Gracias a la amiga @damarisvibra por esta maravillosa iniciativa que nos hace reflexionar sobre quienes somos, quien es mi yo navideño.
Pixbay
La Navidad ha sido, a lo largo de generaciones, un periodo de reflexión y tristeza en mi familia. Para mis ancestros, esta época resonaba con ecos de quienes ya no estaban, convirtiendo lo que debería ser una celebración en un recordatorio constante de la ausencia. Los relatos familiares, a menudo entrelazados con nostalgia, hablaban de lágrimas y melancolía, donde el espíritu festivo se veía ensombrecido por un profundo dolor. La mesa navideña, en lugar de ser un símbolo de unión y alegría, se convertía en un altar a la memoria, donde cada platillo servido traía consigo el peso de la tristeza.
Sin embargo, desde hace nueve años, he tenido el privilegio de ser madre, y con esta nueva responsabilidad ha surgido en mí el deseo de cambiar este legado. Quiero que mis hijas experimenten una Navidad donde la alegría y la esperanza brillen más intensamente que la tristeza. Deseo que puedan ver esta época del año como una oportunidad para celebrar la vida, apreciar los momentos presentes y encontrar la belleza en medio de las adversidades.
He comenzado este cambio a través de pequeños pero significativos rituales familiares. Cada diciembre, reunimos a la familia y, en lugar de centrar la conversación en la pérdida, compartimos historias que rememoran lo hermoso de cada ser querido que ha partido. Hacemos un esfuerzo consciente por resaltar las enseñanzas que nos dejaron, así como las risas y los momentos felices que compartimos. Este simple ejercicio ha permitido transformaciones significativas en nuestra dinámica familiar, llevando la conversación hacia la gratitud en lugar de la pena.
Además, hemos creado nuevas tradiciones que están enraizadas en la celebración y la unión. Por ejemplo, comenzamos a decorar la casa juntos, cada uno aportando su creatividad. Este acto de colaboración no solo embellece nuestro entorno, sino que también fortalece los lazos familiares. Integrando elementos de nuestra cultura, como villancicos o comidas tradicionales, logramos fusionar el pasado con el presente, honrando las raíces mientras cultivamos un nuevo futuro de alegría.
Un aspecto crucial en este cambio ha sido la enseñanza de la empatía hacia aquellos que sufren, especialmente en un contexto donde las necesidades son evidentes. Vivir en un país con hambre y desafíos constantes exige, más que nunca, que inculquemos en nuestras hijas la importancia de ayudar a los demás. Cada año, parte de nuestras celebraciones incluye llevar alimentos, a personas que lo necesitan. Este acto no solo les enseña la amabilidad y la generosidad, sino que también les permite valorar lo que tienen y entender que, a pesar de las dificultades, siempre hay algo que se puede dar.
A medida que las luces de Navidad iluminan nuestros corazones, observo cómo mis hijas están aprendiendo a encontrar alegría en la solidaridad y el amor. Se están formando recuerdos nuevos y hermosos que espero que perduren, recuerdos que no estén marcados por la ausencia, sino por la presencia de amor, apoyo y comprensión.
La Navidad en mi familia está experimentando una evolución significativa. A través de la transformación del dolor en gratitud y celebración, estoy construyendo un puente hacia el futuro que mis hijas merecen. Deseo que, al mirar hacia atrás, las fiestas navideñas sean para ellas una época de luz y amor, donde cada recuerdo de los que nos han dejado se celebre con alegría. Así, en lugar de llevar consigo un legado de tristeza, podrán forjar uno de esperanza y generosidad, trascendiendo el dolor y abrazando la vida. La Navidad ya no será un recordatorio de ausencia, sino una celebración de vida en toda su plenitud.
Las imagenes que no especifican la fuente son de mi propriedad.
ENGLISH VERSION
Thanks to the friend @damarisvibra for this wonderful initiative that makes us reflect on who we are, who is my self christmas.
Pixbay
Christmas has been, throughout generations, a period of reflection and sadness in my family.For my ancestors, this era resonated with echoes of those who were no longer, turning what should be a celebration into a constant reminder of the absence.Family stories, often intertwined with nostalgia, spoke of tears and melancholy, where the festive spirit was overshadowed by deep pain.The Christmas table, instead of being a symbol of union and joy, became an altar to memory, where each dish served brought the weight of sadness.
However, for nine years, I have had the privilege of being a mother, and with this new responsibility the desire to change this legacy has emerged.I want my daughters to experience a Christmas where joy and hope shine more intensely than sadness.I want you to see this time of the year as an opportunity to celebrate life, appreciate the moments present and find beauty in the midst of adversities.
I have started this change through small but significant family rituals.Every December, we gather the family and, instead of focusing the conversation on the loss, we share stories that recall the beautiful of each loved one who has left.We make a conscious effort to highlight the teachings that left us, as well as the laughs and the happy moments we share.This simple exercise has allowed significant transformations in our family dynamics, carrying the conversation towards gratitude instead of the penalty.
In addition, we have created new traditions that are rooted in celebration and union.For example, we begin to decorate the house together, each contributing their creativity.This act of collaboration not only beautifies our environment, but also strengthens family ties.Integrating elements of our culture, such as Christmas carols or meals, we managed to merge the past with the present, honoring the roots while we cultivate a new future of joy.
A crucial aspect in this change has been the teaching of empathy towards those who suffer, especially in a context where needs are evident.Living in a country hungry and constant challenges demands, more than ever, that we instill in our daughters the importance of helping others.Every year, part of our celebrations includes taking food, people who need it.This act not only teaches them kindness and generosity, but also allows them to assess what they have and understand that, despite the difficulties, there is always something that can be given.
As Christmas lights illuminate our hearts, I observe how my daughters are learning to find joy in solidarity and love.New and beautiful memories are being formed that I hope will last, memories that are not marked by the absence, but by the presence of love, support and understanding.
Christmas in my family is experiencing significant evolution.Through the transformation of pain in gratitude and celebration, I am building a bridge towards the future that my daughters deserve.I wish that, when looking back, the Christmas holidays are for them an era of light and love, where every memory of those who have left us is celebrated with joy.Thus, instead of carrying a legacy of sadness, they can forge a hope and generosity, transcending pain and hugging life.Christmas will no longer be a reminder of absence, but a life celebration in all its fullness.
Navidad encontramos todos en luces que nos regalan seres como ustedes también
Celebremos juntos
Buenas tardes @maylink, Bienvenida a la comunidad y a la iniciativa. Qué bueno es leerte, pues me encanta cuando las personas dan testimonio de sus procesos para transformar sus vidas de manera positiva, cuando encuentran motivos fuertes y duraderos, como pueden ser los hijos, para hacer algo distinto a lo que han vivido.
Un abrazo fuerte para ti y los tuyos, que estas navidades sea una oportunidad grandota de unión y solidaridad. 😊
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Gracias a ti. El trabajo que haces es admirable. Hacernos ir hacia adentro con tus iniciativas es una manera hermosa de ayudar a sanar el mundo.
Mis mejores deseos en esta Navidad para ti y los tuyos