Writing between love and letters | Rose: un amor infinito [ESP/ENG]

in Writing Club2 years ago

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Me uno a la iniciativa de nuestra comunidad titulada "Writing between love and letters" promovida por mi querido compañero @susurrodmisterio. Recuerden que tienen hasta el 14 de febrero, para postear su entrada.

I join the initiative of our community entitled "Writing between love and letters" promoted by my dear colleague @susurrodmisterio. Remember that you have until February 14, to post your entry.

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Corría el año de nuestro señor de 1901 y yo recién cumplía 18 años. Ya sentía la presión social en cuanto a casarme y formar una familia. En ese entonces, Rose quien era 5 años mayor que yo, se ilustraba con cientos de libros que devoraba en silencio en su habitación. Mi hermana parecía inmune a ese miedo infundado en nuestro círculo social, que consistía en temer a quedarnos solteras de por vida. Fue así como mientras mi hermana buscaba ser tan buena en la universidad como cualquier hombre, yo me vestía con vestidos largos y ornamentados y salía a los cafés de París a hacer vida social.

Por aquellos años, cientos de mujeres frecuentaban lugares como Le café de Romain, para, entre cosas, tomar el té con otras señoritas de la aristocracia y si teníamos suerte, atrapar la mirada de algún codiciado soltero que pasase por ahí. Fue así como conocí a Jean Pierre, un chico de unos 25 años, médico y un partido potencial para un posible casamiento. Mi madre supo en cuanto lo vio que aquel sería el hombre que me llevaría al altar.

Comenzamos hablando a través de cartas y luego, mi mamá permitía visitas vespertinas bastante raudas. Mi papá veía con desaprobación el hecho de que yo estuviera en aquellos menesteres a tan corta edad, pero yo estaba decidida a casarme y dejar el hogar familiar. Sin embargo, mi papá tenía un as bajo la manga. Un día, mientras me vestía para salir a tomar el té, mi papá se asomó por el portal en compañía de Rose. Mi hermana tenía una expresión sombría en su rostro y aquello era señal de que algo no iba bien.

—Rozane, sé muy bien que quieres casarte con aquel doctor. Pero, hasta tanto, Rose tu hermana mayor, no contraiga nupcias, no te daré en matrimonio con nadie.

—¡Papá, eso no es justo!, bien sabes que no quiero casarme, al menos no todavía. Si Rozane quiere casarse, déjala ser feliz —argumentó mi hermana con el ceño fruncido.

Tras estas palabras salí corriendo al sonido de los gritos de mi padre. Les odiaba a ambos por interponerse en mi camino hacia al altar, a mi hermana porque sabía que no quería casarse y a mi padre porque no concebía que sus niñas, se hubieran convertido en mujeres. Corrí por las calles de París, mientras espantaba a centenares de palomas de mi camino y de mis ojos brotaban lágrimas que seguramente hubieran llenado aún más el río Sena.

Llegué a El Jardín del Luxemburgo y me inserté en alguno de aquellos matorrales. Cuando logré calmarme quise buscar a Jean Pierre y planear nuestra huida, quise escapar del infierno de mi casa o ceder ante el destino de un suicidio. Pero, en cuanto quise echarme a llorar de nuevo, mi hermana apareció ante mi vista llevando una falda ceñida que no lograba tapar sus perfectos zapatos de charol verdes y que acompañaba con un lindo chándal que mi abuela le había regalado.

—Sé que quieres casarte Rozane y sé que no entiendes mi resistencia al matrimonio. Yo tampoco entiendo tus ganas de entregarle tu vida a alguien que apenas conoces, pero comprendo que ambas somos diferentes y está bien que así sea.

—Respeto tu decisión de quedarte solterona, pero no tengo por qué pagar por tus elecciones —en aquel momento cerré mi boca, tratando de reponerme y no hacerle daño a mi hermana.

—Es injusto que pienses que soy yo la culpable. Pero, para tu información, solo me falta un año más para recibirme en la Escuela de Literatura, hasta entonces pensaré en casarme.

Mi hermana se dio la vuelta y terminó allí la conversación, mientras el tiempo se detenía para mí. Decepcionada comencé a escribirle a Jean Pierre las razones por las cuales tendría que buscar el amor en brazos de otra muchacha parisina, de preferencia primogénita y que, como yo, asistiera con frecuencia a Le café de Romain. Al día siguiente Jean Pierre se encontraba inerte en el portal de mi casa, esperando un encuentro furtivo con mi padre. Recuerdo haberme escondido en mi habitación a llorar mientras lo veía a hurtadillas desde balcón.

Fue mi padre quien se consiguió con mi galeno enamorado y esté a la luz de un sol deslumbrante de primavera, le apresuro a manifestar su deseo de esperarme el tiempo que hiciera falta para desposarme y convertirme en la madre de sus hijos. Aquel hecho conmovió tanto a mi papá, que casi nos permite casarnos de inmediato, pero prefirió mantener su ultimátum: Rozane solo se casará cuando Rose sea desposada. Hasta tanto, tendrás que esperar por su mano. Igual nos permitió vernos en visitas que cada vez se hacían más frecuentes, mientras mi hermana iba y venía escribiendo versos, narrando líneas.

Así se pasó todo aquel año, a la espera de que mi hermana encontrara a un buen hombre y que me diera la oportunidad de vivir mi vida. Cuando se recibió como licenciada en letras, supuse que mi tiempo de espera había terminado, pero no conocíamos a ningún pretendiente de París que quisiera casarse con una mujer tan letrada como mi hermana, ni siquiera para intentar conocerla, ir a por un té o leer un libro. Aunque quise ser la Celestina, terminé frustrada y con ganas de renunciar al amor que me profesaba Jean Pierre.

Cuando ya daba todo por terminado, Rose llegó a casa con un prominente aristócrata. Philippe Junot, era un hombre rico con muy mala fama en la ciudad. Todos decían que era un hombre que gustaba de otros hombres, razón por la cual su reputación era tan siniestra como la de las damas de la noche. Mis padres se escandalizaron, pero mi hermana era astuta y los convenció de que su decisión era la correcta. Philippe era unos 15 años mayor que mi hermana y todos sabíamos que aquel matrimonio no era más que una farsa, pero igual los apoye.

Se terminaron casando en menos de un mes en una boda austera y sin invitados, que fue la comidilla de los cafés de la ciudad. Tiempo después se fueron a vivir a Mónaco y yo por fin pude casarme con mi galeno enamorado en una boda mucho más llamativa. Siempre pensé que mi hermana se había casado más por amor a mí, que, por su esposo, años después sus memorias lo confirmarían. Aquella dama ausente, liberal y adelantada a sus tiempos, había sacrificado sus ideales por el sueño de una mujer que se adaptaba perfectamente a la época que le había tocado vivir.

Aquel acto de amor por mí, terminé valorándolo mucho más en mi adultez que en mi juventud. Por eso, cuando mi primera hija nació, no tenía dudas de cuál sería su nombre: Rose.

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It was the year of our Lord 1901 and I had just turned 18. I was already feeling the social pressure to marry and start a family. At that time, Rose, who was 5 years older than me, was enlightened by hundreds of books that she devoured silently in her room. My sister seemed immune to that unfounded fear in our social circle of being single for life. So it was that while my sister sought to be as good at college as any man, I dressed in long, ornate dresses and went out to the cafés of Paris to socialize.

In those years, hundreds of women frequented places like Le café de Romain, to, among other things, have tea with other ladies of the aristocracy and if we were lucky, catch the eye of some coveted bachelor passing by. That's how I met Jean Pierre, a boy of about 25, a doctor and a potential match for a possible marriage. My mother knew as soon as she saw him that he would be the man to walk me down the aisle.

We started talking through letters and then my mother allowed rather brisk evening visits. My dad looked disapprovingly on the fact that I was in such pursuits at such a young age, but I was determined to get married and leave the family home. However, my dad had an ace up his sleeve. One day, as I was getting dressed for tea, my dad came through the doorway with Rose. My sister had a grim expression on her face and that was a sign that something was wrong.

“Rozane, I know very well that you want to marry that doctor. But as long as Rose, your older sister, doesn't get married, I won't marry you to anyone”.

“Dad, that's not fair, you know I don't want to get married, at least not yet. If Rozane wants to get married, let her be happy," my sister argued with a frown.

After these words I ran away at the sound of my father's shouting. I hated them both for standing in my way to the altar, my sister because I knew she did not want to get married and my father because he could not conceive that his girls had become women. I ran through the streets of Paris, shooing hundreds of pigeons out of my way and tears flowing from my eyes that surely would have filled the Seine River even more.

I arrived at the Jardin du Luxembourg and inserted myself in one of those bushes. When I managed to calm down I wanted to look for Jean Pierre and plan our escape, I wanted to escape from the hell of my house or give in to the fate of a suicide. But, as soon as I wanted to burst into tears again, my sister appeared in front of me wearing a tight skirt that did not manage to cover her perfect green patent leather shoes and accompanied by a nice tracksuit that my grandmother had given her.

“I know you want to get married Rozane and I know you don't understand my resistance to marriage. I don't understand your desire to give your life to someone you barely know either, but I understand that we are both different and it's okay to be that way”.

“I respect your decision to stay an old maid, but I don't have to pay for your choices," I shut my mouth at that moment, trying to pull myself together and not hurt my sister.

“It's unfair that you think I'm the one to blame. But, for your information, I only have one more year to go before I graduate from the School of Literature, until then I will think about getting married”.

My sister turned away and ended the conversation there, while time stood still for me. Disappointed, I began to write to Jean Pierre the reasons why I would have to look for love in the arms of another Parisian girl, preferably a first-born and who, like me, frequently attended Le Café de Romain. The next day Jean Pierre was inert in the doorway of my house, waiting for a furtive encounter with my father. I remember hiding in my room to cry while sneaking a glimpse of him from my balcony.

It was my father who met my doctor in love and, in the light of a dazzling spring sun, hurried him to express his desire to wait for me for as long as it took to marry me and make me the mother of his children. That fact moved my father so much that he almost allowed us to get married immediately, but he preferred to keep his ultimatum: “Rozane will only get married when Rose is betrothed. Until then, you will have to wait for his hand”. He still allowed us to see each other in visits that became more and more frequent, while my sister went back and forth writing verses, narrating lines.

So that whole year passed, waiting for my sister to find a good man and give me a chance to live my life. When she received her Bachelor of Arts degree, I assumed my waiting time was over, but we didn't know of any suitors in Paris who wanted to marry a woman as literate as my sister, not even to try to meet her, go for tea or read a book. Although I wanted to be the Celestina, I ended up frustrated and wanting to give up my love for Jean Pierre.

Just when I thought it was all over, Rose came home with a prominent aristocrat. Philippe Junot was a rich man with a very bad reputation in the city. Everyone said he was a man who liked other men, which is why his reputation was as sinister as that of the ladies of the night. My parents were shocked, but my sister was astute and convinced them that their decision was the right one. Philippe was about 15 years older than my sister and we all knew that the marriage was nothing more than a sham, but I supported them anyway.

They ended up getting married in less than a month in an austere wedding without guests, which was the talk of the city's cafés. Some time later they went to live in Monaco and I was finally able to marry my doctor in love in a much flashier wedding. I always thought that my sister had married more out of love for me than for her husband, years later her memories would confirm it. That absent, liberal lady, ahead of her time, had sacrificed her ideals for the dream of a woman who was perfectly adapted to the times she had lived in.

That act of love for me, I ended up valuing it much more in my adulthood than in my youth. That is why, when my first daughter was born, I had no doubts about what her name would be: Rose.

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La imagen de la portada pertenece a mi galeria personal y fue editada con Canva - The image on the cover is from my personal gallery and was edited with Canva

Translated by me & also using Deepl

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Sabes, las historias de hermanos siempre me pegan en lo profundo del corazon, siento muchas veces que mis hermanos han hecho omisiones o sacrificios por mi, siendo yo el menor de los tres, y eso es algo inevitable en la perspectiva de ellos, pero desde la mía solo veo las gotas de sangre que han derramado innecesariamente por uno, asi como Rose...

Todos sacrificamos cosas en menor o mayor medida por la gente que amamos. Es ley de vida, mi querido @jesustiano.

"Siempre pensé que mi hermana se había casado más por amor a mí, que, por su esposo, años después sus memorias lo confirmarían."

Esto resume tu gran giro a la historia que pensé iba a tratar de un amor incumplido y al final se trataba de un sacrificio por amor fraterno, excelente relato

Muchas gracias por tu amable lectura, @joseantpp.

A menudo el amor no se muestra con palabras sino con hechos, que bueno Rozane lo supo valorar.

Así mismo es, amar con hechos y no con palabras, amiga @devania.

Conmovedora historia, amigo. Es increíble lo que algunas personas pueden llegar a sacrificar por el amor que sienten hacia sus seres queridos. Rose era una gran mujer; aunque el matrimonio fue una farsa, puso en juego su reputación, renunció a su soltería y terminó viviendo con alguien que no amaba. No es una decisión que pueda tomarse a la ligera. Disfruté la lectura. Saludos.

El verdadero amor, todo lo puede amigo @juniorgomez. Incluso, el sacrificio más nimio puede significar la felicidad propia.

Inmensa la demostración de amor de Rose hacia su hermana. Me ha encantado esta historia en la cual el eje central es el amor en su máxima expresión, más que los deseos de contraer nupcias o unirse a un compañero o compañera de vida.