Incluso los que tenían pases especiales para ir a la ciudad se comprometían a traer algunos víveres y medicinas.
Fue muy común que las personas que enfermaban se rehusaran a ir a los centros de salud y pasaban la enfermedad en sus casas. Aquí también la solidaridad estuvo presente. Los vecinos se organizaban para llevar a esas personas comida, agua y los medicamentos que se pudieran. Había grupos encargados de dar vueltas a las personas mayores que estaban solas, con la finalidad de saber si tenían alguna necesidad.
Creo que con la experiencia del Covid aprendimos un poco de humildad y nos dimos cuenta que somos más vulnerables de lo que creemos; también sirvió para darnos cuenta que quizá albergamos en nuestros corazones más amor y solidaridad de la que solemos expresar.
Gracias por tu tiempo.
Greetings. Our friend @charjaim invites to share our experiences during that difficult time in the early years of Covid. Let me tell you...
The Covid pandemic was unprecedented in the history of mankind. Never before had an epidemic spread so rapidly across the planet. The conditions of modern life, characterized by large mobilizations of people, were ideal for humanity to feel in a short time the onslaught of an invisible enemy for which we were not prepared.
I believe that at the beginning the great feelings that most of us experienced were fear and uncertainty. Information varied from moment to moment and there was little clarity about the most effective course of action.
At the time of the epidemic most of my children and my two granddaughters were out of the country. One in Ecuador and the rest in Spain. In those places things were experienced differently.
Fortunately, with the help of technology, my children kept me informed in real time of the progress of events. For months I spent the whole day and night awaiting any information sent by the boys. My determination to be irrationally anxious got completely out of control.
In the part of Spain where my children were, things were not so bad. There were a few days of total restriction. And they quickly implemented measures so that the population could go outside. My granddaughters could go out for a few hours a day, which made the confinement much more bearable. At school there were also few days of total suspension, the strategy they used was to suspend only those classes where there were contaminated children or representatives.
In Quito the issue was stronger, the confinement was total for several months, there the health services collapsed due to the number of emergencies and my son was unemployed because his job is to sing at night. He had to spend a long time trying to stretch his savings. As a measure of solidarity, his landlord lowered his rent and told him not to worry if he could not pay the rent.
Here in Venezuela the epidemic had a lesser impact, perhaps it helped that we had already been confined for a long time due to the economic problems and the severe restriction of gasoline at the time.
In my house, the first months were hard because it was difficult to access some goods. Many people were locked up and days went by without going out to see the sunlight.
My wife and I, accustomed to spending a lot of time at home and dedicated to our reading and writing activities, were not so affected by the confinement. I was able to maintain my routines. I would go for a walk in the late afternoon and I had to explain to the guards who were guarding the avenue that I was doing it to maintain my health. I also explained to them that at that hour there was not a soul on the street and they understood that without any problems.
The hardest part of that time was my father's illness, which coincided with the first months of the pandemic, about which I have already written on other occasions.
By the second year the matter had smoothed out. With the arrival of the vaccines, a great hope and a window of tranquility was opened. There were still restrictions to move around the national territory, but there were more possibilities to go to the supply centers such as supermarkets and pharmacies.
However, in that second year I also had to say goodbye to my sister-in-law's mother because of Covid.
One of the good things I remember from that time was the great spirit of solidarity of the people. Worldwide we witnessed the total dedication of the health personnel, a legion of anonymous heroes who gave their lives to do their duty.
In my area, the love for others was also evident. People were able to organize themselves to deal with the supply issue. Everyone was responsible and bought only what they needed, without thinking of hoarding more than they needed. Even those who had special passes to go to the city undertook to bring some food and medicines.
It was very common that people who got sick refused to go to the health centers and spent the illness at home. Solidarity was also present here. Neighbors organized themselves to bring food, water and whatever medicines they could. There were groups in charge of going around the elderly people who were alone, in order to find out if they had any need.
I think that with the Covid experience we learned a bit of humility and realized that we are more vulnerable than we think; it also helped us to realize that perhaps we have more love and solidarity in our hearts than we usually express.
Thank you for your time.
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Comunidad Be Entrepreneur
Hola @irvinc, tienes toda la razón en que la experiencia de la pandemia fomentó la humildad en la gente. En mi país, al principio se tomaron medidas estrictas para reducir el movimiento de personas. Visitar lugares como hospitales, farmacias, cajeros automáticos y mercados eran la excepción, ya que se consideraban esenciales. No puedo imaginar lo que es preocuparse por la seguridad y el bienestar de tus hijos. Es bueno que el casero haya tenido la amabilidad de reducir el alquiler y no molestar a tu hijo por ello. Ha habido amabilidad y apoyo mutuo durante este tiempo, pero las vidas perdidas siempre permanecerán con nosotros, por desgracia. Gracias por compartirlo.
Para estos tiempos modernos, enfrentar una pandemia no ha sido del todo difícil; me refiero al hecho de que nos encontrábamos más preparados y había más información que la pandemia suscitada hace algo más de cien años.
Creo, que la dificultad que presentaron muchas personas fue la de movilidad. Quizá para ellos, el encierro era una pesadilla. Pero detrás de todas las cosas negativas que se pudieran mencionar, hay muchas positivas; una de ellas, el valorar la vida, el valorar la familia…, el valorar la libertad.
Los distintos medios de comunicación hicieron de las suyas, agregaron el amarillismo y el sensacionalismo… Refiriéndome a Venezuela, estadísticamente ha matado más persona el vandalismo que el COVID. Si revisamos las estadísticas de los últimos dos años, 5852 ciudadanos han fallecido a causa de COVID (cifras oficiales), mientras que en solo en el 2022 víctimas del hampa se contabilizan 10700 (CICPC).
Si hablamos en estadísticas mundiales, no llegamos a los 7 millones de fallecidos por el COVID, de una población de 8000 millones, lo que representa ni el 1%.
Sí, nosotros tenemos problemas mucho más serios que el COVID, lo de la delincuencia es una triste realidad. Muchas gracias por pasar y comentar estimado @amigoponc. Un fuerte abrazo desde Maracay.
Saludos mi bello. Ciertamente cada quien aprendió, lo que tenía qué aprender. Asumió posiciones, comportamientos y decisiones en función de lo que sentía. Un abrazo mi amigo.
Si, mi querida @antoniarhuiz, también creo que todos aprendimos algo. Muchas gracias por pasar y comentar. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.
La solidaridad se impuso antes que todos. Aquí aprendimos que todos somos vulnerables antes está enfermedad. Saludos
Hubo mucha solidaridad y empatía con el drama de los otros. Muchas gracias por la visita y el comentario. Que estés bien estimada @theresa16. Un fuerte abrazo desde Maracay.
Fueron tiempos difíciles, de los que aún quedan secuelas y en los que nos tocó aprender nuevamente a convivir en familia, siendo este, desde mi punto de vista, uno de los más grandes desafíos para personas que ya estaban acostumbradas a pasar entre ocho y doce horas en la calle, trabajando lejos de casa y de los problemas cotidianos.
Al igual que usted, el encierro no me afectó mucho porque ya estaba acostumbrado a pasar bastante tiempo en casa, pero la incertidumbre siempre estuvo presente y también hubieron pérdidas de personas cercanas a mi círculo familiar.
Somos afortunados de poder hablar sobre el tema. Saludos, estimado @irvinc.
Sí, somos afortunados de estar echando el cuento. Varios amigos y familiares murieron por la pandemia, otros quedaron con secuelas de la enfermedad. Muchas gracias por pasar y comentar estimado @juniorgomez. Un fuerte abrazo desde Maracay.
Soñe que los seres humanos despues debla pandemia ibamos a ser mas solidarios y apoyarnos unos aotros. Mas me despertea la cruda realidad que seguimos siendo los mismos amigo @irvinc
Si, como en todo mi querida @mafalda2018. Algunos maduraron y otros quedaron iguales. Muchas gracias por pasar y comentar. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.
Lamento mucho la perdida de tus familiares @irvinc. Fue muy triste la situación 💔. Pero el amor , como dices, surgió de dentro de todos y la solidaridad fue impresionante. Me parece interesante que la rutina y hacer cosas junto a tu esposa les ayudo ... excelente 👍. Gracias por compartir tu experiencia con nosotros. Feliz fin de semana para ustedes!!🤗
COVID-19 made huge impact in everyone's life. It was situation like the activities of whole world stopped for a while. I don't wish to face such kind of situation again in anytime and I think nobody want it also.
It's good thing that your beloved ones were safe.
Can I still participating that contest? I wanna participate too 😃.