Buenas tardes, amigos de Holos & Lotus. Espero que estén bien. Hoy quiero compartir algunas reflexiones que han estado rondando mi mente, pensamientos que surgen mientras intento poner mis emociones en palabras. Escribir me ayuda a procesar lo que siento y, al hacerlo, me he dado cuenta de que también está moldeando la forma en que gestiono mis emociones. Últimamente he sentido una mezcla de sensaciones quizás sea el estrés de que el mes está terminando o tal vez la influencia de la temporada de Acuario. Sea lo que sea, pensé que valía la pena compartirlo.
Las emociones son complicadas. Podemos leer todo lo que queramos sobre inteligencia emocional, pero nadie nos dice realmente lo desordenado que puede ser. No siempre es tan simple como identificar lo que sentimos y manejarlo de manera lógica. A veces, incluso cuando hacemos todo "bien", seguimos preguntándonos si realmente estamos avanzando. Me recuerda a subir a una montaña rusa: no sabes exactamente cómo será el recorrido, pero te abrochas el cinturón y confías en que llegarás al final. Ya sea que grites, rías o llores en la cima, hay algo seguro: no serás la misma persona cuando bajes. Simplemente haber sobrevivido ya es un triunfo.
Siempre he sido de esas personas que buscan comparaciones para entender las emociones. Incluso cuando era adolescente, analizaba el comportamiento humano, tratando de comprender por qué reaccionamos de ciertas maneras. ¿Por qué algunas cosas nos hacen enojar? ¿Por qué ciertos momentos se sienten más pesados que otros? Poner las emociones en palabras siempre me ha ayudado a procesarlas. Y en aquel entonces, cuando hablábamos de nuestros sentimientos, muchas veces terminábamos riendo no porque las emociones fueran graciosas, sino porque se sentía bien escuchar a alguien expresar lo que todos estábamos experimentando.
El primer paso para gestionar las emociones es reconocerlas. ¿Qué estoy sintiendo? ¿En qué parte de mi cuerpo lo noto? Luego viene la parte más difícil: aceptarlas sin juzgarlas. A partir de ahí, trabajamos en ellas, las expresamos y, con el tiempo, aprendemos algo nuevo. No es un proceso rápido ni fácil, pero cada emoción incómoda tiene una lección oculta dentro de ella.
Últimamente he estado pensando en cómo la sociedad nos enseña a controlar las emociones en lugar de realmente comprenderlas. A menudo nos dicen que "seamos fuertes" o que "sigamos adelante", pero pocas veces nos explican que la inteligencia emocional no se trata solo de mantener la compostura. Se trata de saber cómo convivir con las emociones, cómo procesarlas y cómo responder a ellas de una manera que nos ayude a crecer. Algunas emociones son familiares, fáciles de reconocer. Otras nos toman por sorpresa, como una pieza de rompecabezas que no esperábamos encajar.
Es como un juego de memoria a veces tomamos una ficha que conocemos y otras veces nos enfrentamos a algo completamente nuevo. Así son las emociones: nunca sabes exactamente con qué te vas a encontrar. Y la sorpresa, en sí misma, es una emoción que no podemos fingir. Por más que intentemos ocultar lo que sentimos, nuestro lenguaje corporal siempre nos delata.
Enfrentar las emociones de frente puede dar miedo, pero ese miedo es lo que nos impulsa a avanzar. Algunas emociones nos hacen sentir que estamos volando, mientras que otras nos hacen temer la caída. Pero si nunca nos atrevemos a saltar, nunca sabremos qué es posible. Una vez vi un grafiti en una pared que decía: “El único fracaso real es no intentarlo”. Y es cierto. No se trata de hacerlo bien siempre, lo que importa es seguir adelante.
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Las emociones son como olas en el océano. Podemos resistirlas, quejarnos de ellas o aprender a surfearlas. Cuanto más entendemos lo que sentimos, mejor nos volvemos en manejarlas. Pensar demasiado a veces nos roba la alegría, pero cuando aceptamos las emociones por lo que son, podemos atravesarlas con más claridad y tranquilidad.
En este momento, estoy dejando que mis emociones hablen. Puse música melancólica, tomé mi cuaderno y comencé a escribir, dejando fluir las palabras, dibujando pensamientos y cosiéndolos en algo con sentido. Febrero siempre me ha parecido una temporada de renovación, un tiempo en el que el amor comienza a florecer de nuevo. Pero esa es una conversación para otro día. Hoy me concentro en las emociones que piden ser escuchadas. Las abrazaré, las escucharé y confiaré en que me están guiando hacia donde necesito ir. Aunque el camino tenga giros y vueltas, seguiré avanzando con paciencia, con curiosidad y, sobre todo, con paz.
English
Good afternoon, friends of Holos & Lotus. I hope you’re doing well. Today, I just want to share some thoughts that have been running through my mind things I’ve been reflecting on as I try to put my emotions into words. Writing helps me process my feelings, and in doing so, I’ve realized it’s also shaping the way I manage them. Lately, I’ve been feeling a mix of emotions maybe it’s just the stress of the month coming to an end, or maybe it’s the influence of Aquarius season. Either way, I figured it was worth sharing.
Emotions are complicated. We can read all we want about emotional intelligence, but no one really tells us how messy it can be. It’s not always as simple as identifying what we feel and handling it logically. Sometimes, even when we do everything “right,” we’re still left questioning whether we’re actually making progress. It reminds me of stepping onto a roller coaster you don’t know exactly how it’s going to go, but you strap in and trust that you’ll get through it. Whether you scream, laugh, or cry at the peak, one thing is for sure you won’t be the same when you step off. Just making it through is a victory in itself.
I’ve always been the kind of person who looks for comparisons to make sense of emotions. Even as a teenager, I found myself analyzing human behavior, trying to understand why we react the way we do. Why do certain things make us angry? Why do some moments feel heavier than others? Putting emotions into words has always helped me process them. And back then, when we talked about our feelings, we often laughed not because emotions were funny, but because it felt good to hear someone else express what we were all experiencing.
The first step to managing emotions is recognizing them. What am I feeling? Where do I feel it in my body? Then comes the harder part accepting those emotions without judgment. From there, we work through them, express what needs to be let out, and eventually, we learn something new. It’s not a quick or easy process, but every uncomfortable emotion has a lesson buried inside it.
Lately, I’ve been thinking about how society teaches us to control emotions rather than truly understand them. We’re often told to “stay strong” or “push through,” but no one really tells us that emotional intelligence is about more than just keeping it together. It’s about knowing how to sit with emotions, how to process them, and how to respond to them in a way that makes us grow. Some feelings are familiar, easy to read. Others catch us off guard, like a puzzle piece we didn’t expect to fit.
It’s kind of like a memory game sometimes we pick up a piece we recognize, and other times, we’re met with something completely new. That’s the thing about emotions—you never really know what you’re going to get. And surprise, in itself, is an emotion we can’t fake. No matter how much we try to hide our feelings, our body language always gives us away.
Facing emotions head-on can be scary, but that fear is what pushes us forward. Some emotions make us feel like we’re soaring, while others make us afraid of falling. But if we never take the leap, we’ll never know what’s possible. I once saw graffiti on a wall that said, “The only real loss is not trying.” And it’s true. You don’t have to get it right every time what matters is that you keep going.
Emotions are like waves in the ocean. We can resist them, complain about them, or learn to ride them. The more we understand our feelings, the better we get at navigating them. Overthinking often robs us of joy, but when we accept emotions for what they are, we can move through them with more clarity and ease.
Right now, I’m sitting with my emotions, letting them speak. I put on some melancholic music, grabbed my notebook, and started writing letting the words flow, sketching out thoughts, and sewing them into something meaningful. February always feels like a season of renewal, a time when love starts to bloom again. But that’s a conversation for another day. Today, I’m focused on the emotions asking to be heard. I’ll embrace them, listen to what they have to say, and trust that they’re leading me somewhere I need to go. Even if the path has twists and turns, I’ll keep moving forward with patience, with curiosity, and most importantly, with peace.
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