Buen día, amigos y amigas de Holos & Lotus. Espero que estén bien.
Todos vamos evolucionando de diferentes formas a medida que crecemos. El entorno, la crianza, las experiencias vividas, van forjando nuestra personalidad y, de alguna manera, aunque no nos demos cuenta, cambiamos.
Tengo 44 años y estoy segura de que se han generado muchos cambios en mí, sin embargo, hay unos que son más notorios que otros. Esta publicación tiene el fin de compartir ese detonante o esos detonantes que me hicieron cambiar de actitud y de comportamiento. Por eso tomaré un par de ejemplos y los detallaré a continuación.
Mi forma de cuidarme:
Cuando tenía más o menos 22 años, comencé a descuidar mis hábitos alimenticios. Aún no tenía hijos y no me preocupaba mucho por cocinar. Prefería la comida de la calle, comida chatarra o de restaurantes que ofrecían "comida más elaborada". Acompañaba a mi esposo en sus numerosos viajes. Me encantaba ser copiloto y me entretenía comiendo cualquier cantidad de chucherías en cada viaje. Como consecuencia, engordé muchísimo al punto en que tenía que comprarme ropa nueva cada dos o tres meses, porque ya no cabía en la que tenía.
Así estuve hasta mis 31 años cuando, después de muchos tratamientos y muchos intentos de quedar embarazada, me indicaron que si, no bajaba de peso, se me haría muy difícil lograr un embarazo. Pasando por muchos procesos de aprender a quererme, a cuidar de mí, a valorar mi salud y a comprender que si no sanaba mi cuerpo no podría traer al mundo a mis hijos, logré quedar embarazada, pero lo perdí porque a causa del sobre peso (que ya era menos, pero afectaba igual) comencé a sufrir de Diabetes Tipo 2.
Esa pérdida generó un cambio gigantesco en mí y comencé a cuidarme mucho y eliminé una gran cantidad de alimentos que eran y son nocivos para la salud de cualquier ser humano. Logré quedarme embarazada, y traje al mundo a mis tres hermosos hijos. Me acostumbré a comer sin tener que tomar refrescos. Me acostumbré a merendar sin chocolates, dulces, y chucherías, que quizás digan algunos que un dulcito de vez en cuanto no hace daño, pero es que yo me comía el equivalente a 4 o 5 chocolates diarios, más chupetas, caramelos, donas, chicles y paren ustedes de contar, todo eso en un solo día, o en un solo viaje de ida y vuelta.
En la actualidad puedo disfrutar de un pedazo de torta cuando hay cumpleaños, o de una galleta que alguien me invite y que sé yo, un helado, cuando se da la ocasión. Pero esas comelonas diarias, hasta atiborrarme de dulces, no ocurren desde hace más de 12 años.
También puedo comer sin desear atiborrarme de comida hasta sentir que voy a reventar. Esa es una sensación muy desagradable que hace años que no siento.
Azúcar venenosa, adictiva y traicionera:
Pude aprender a comer y eliminé las chucherías de mi vida. La Coca Cola y la Pepsi Cola, sufrieron un desbalance con mi retirada, je,je,je. Pero el azúcar añadida en el café, los jugos, y otras bebidas, era algo no había logrado eliminar.
Hasta que a la hermana de una vecina tuvieron que amputarle gran parte del pie. Su diabetes avanzada y no compensada, le generó daños irreparables y llegó a esa situación. Eso me dejó en shock, porque uno de los síntomas que estaba presentando, era la sensación de pies dormidos y mucho dolor en mis piernas, sobre todo a la hora de dormir. Yo siempre tomo las pastillas que me recetaron de por vida, pero no había dejado el azúcar. Una cosa es no consumir dulces, ni tortas como lo hacía antes a diario, y otra cosa es consumir todos los días tazas muy dulces de café o jarras de jugos tan dulces como la mermelada.
Así que me dije a mí misma: "Mí misma, ¿a quién engañas?" No ganaba nada con no comprar golosinas y consumirlas, si de igual forma el azúcar seguía estando presente en mis comidas, pero de forma diferente. Así que me detuve en seco, me di dos bofetadas mentales, reaccioné y eliminé el consumo de azúcar.
Siempre pensé que sería difícil dejar el azúcar. No les voy a mentir diciendo que de buenas a primeras me acostumbré. Pero me aferré a mi decisión, me enfoqué en mis hijos, esposo y familia, porque si me muero, sé que me voy y listo, pero ¿Y ellos? ¿Y el dolor irremediable e inconmensurable que les causaré? No se lo merecen. Así que me acostumbré y hoy en día disfruto del café, los jugos y las bebidas sin una pizca de veneno (azúcar).
¿Mis piernas? Superagradecidas, cada día las siento mejor, no crean, todavía se sienten adoloridas y de vez en cuando con pinchazos, sobre todo si hay frío. Pero la diferencia de cómo me siento hoy, a cómo estaba antes, es increíble.
Ojalá la eliminaran por completo de todos los alimentos que se venden por ahí y nadie tenga que verse obligado a consumirla. Digo obligado, porque a veces, hasta en los medicamentos está. Me quedo con la tranquilidad de que mi decisión está tomada.
Este es un cambio beneficioso.
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Que bueno haya podido cambiar tu forma de comer, pudiste tener tus hijos y hoy en día te sientes muy bien, de salud es importante sentirse bien con todos esos cambios que te beneficiaron.