Wow, Emilio...! No tienes idea de lo identificada que me sentí con este artículo. Me hizo retroceder en el tiempo, hace 10 años, cuando perdí a mi mamá (fue la última que partió, porque 6 años antes, mi papito se había ido primero). Yo te voy a decir algo de lo que me siento orgullosa y feliz...
Cuando papá enfermó, se desmayaba y entre mamá y yo, levantarlo del suelo, resultaba una labor titánica, porque, pese a ser delgado, sus huesos pesaban mucho. Eso sucedió en tres oportunidades en la madrugada. Luego yo tenía que irme a trabajar y dejarlo solo con mamá, no se me hacía justo, por lo que me tocó tomar una decisión que me cambió la vida. Tuve que renunciar a mi empleo, en el que ganaba muy bien, estaban por darme el ascenso a gerente y mi vida era maravillosa. Pero lo puse en una balanza: o mi padres, que me han dado todo, o mi empleo, que representa el futuro por el que tanto he trabajado...
Me decidí por la primera opción, ya después vería. En mi trabajo me dijeron que me esperarían, pero no contamos con que se prolongaría por un año y ellos tenían que ocupar esa vacante. Yo me busqué un trabajo que pudiese hacer desde casa.
Lo cierto es que me dediqué por completo a mi papá y a velar por la salud emocional de mi mamá. Quería hacerlo feliz, quería consentirlo, darle una pequeña parte de la felicidad que él me dio a mí. Sentía que nada era suficiente. Papá nos dejó un año después y la salud de mi mamá comenzó a deteriorarse por el llanto contenido, la depresión de perder a su único amor, después de 55 años de un matrimonio precioso.
Para hacerte el cuento corto (aunque a veces no se puede), a mamá le dieron cuatro ACV isquémicos en un lapso de un año y el último, la caída fue tan fuerte, que le fracturó la cadera. Operación, rehabilitación, pero una negación absoluta de su parte a caminar.
Posteriormente, todo esto desencadenó en la muerte de un riñoncito y el otro, había que dializarla. Cuatro años estuvo así, hasta que un día cerró sus ojitos para siempre, en mis brazos.
Pienso que no hay nada en este mundo que sea suficiente para llenar de amor a quienes nos dieron la vida, a quienes nos cuidaron, nos amaron y velaron por nosotros. Yo me siento feliz porque hice todo por sacarles una sonrisa, por ver ese brillo de amor en sus ojitos cada vez que me miraban, por cambiarle sus pañalitos, darle su comidita en la boca, de la misma manera que ellos lo hicieron conmigo. Y si me presentase la oportunidad de hacerlo de nuevo, lo haría con el mismo amor, así tenga que renunciar a mis sueños. La vida me cambió y mucho. Pero jamás me quedará el arrepentimiento de no haberles dado el amor que ellos merecían.
Te abrazo con mi alma.
Ni tampoco nada que evite el dolor de verlos partir...
Me has puesto un dedo directo en mi corazón con tu historia.
Dolorosa, pero justa y con las mejores decisiones. Creo que nunca nos huebieramos perdonado si no hacemos el sacrificio, pues además, nadie nos devolvería el momento de verlos partir a nuestro lado.
Gracia, gracias, por este comentario.
Un abrazo inemnso, @purrix
Mis bendiciones para tí.