A lo largo de mi vida, me he enfrentado a muchas expectativas que no se cumplieron. Pensaba que tendría una vida muy distinta, que lograría cosas que nunca llegué a alcanzar. En mi mente, imaginaba que sería una persona con un trabajo increíble, económicamente estable, con logros que me dieran validación. Pero no, no lo he logrado ni he sido la persona que pensaba ser. He llegado a sentirme una fracasada muchas veces, pero hoy ya no quiero quedarme anclada en un pasado que no puedo cambiar. Ya no soy una jovencita y, aunque me ha costado aceptarlo, tengo claro que lo único que realmente me pertenece es el presente y lo que pueda construir a partir de aquí. No quiero seguir llorando por lo que pudo haber sido, sino vivir lo que está por venir.
¿Cómo haces para amarte?
Amarme no ha sido fácil, porque durante mucho tiempo la crítica hacia mí misma ha sido muy dura. Me sentía constantemente insatisfecha, como si algo me faltara, como si nunca fuera suficiente. Pero con el tiempo he aprendido a aceptar mis errores, a comprender que no siempre tuve control sobre todo, y que las decisiones que tomé, buenas o malas, forman parte de mi camino. En lugar de culparme por lo que no alcancé, he comenzado a soltar ese peso. Me he dado cuenta de que seguir atormentándome por lo que no fue solo me impide avanzar.
Ahora intento enfocarme en lo que sí he logrado: en lo que he aprendido de mis caídas, en las veces que me he levantado y en esas pequeñas victorias que hacen la diferencia. Cada día que decido seguir adelante, aunque sea con un pequeño paso, es una forma de amor propio.
¿Qué consejos le darías a quienes escriben sobre depresión y baja autoestima para que puedan amarse nuevamente?
Lo primero que les diría es que dejen de castigarse por lo que no pudieron ser. Las comparaciones nos lastiman y nos alejan de la realidad de nuestro propio camino. A veces estamos tan atrapados en lo que no logramos que no somos capaces de ver todo lo que hemos hecho bien.
Todos cometemos errores, pero esos errores no nos definen. Si estás atravesando un momento difícil, empieza a mirarte con más compasión. La vida no siempre sale como la planeamos, y está bien. Es importante aceptar que no todo depende de nosotros y que merecemos el mismo amor y respeto que damos a los demás. Aprender a ser amables con nosotros mismos es el primer paso para sanar.
¿Cuál ha sido la actividad más importante para iniciar tu camino hacia la autovaloración y el amor propio?
Lo que más me ha ayudado es dejar de quedarme atrapada en el "¿qué hubiera pasado si...?". La culpa por lo que no logré me drenaba, pero aprendí a mirar atrás con más claridad y a comprender que no todo dependía de mí. Me di cuenta de que lo importante no es lo que no fue, sino lo que puedo hacer ahora. Y eso me ha permitido perdonarme a mí misma.
También he encontrado refugio en pequeños hábitos que me dan paz: escribir, hacer crochet o simplemente cuidar de mis plantas. Escuchar música ha sido otra forma de reconectar conmigo. Pero lo más importante ha sido aprender a escucharme a mí misma en lugar de dejar que la opinión de los demás dicte mi valor. Hoy sé que mi vida no se define por lo que otros piensen de mí, sino por cómo decido vivirla.
Acerca de la imagen equivocada que otros tienen de mí...
Algunas personas tienen una imagen equivocada de mí. Se quedaron con la idea de quien fui en mi infancia o adolescencia, sin entender realmente por qué actuaba de cierta manera. Siempre he tenido buenos sentimientos, pero también he sido alguien que no tolera las injusticias, especialmente cuando se trata de quienes no pueden defenderse.
Desde pequeña, vi cómo algunas personas maltrataban a los animales, los descuidaban o simplemente los dejaban a su suerte, y eso me dolía profundamente. No podía quedarme callada.
Recuerdo al gato Michael, el de mi prima. Antes de tener novio, ella lo cuidaba y lo quería, pero después, como si la responsabilidad desapareciera con su nueva vida, el gato quedó abandonado. Le daban sobras de comida inadecuada, no se preocupaban por su bienestar y, cuando enfermó, en lugar de ayudarlo, se burlaban de él. Lo veían sufrir y no hacían nada.
Yo era solo una niña, sin recursos para salvarlo, pero intentaba ayudarlo como podía. Ver su deterioro físico y la indiferencia de los demás me marcó. Fue ahí donde entendí que la gente puede ser cruel no solo por maldad, sino por simple indiferencia.
Con los años, ese mismo instinto de protección lo mantuve con mis propios animales. No quería que nadie les hiciera daño, y si alguien intentaba algo, yo reaccionaba. Eso no me hacía una persona problemática, simplemente no podía quedarme de brazos cruzados ante las injusticias. Pero mis familiares no lo vieron así. Se quedaron con la imagen de una niña o una adolescente "conflictiva", porque les resultaba más fácil etiquetarme así en lugar de ver la verdad.
Hoy sigo teniendo el mismo sentido de justicia, pero he aprendido a reaccionar de manera distinta. No porque haya cambiado mis principios, sino porque ahora entiendo mejor cómo enfrentar ciertas situaciones. Sé cuándo hablar y cuándo es mejor alejarse. Lo aprendí con el tiempo y con experiencias que me mostraron que hay personas que, sin importar cuánto hagas por ellas, nunca lo valorarán. Como mi tía.
El año pasado, cuando estuvo enferma y sin apoyo de sus hijos, fui yo quien se acercó para ayudarla. No lo hice esperando gratitud, sino porque así soy, porque no podía ignorar a alguien que me pidió ayuda. Pero en lugar de valorar mi esfuerzo, comenzó a hablar mal de mí, haciendo comentarios hirientes sobre mi físico, disfrazados de "bromas". En ese momento, comprendí que algunas personas simplemente no cambian y que no vale la pena insistir con quienes no respetan ni aprecian lo que uno hace.
Soltar la culpa y seguir adelante
Ya no me esfuerzo por quienes no lo merecen ni busco demostrarle nada a nadie. Sigo siendo la misma persona con principios, valores y un corazón noble, pero ahora tengo claro que mi energía y mi esfuerzo deben ir donde realmente se valoren, y la primera debo ser yo.
Por eso, ya no voy a culparme por nada. He dado lo mejor de mí con lo que tenía, he cedido, he tratado de comprender y hasta he bajado la cabeza más de una vez, pero aun así algunos me han juzgado injustamente. Si alguien no supo valorar lo que entregué, ese peso ya no me pertenece. He pasado demasiados años culpándome por cosas que no eran mi responsabilidad. Es momento de dejarlo atrás y seguir adelante, aunque signifique pasar de algunas personas que antes fueron cercanas.
Throughout my life, I have faced many unfulfilled expectations. I thought I would have a very different life, that I would achieve things I never reached. In my mind, I imagined myself as a person with an incredible job, financially stable, with accomplishments that would give me validation. But no, I haven’t achieved that, nor have I become the person I thought I would be. I have felt like a failure many times, but today, I no longer want to remain anchored to a past I cannot change. I am no longer a young girl, and although it has been hard to accept, I now understand that the only thing that truly belongs to me is the present and what I can build from here. I don’t want to keep crying over what could have been—I want to live what is yet to come.
How Do You Love Yourself?
Loving myself hasn’t been easy because, for a long time, my self-criticism was incredibly harsh. I constantly felt dissatisfied, as if something was always missing, as if I was never enough. But over time, I have learned to accept my mistakes, to understand that I didn’t always have control over everything, and that the decisions I made—whether good or bad—are part of my journey. Instead of blaming myself for what I didn’t achieve, I have started to let go of that weight. I have realized that tormenting myself over what didn’t happen only keeps me from moving forward.
Now, I try to focus on what I have accomplished: on what I have learned from my failures, on the times I have gotten back up, and on those small victories that make a difference. Every day I choose to move forward, even if it’s just a small step—it’s a form of self-love.
What Advice Would You Give to Those Writing About Depression and Low Self-Esteem to Help Them Love Themselves Again?
The first thing I would tell them is to stop punishing themselves for what they couldn’t become. Comparisons hurt us and distance us from the reality of our own journey. Sometimes, we are so caught up in what we didn’t achieve that we fail to see everything we have done right.
We all make mistakes, but those mistakes do not define us. If you are going through a difficult time, start looking at yourself with more compassion. Life doesn’t always go as planned, and that’s okay. It’s important to accept that not everything depends on us and that we deserve the same love and respect that we give to others. Learning to be kind to ourselves is the first step toward healing.
What Has Been the Most Important Activity in Your Journey Toward Self-Worth and Self-Love?
What has helped me the most is stopping the endless "What if...?" thoughts. The guilt over what I didn’t achieve drained me, but I learned to look back with more clarity and understand that not everything was in my control. I realized that what matters is not what didn’t happen but what I can do now. And that has allowed me to forgive myself.
I have also found refuge in small habits that bring me peace: writing, crocheting, or simply taking care of my plants. Listening to music has been another way to reconnect with myself. But the most important thing has been learning to listen to myself instead of letting others’ opinions dictate my worth. Today, I know that my life is not defined by what others think of me but by how I choose to live it.
About the Misconceptions Others Have About Me...
Some people have a mistaken image of me. They are stuck with the idea of who I was as a child or teenager, without truly understanding why I acted a certain way. I have always had good intentions, but I have also been someone who does not tolerate injustice, especially when it comes to those who cannot defend themselves.
Since I was a child, I witnessed people mistreating animals, neglecting them, or simply abandoning them, and that hurt me deeply. I couldn’t stay silent.
I remember Michael, my cousin’s cat. Before she had a boyfriend, she took care of and loved him, but after that, as if her responsibility disappeared with her new life, the cat was left abandoned. They fed him inappropriate leftovers, didn’t care for his well-being, and when he got sick, instead of helping him, they mocked him. They watched him suffer and did nothing.
I was just a child, without resources to save him, but I tried to help him as best as I could. Seeing his physical deterioration and others’ indifference marked me. That was when I understood that people can be cruel not only out of malice but out of simple indifference.
Over the years, I kept that same protective instinct with my own animals. I didn’t want anyone to hurt them, and if someone tried, I reacted. That didn’t make me a problematic person—I just couldn’t stand by and do nothing in the face of injustice. But my family didn’t see it that way. They clung to the image of a "troublesome" child or teenager because it was easier for them to label me that way than to see the truth.
Today, I still have the same sense of justice, but I have learned to react differently. Not because I have changed my principles, but because I now understand better how to handle certain situations. I know when to speak up and when it’s better to walk away. I learned this over time and through experiences that showed me that some people, no matter how much you do for them, will never appreciate it. Like my aunt.
Last year, when she was sick and without support from her children, I was the one who stepped in to help. I didn’t do it expecting gratitude but because that’s who I am—I couldn’t ignore someone who asked for my help. But instead of appreciating my effort, she started speaking badly about me, making hurtful comments about my appearance disguised as "jokes." At that moment, I realized that some people simply do not change and that it’s not worth insisting with those who don’t respect or appreciate what you do.
Letting Go of Guilt and Moving Forward
I no longer strive for those who don’t deserve it, nor do I try to prove anything to anyone. I remain the same person with principles, values, and a noble heart, but I now understand that my energy and effort should go where they are truly valued—and the first person to value them should be me.
That’s why I won’t blame myself for anything anymore. I have done my best with what I had, I have given in, I have tried to understand, and I have even lowered my head more than once—but still, some have judged me unfairly. If someone didn’t appreciate what I gave, that burden no longer belongs to me.
I have spent too many years blaming myself for things that were never my responsibility. It is time to leave it behind and move forward, even if it means distancing myself from people who were once close.
A seguir adelante reconstruyéndote, amándote, sin preocuparte por el pasado, el futuro viviendo el aqui ahora.
Esta es una acción poderosa para evitar el conflicto y sin malgastar tu energía.
Tiene toda la razón, es una acción poderosa. A mí me costó comprenderlo, pero lo hice.
Gracias por comentar 😊
Realmente me gusto tu escrito hecho desde el alma, aprendí muchas cosas de ti el dia de hoy
Me alegra que haya resonado con lo que usted piensa. Es verdad que salió del alma necesitaba escribir y fue bueno hacerlo.
Que tenga un hermoso día ☺️