Evocando el pasado, he comprendido, mucho más, de infortunios, disimulos y pérdidas irrecuperables.
Colmado de esas trasnochadas ideas que me anuncian que ha llegado la hora de un examen de fe, en medio de una absorbente incertidumbre, dije: ¡basta!; a las rutinas y miserias humanas que me poseen y me circundan.
Confieso que, desde hacía algún tiempo, padecía una fuerte atracción por el ofrecimiento de las nobles quietudes que desandan y enaltecen espíritus. Sucedió que, en un instante, mis ojos se cerraron. De repente, me vi ascendiendo en un periplo de raros delirios y alucinaciones.
Perdí la noción de mis premuras, de los desórdenes humanos, del tiempo, de mí mismo.
Fue entonces que volví a percibir, muy próximo a mí, los virtuosos pasos, olores de mi inocencia y las compasivas adulaciones, que venían a devolverme la verdadera brújula de mi vida, navegando en aquel desorientador silencio. No cabían dudas, eran señales de la criatura amorosa que no olvida y raras veces se hace perceptible, pero está ahí.
Siempre escuché decir que, nuestros muertos recorren sus pasos y regresan, una y otra vez, a los lugares que, en vida, solían habitar con los disímiles modos de gozar, sufrir y luchar por sus anhelos y seres queridos.
Luego, sentí – cercano, muy cercano – el consolador aliento del fervor filial perdido.
Sin determinación personal ni presagios posibles, en mi apacible letargo ya mis despojos eran parte esencial de la monocromía que exhibía aquel extravagante ritual, del «ser fiel», ahora llegado de otra dimensión, que me elevaba a los ensueños, con fino tino.
Una voz conocida, sin dilapidaciones, ni derroches, comenzó a musitar tiernas palabras en mis oidos:¡era la voz de mi cuna!:
-Hijo…, ahora voy – también – sobre tus pasos. No temas, ésto es, simplemente, una pausa para la meditación.
Y siguió diciendo en susurros:
-Recuerda, hijo:
-No abandones el sosiego, ante la indiferencia de los que asumieron el deber de asistir tus necesidades. Tampoco los odies .
-No pierdas -nunca- la fe. Sólo Dios es perfecto. Confía en él, su bendición y su guía, te darán los recursos espirituales y materiales necesarios para labrarte, con tus propias fuerzas, un futuro mejor. Nunca será tarde.
-Pon tu mirada, también, en los que sobrellevan, con mayor agonía y dolor, las necesidades.
-Supérate a tí mismo, infórmate y reflexiona, constantemente, para que puedas discernir, con mayor objetividad, las verdaderas razones de los fenómenos, que puedan hacer desventajosa tu existencia y sepas a qué atenerte.
-Sigue amando a tu familia. Los que marcharon no olvidarán.
En ese mismo instante, la voz se apagó. En mi breve letargo[ porque fue breve] lloré desconsoladamente. Con desespero traté de rastrear, insistentemente, esa angelical imagen, pero un sobresalto me había devuelto la razón, y la añoranza. Aunque fueron depuradores esos segundos. Desde ese día, se han desvanecido mis aflicciones, mis recelos e incertidumbres. Y he sentido más compasión por los políticos y funcionarios cabestros, fariseos y simuladores, y por todo aquel que comulgue con sus demonios y prescinda de la gracia de Dios...!!
Está muy interesante, bien para empezar.
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