Los vapores van ocupando toda la habitación. Desde el piso la ponchera con agua hirviente y Vick Vaporub comienza a cumplir su papel de despejar la respiración. En esta oportunidad la crisis ha sido más fuerte, el niño ha estado al borde del colapso, solo el aire ligeramente mentolado le procura un poco de alivio.
Desde los dos años Luis ha sufrido persistentes ataques de asma, y luego de nueve años con la terrible enfermedad es un niño demacrado, débil, y muy pequeño. Al primer vistazo cualquiera pensaría que tiene máximo nueve.
Sin embargo, el tiempo que la enfermedad le ha quitado para juegos al aire libre se lo ha regalado para cultivar la lectura y se ha vuelto un niño muy vivaz.
A los cinco años aprendió a leer y desde entonces se convirtió en un ávido lector, que prácticamente se conoce de memoria todos los libros de la cercana biblioteca a su hogar. Allí su madre acude religiosamente a buscarle algún material que lo entretenga en sus largas convalecencias luego de cada ataque.
La señora Sofía, su madre, ha agotado todos los consejos que le han dado para atenuar el mal de su hijo. Hasta las cosas más insólitas se ha atrevido a probar. Ha hecho picar al muchacho con abejas, le ha dado menjurjes de cuánta hierba existe. Y hasta un roedor frito llegó a darle en medio de su desesperación. Pero nada ha sido suficiente y en cada nuevo ataque ella piensa que puede ser el final.
Por bocas de unos vecinos le ha llegado la información sobre un eminente neumonólogo ubicado en el centro de la ciudad, uno de los pocos especialistas que existen en el país. A mediados de los años sesenta eran pocos los médicos dedicados a esa área de conocimiento.
Desde su humilde vivienda en uno de los barrios periféricos a la gran urbe se ha trasladado varias veces al centro de salud y luego de muchas diligencias al fin ha conseguido una cita con el destacado médico.
—Mañana es el día hijo— dice Sofía expresando con sus ojos una gran expectativa. Mañana tenemos la cita con el nuevo médico. Es un gran especialista, seguro que te va a mejorar…
Luis la mira con desgano, asiente sin mucho ánimo y continúa su lectura. Son muchos los médicos a los que ha acudido en su corta vida, se siente cansado de tantos tratamientos infructuosos. Paso a paso se ha resignado a vivir con la sensación de pequeña muerte que le llega con cada ataque de asma.
Luis y su madre llegan puntuales a la cita. Luego de tres horas de espera les toca su turno. A Sofía el doctor le da una buena impresión, es un hombre mayor, como de sesenta y ocho años, con el pelo casi blanco. Con su inmaculada bata blanca tiene el porte del sabio.
Luego de los consabidos interrogatorios sobre antecedentes, tratamientos previos, condiciones ambientales y otros necesarios para completar la historia, el médico ordena a Sofía que descubra al niño de la cintura para arriba. Le indica que debe hacer el estudio radiológico para ver el estado de los pulmones.
Él mismo toma a Luis de la mano y lo conduce dentro del salón donde está la máquina de rayos X. La enfermera y la madre de Luis quedan fuera. El médico le ordena al niño que se ponga en la parte de atrás de la pantalla, de pie con el pecho pegado a la placa de metal…
Apaga la luz, pero en vez de dirigirse a la cabina aislante donde debe operar el aparato, coloca una silla frente a la placa de metal. Toma los brazos de Luis. Le ordena que los afloje para poder hacer el estudio…
En un determinado momento dirige las manos del niño a la entrepierna y comienza a moverlas lentamente. Luis se resiste. Su impulso inicial es retirar las manos de las cercanías del doctor. Pero el médico de nuevo ordena que las afloje para poder hacer el estudio. Luis siente como sube la temperatura en la entrepierna del hombre. Se siente impotente. Sabe que aquello no es normal. Pero no sabe qué hacer. Luego de muchos minutos, que a Luis le parecieron una eternidad, el doctor suelta las manos del niño. Enciende la luz y le ordena que salga.
Al poco tiempo sale el médico y le indica a Sofía que debido a la enfermedad el niño tiene los pulmones muy resentidos. Le va a indicar un tratamiento con unos medicamentos aún en fase experimental, la institución se los va a proveer, pero antes la madre debe firmar una carta donde indica estar al tanto del carácter experimental de los medicamentos y su aceptación de usarlos corriendo los riesgos pertinentes.
Mientras van de regreso en el autobús Sofía se siente feliz. Está segura que el nuevo tratamiento le va a sentar bien al muchacho, lo mejor es que los medicamentos han salido gratis, piensa mientras ajusta la bolsa con los preciados frascos. Luis va con la mirada perdida a través de la ventana del colectivo.
— ¿Cómo te pareció la consulta…? Pregunta Sofía a su hijo.
—Bien mamá… ¿No te pareció muy largo el tiempo que estuvimos el doctor y yo en los rayos X…? Pregunta el muchacho sin apartar la mirada de la ventana. — ¿En esos estudios no debe haber algún técnico que opere la máquina…? Insiste de nuevo tratando de generar alguna duda en Sofía.
—Bueno Luis, todos los procedimientos no son iguales. Y el doctor Marrero tiene que saber mucho mejor que tú lo que debe hacer. No vas a salir ahora con que a cuenta de que lees dos o tres libros, vas a saber más que los demás.
Con aquella respuesta Sofía le cortó las alas a Luis para poder seguir hablando sobre lo que había pasado durante la consulta.
El tratamiento comenzó a surtir efecto en el muchacho, las crisis se hicieron menos fuertes y más espaciadas. Sofía estaba encantada con el doctor Marrero.
Sin embargo, en cada uno de los controles que se llevaban a cabo cada quince días, Luis era sometido al mismo ritual donde se sentía profundamente ultrajado en su dignidad. Pero el niño no encontraba qué hacer. Cada vez que trataba de plantearle algo a Sofía, a ver si caía en cuenta de lo que estaba pasando, la madre le salía con la misma respuesta. Que él no podía saber más que los demás.
Entre consulta y consulta Luis se fue haciendo amigo de Maritza, una niña como de su edad, que también acudía para buscar alivio a su problema con el asma. Los dos niños compartían el amor por la lectura y charlaban sobre las aventuras vividas por sus personajes favoritos.
Un día Luis vio un destello desacostumbrado en los ojos de Maritza, sintió un impulso a comentarle sobre lo que pasaba en la consulta. Decidido se acercó a la niña, la miró a los ojos y en voz muy baja, casi susurrante, le preguntó: ¿a ti también te hace lo mismo, Maritza…? La niña bajó los ojos y asintió.
— Tenemos que hablar con nuestros padres. A los dos juntos nos tienen que creer. Tienes que apoyarme en esto, Maritza…, por favor… Le dijo Luis a la niña con la voz quebrada…
Maritza de nuevo asintió.
Sin mucho preámbulo Luis tomó de la mano a Maritza y se dirigió donde estaba Sofía.
— Mamá, Maritza y yo tenemos algo importante que contarles a ti y la Señora Camila, la mamá de Maritza…
Sofía vio la cara de los dos niños y por primera vez tuvo conciencia que podía tratarse de algo grave relacionado con la consulta. Tomó los dos niños de la mano y se fue al asiento de la señora Camila.
—Camila, vamos un momento fuera, los niños tienen algo que decirnos y no puede ser aquí…
El cuarteto se dirigió hacia una especie de jardín interno que quedaba hacia la salida del centro de salud. Una vez sentadas las madres Luis tomó la palabra. Con mucha entereza y determinación les contó a las dos el infierno que vivían cada vez que pasaban a la sala de rayos X con el doctor Marrero. Las lágrimas rodaban por las mejillas de las mujeres mientras escuchaban los pormenores del atropello. Maritza cabizbaja asentía confirmando todo lo que narraba Luis.
Por la memoria de Sofía aparecían las imágenes de los largos tiempos que el niño permanecía solo en compañía del doctor. Recordaba todos los intentos de Luis por alertarla mientras hacían el regreso en el autobús. La martirizó la idea de haber permitido que aquello avanzara durante tanto tiempo, solamente por dudar del requerimiento del niño, por pensar que Luis era un creído.
Sofía se levantó del banco donde había permanecido sentada escuchando el relato de su hijo y avanzó hacia la consulta. Todavía quedaban tres padres con sus hijos. Habló con cada uno, les contó lo que Luis y Maritza les habían dicho. Los conminó a que hablaran con sus hijos a ver si a ellos les pasaba lo mismo. Todos los niños dijeron que sí. Todos eran sometidos a los abusos del doctor Marrero.
Como una tromba el grupo de padres se dirigió a la oficina del Director del Servicio de Salud. Exigieron ser escuchados. Le plantearon la gravedad del problema. El director sin mucho asombro escuchó con paciencia. Se comprometió a hacer una averiguación. Les pidió a los padres prudencia. De momento ordenaba la inmediata suspensión de la consulta. Los pacientes fueron referidos a diferentes centros de salud para continuar tratamientos alternativos.
Sofía trató de llevar su denuncia a la luz pública pero no encontró apoyo en los medios de comunicación. En aquel tiempo no era fácil conseguir eco para denunciar a una eminencia de la talla de Marrrero, conectado con círculos académicos y políticos. Pero por lo menos los padres lograron que en el hospital más nunca pasara consulta.
Al poco tiempo el doctor Marrero se acogió al beneficio de la jubilación. Hasta el fin de sus días mantuvo su consulta privada en un consultorio donde no tenía máquina de Rayos X…
Este escrito lo hago motivado por la convocatoria hecha por los amigos de la prestigiosa comunidad @writingclub. Invito a todos a participar.
Gracias por tu tiempo.
The vapors take over the entire room. From the floor the bowl of boiling water and Vick Vaporub begin to fulfill their role of clearing the breath. This time the crisis has been stronger, the child has been on the verge of collapse, only the slightly minty air gives him some relief.
Since the age of two Luis has suffered persistent asthma attacks, and after nine years with the terrible disease he is an emaciated, weak, and very small boy. At first glance you would think he was nine at the most.
However, the time that the disease has taken away from him for outdoor play has been given to cultivate reading and he has become a very lively child.
At the age of five he learned to read and has since become an avid reader, practically knowing by heart all the books in the library near his home. There his mother goes religiously to fetch him some material to entertain him during his long convalescence after each attack.
Mrs. Sofia, his mother, has exhausted all the advice she has been given to mitigate her son's illness. Even the most unusual things she has dared to try. She has made the boy sting with bees, she has given him concoctions of every herb there is. She even gave him a fried rodent in the midst of his desperation. But nothing has been enough and with each new attack she thinks it could be the end.
Through the mouths of some neighbors she has received information about an eminent pneumonologist located in the center of the city, one of the few specialists that exist in the country. In the mid-sixties there were few doctors dedicated to this area of expertise.
From his humble home in one of the outlying neighborhoods of the big city, he has gone to the health center several times and after many errands he has finally managed to get an appointment with the outstanding doctor.
-Tomorrow is the day, son," says Sofia, expressing great expectation with her eyes. Tomorrow we have an appointment with the new doctor. He's a great specialist, I'm sure he's going to make you better?
Luis looks at her reluctantly, nods without much encouragement and continues reading. He has been to many doctors in his short life, he feels tired of so many unsuccessful treatments. Step by step he has resigned himself to live with the sensation of a small death that comes to him with each asthma attack.
Luis and his mother arrive on time for their appointment. After three hours of waiting, it is their turn. Sofia is impressed by the doctor, he is an older man, about sixty-eight years old, with almost white hair. In his immaculate white coat he has the bearing of a sage.
After the usual interrogations about history, previous treatments, environmental conditions and others necessary to complete the history, the doctor orders Sofia to uncover the child from the waist up. He tells her to do a radiological study to check the condition of the lungs.
He takes Luis by the hand and leads him into the room where the X-ray machine is located. The nurse and Luis' mother remain outside. The doctor orders the boy to stand at the back of the screen, standing with his chest against the metal plate....
He turns off the light, but instead of going to the isolation booth where he is to operate the apparatus, he places a chair in front of the metal plate. He takes Luis' arms. He orders him to loosen them in order to be able to do the study...
At a certain point he directs the boy's hands to his crotch and begins to move them slowly. Luis resists. His initial impulse is to remove his hands from the doctor's vicinity. But the doctor again orders him to loosen them so that he can carry out the study. Luis feels the temperature rise in the man's crotch. He feels helpless. He knows that this is not normal. But he does not know what to do. After many minutes, which seemed like an eternity to Luis, the doctor lets go of the boy's hands. He turns on the light and orders him to come out.
Soon after, the doctor comes out and tells Sofia that the boy's lungs are very damaged due to the disease. He is going to indicate a treatment with some drugs still in experimental phase, the institution is going to provide them, but first the mother must sign a letter where she indicates to be aware of the experimental nature of the drugs and her acceptance to use them at her own risk.
On the bus ride back, Sofia feels happy. She is sure that the new treatment is going to be good for the boy, the best thing is that the medicines have been given free, she thinks while she adjusts the bag with the precious bottles. Luis is staring blankly through the window of the bus.
-How did you like the consultation...? asks Sofia to her son.
Well, mom... Didn't you think the time the doctor and I spent in the X-ray room was too long...? asks the boy without taking his eyes off the window. - In those studies, shouldn't there be a technician operating the machine...? He insists again, trying to generate some doubt in Sofia.
-Well, Luis, all procedures are not the same. And Dr. Marrero must know much better than you what to do. You are not going to come out now with the idea that because you read two or three books, you are going to know more than the others.
With that answer, Sofia cut off Luis' wings so that he could continue talking about what had happened during the consultation.
The treatment began to have an effect on the boy, the seizures became less strong and more spaced out. Sofia was delighted with Dr. Marrero.
However, at each of the fortnightly check-ups, Luis was subjected to the same ritual where he felt his dignity deeply outraged. But the boy could not find anything to do. Every time he tried to ask Sofia something, to see if she would realize what was going on, his mother would give him the same answer. That he couldn't know any more than anyone else.
In between visits, Luis became friends with Maritza, a girl about his age, who also came to seek relief from her asthma problem. The two children shared a love of reading and chatted about the adventures of their favorite characters.
One day Luis saw an unusual sparkle in Maritza's eyes and felt an impulse to tell her about what was going on in the office. Determined, he approached the girl, looked her in the eyes and in a very low, almost whispering voice, asked her: "Does he do the same to you, Maritza...? The girl lowered her eyes and nodded.
-We have to talk to our parents. The two of us together have to be believed. You have to support me in this, Maritza..., please..." Luis said to the girl with a broken voice....
Maritza nodded again.
Without much ado, Luis took Maritza by the hand and went to Sofia.
-Mom, Maritza and I have something important to tell you and Señora Camila, Maritza's mother...
Sofia saw the faces of the two children and for the first time she realized that it could be something serious related to the consultation. She took the two children by the hand and went to Mrs. Camila's seat.
-Camila, let's go outside for a moment, the children have something to tell us and it can't be here...
The quartet headed towards a kind of internal garden that was towards the exit of the health center. Once the mothers were seated, Luis took the floor. With great strength and determination he told the two of them about the hell they went through every time they went to the X-ray room with Dr. Marrero. Tears rolled down the women's cheeks as they listened to the details of the outrage. Maritza nodded her head, confirming everything that Luis narrated.
In Sofia's memory, images of the long times that the boy remained alone in the doctor's company appeared. She remembered all of Luis' attempts to alert her as they made their way back on the bus. She was tormented by the idea that she had allowed it to go on for so long, just because she doubted the child's request, because she thought Luis was a believer.
Sofia got up from the bench where she had been sitting listening to her son's story and walked towards the consulting room. There were still three parents with their children. She spoke to each one, told them what Luis and Maritza had told them. He urged them to talk to their children to see if the same thing was happening to them. All the children said yes. They were all subjected to Dr. Marrero's abuse.
The group of parents rushed to the office of the Director of the Health Service. They demanded to be heard. They told him the seriousness of the problem. The director, without much astonishment, listened patiently. He promised to make an inquiry. He asked the parents to be prudent. For the time being, he ordered the immediate suspension of the consultation. The patients were referred to different health centers to continue alternative treatments.
Sofia tried to bring her denunciation to the public light but found no support in the media. At that time it was not easy to get echo to denounce an eminence of Marrrero's stature, connected to academic and political circles. But at least the parents managed to ensure that he would never again be seen at the hospital.
Soon after, Dr. Marrero retired. Until the end of his days he maintained his private practice in an office where he did not have an X-Ray machine.
Thank you for your time.
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Te invito a apoyar este proyecto como witness y a formar parte de esta gran comunidad uniéndote a su Discord en el siguiente enlace:
El relato como tal, me encantó, es fluido y nos da un final bastante satisfactorio, pues si bien el abusivo médico no recibe un castigo directo, fue separado de su "máquina protectora" de los abusos.
Un abrazoote.Excelente relato, amigo @irvinc. Presentas una denuncia de una forma de abuso de grandes dimensiones y contra los más pequeños. Constituye un alerta para que los padres y los adultos, en general, estemos atentos ante cualquier manifestación de los niños. Interrogar al niño sobre los momentos que pasa lejos de nuestra mirada es una buena forma de saber que puede estar pasando.
Me alegra que te haya gustado mi querida @mllg. A los niños hay que tratar de protegerlos de situaciones como las vividas por Luis, a veces no es fácil porque no se puede estar con ellos en todos los momentos. Lo que sí es muy importante es prestarles atención y darles la confianza para que puedan expresarse con libertad. Muchas gracias por pasar y comentar. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.
Recibido el abrazo y retornado con todo cariño, desde Cataluña.Muy bueno el relato, @irvinc
saludos amigos, muy internaste tu participación, esto es una situación que quizás se viva en la vida real, donde el niño no sabe que hacer, como también hay otros que no se quedan callado y de inmediato hacen la denuncia. este doctor va a llegar un punto donde quizás vaya preso o mas nunca reciba mas niños. suerte en el concurso. saludos
Sí, este tipo de situaciones ocurre en muchos contextos, en las escuelas, en los sitios deportivos, en los consultorios. Por eso es importante preparar al niño para que exprese con libertad cualquier cosa que le llame la atención, no dudar de su palabra ni de su necesidad de ayuda. Muchas gracias por pasar y comentar, estimado @davidpena21. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.
Es una difícil situación la que planteas, el miedo puede dominarte y convertirte en víctima por mucho tiempo. La confianza que deben brindar los padres es fundamental para abrir las puertas de la comunicación, los peligros se encuentran en todas partes. Saludos.
Sí, el miedo hace que la persona sufra sin atreverse a buscar solución. En estos casos es demasiado importante la confianza de los padres para evitar males mayores. Muchas gracias por pasar y comentar estimada @ramisey. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.
Interesante lectura que lleva un mensaje de alerta necesario para los padres... Saludos
Sí, en cualquier parte puede estar un abusador, los padres tienen que estar muy pendientes de los niños. Gracias por pasar y comentar estimada @erilej. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.
El abuso infantil puede venir desde distintos puntos y en muchas oportunidades se convierte en un acoso perenne en los niños que, de entrada, no se atreven a comunicar lo que pasa o como en el caso de Luis la madre no escucha las voces de alerta. En una triste historia sobre todo porque el agravio viene de personas "respetables" que poseen autoridad en su área y que tanto a los niños como a los adultos les resulta casi imposible detener o que se tomen medidas pertinentes y las situación sigue sucediendo.
En la historia que nos relatas Luis fue un niño valiente pero no en todos los casos los niños se atreven a denunciar al abusador y acosador. excelente relato @irvinc impecablemente contada. Saludos. 😊
Para los niños es muy difícil expresar este tipo de situaciones, sienten mucho temor y verguenza, sobre todo en el caso en que los padres no les hayan brindado suficiente confianza para expresar sus sentimientos. Luis fue muy valiente y pudo librarse del problema. Muchas gracias por la visita y tus generosas palabras estimada @damarysvibra. Que estés bien. Un fuerte abrazo.
Tu relato recoge una situación muy lamentable que se presenta con ciertos profesionales que pueden llegar a abusar de la inocencia o debilidad de niños y adolescentes. Está muy bien expuesto y desarrollada la historia con los pormenores pertinentes. Saludos, @irvinc.
Sí, mi estimado José @josemalavem. Los abusadores están en todos lados por eso los padres deben estar atentos. Lo bueno es que en nuestros días hay más chance de poder castigar a un personaje como el doctor Marrero. Muchas gracias por la visita y por tus generosas palabras. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.
Hola
Tan bien redactada, con sentido y fundamento, que parece real.
Tu historia puede abrir los ojos a padres que sin querer no escuchan las penurias que el acoso y bulling les hacen a sus hijos.
Si. Los padres a veces no dan crédito al malestar de los hijos, pueden pensar que son exagerados, pero lo mejor es prestarles atención porque uno nunca sabe cuándo pueden estar en dificultades. Muchas gracias por pasar y por tu atenta lectura, estimado @tommy27. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.
Trasmitir confianza a que los niños cuenten lo que pasó es algo que se debe hacer de manera muy concurrida, pero de cierta formas los adultos no los escuchan. Los niños al crecer con ese tormento y sin haber contado a alguien suelen ser sufrir tormentos. Muy buen post, un abrazo desde Valencia.
Sí, darles confianza para hablar sin ser juzgados puede prevenir situaciones como las del relato. Muchas gracias por la visita y el comentario, estimado @yonimon24. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.
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Es genial tu entrada amigo @irvinc como siempre. Existen personas malas en todas las profesiones, lo mejor es cuidar a los niños de degenerados como estos. El acoso, el abuso, la pornografía y todo lo que vaya en encontrar de la infancia es sencillamente asqueroso.
¡Saludos desde Valencia!
Que barbaridad, menos mal y el relato es solo imaginación, sufro al pensar que a esos niños estuvieran siendo abusados y los culpables no fueran a pagar por ese delito, espero más oportunidades como este concurso para elaborar grandes y muy buenas historias