En este sentido, el amor parte de nosotros primero porque somos imagen y semejanza de Dios y Dios nos ha capacitado con el don de amar, pero ese amor inicia en nosotros mismos en la forma en que nos vemos, nos amamos y nos respetamos; ese sano amor propio me va a llevar a mí a experimentar al mismísimo Dios en mi vida porque "Dios es amor" esa experiencia del sano amor propio que viene de Dios que es un don de Dios y me va a llevar a mí a reconocer al otro como mi semejante, como mi prójimo.
En ese orden de ideas mi amor propio me permite amar a mi semejante y a respetarlo. En esa experiencia del sano amor propio y el amor al prójimo vamos a experimentar el amor de Dios. dice la palabra de Dios que no se puede decir que amamos a Dios a quien no vemos mientras estamos odiando al prójimo al que sí vemos; el amor de Dios se refleja en la forma en que nos relacionamos con las demás personas y con nosotros mismos no podemos decir que amamos al prójimo cuando odiamos nuestro propio ser, no podemos dar amor cuando en nuestra vida no hemos experimentado el amor; por eso es necesario que podamos entrar en nosotros mismos reconocer nuestra valía, reconocer la grandeza, una grandeza dada por Dios para luego reconocer la grandeza de las otras personas y amar en ellos lo que Dios también ama en nosotros por eso no te olvides que el amor tiene tres dimensiones a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
Cuando nuestras relaciones interpersonales no se basan en el amor, allí inicia un vicio muy destructivo, el apego, el depender afectivamente de los demás. Una relación basada en estos principios del apego las personas terminan sufriendo mucho, pues no valoran su propio ser y buscan la aceptación y la aprobación de la otra persona, colocando en riesgo la paz mental y la plenitud de la persona. Estos apegos no solo se dan hacia las personas sino también hacia objetos y mascotas, hay que dejar en claro que podemos amar un deporte, podemos amar un objeto porque representan un valoe sentimal grande , o una mascota que nos alegra el día, el problema está cuando nuestra existencia gira solo entorno a ellos, y no sentimos en nuestras vidas su propio valor en si misma, es palabras más sencillas, si me falta mi persona favorita, mi objeto favorito o mascota a la cual estoy apegado mi vida no tienen sentido.
¿Amamos o dependemos?
. De igual forma, el amor, parece que debe estar sujeto a una "norma" para poder cuantificarlo; ya sea por sacrificios o por detalles, siempre buscamos que haya una posibilidad de medirlo, saber cuánto me aman...(nosotros somos hombres de cálculos) ¿El amor de Dios no ha sido tasado gracias al hecho de la entrega del hijo, del sacrificio? Si el amor no nos libera del yugo del pertenecer, de ser de alguien o algo, cómo puede ser considerado amor y libertad... Otro vértice es que, el amor celestial y el humano tiene sus diferencias (si se quiere, bastante marcadas).
Muchas ideas me rondad la mente al respecto. Hay mucho hilo para tejer en la sola pregunta, y supongo que cada uno podrá sólo hablar desde sus propias experiencias... Y es lo sano e interesante de esto: poder cotejar los diferentes puntos de vista sería el plan de enriquecimiento a probar mediante la tertulia...
Saludos respetuosos!
El amor humano es reflejo del amor de Dios, solo somos capaces de verdaderamente amar si Dios nos lo concede. El amor es diverso de la pasión, placer y atracción, aún cuando a través del amor podemos alcanzar todas tres. El amor es oblativo y se comparte, no es lo mismo pertenecer a alguien porque sientes que ese alguien te da razones para seguir existiendo a qué pertenezca a alguien para compartir la grandeza que has encontrado en ti mismo.
Una relación amorosa no es para compartir mis miserias humanamente hablando (aunque las tenga), a compartir lo mejor que hay en mi que no depende de la persona que está a mi lado. Las rupturas matrimoniales existen porque la gente no comparte lo mejor de si, sino sus carencias