Mausoleum of Sorrows
However, it was a task I had to perform. To go back to the beginning of everything even if it hurt deep down. With each step, memories came flooding back; the beatings, the abuse, the screaming into the void, at the walls, the crashing vases, the leash, the broom, the blood, the pain, the anguish, and the rage. All those things intermingled making a knot tighten in my chest.
I reached the bottom of the stairs and looked up in fear. All I had to do was climb up and let go. That was all.
I plucked up courage, one that I had hidden in the deepest recesses of my being, and climbed the first rickety step. My palms began to sweat, my body trembled and I suddenly felt cold. Each step led me to my truth. The truth that I dared not accept, the truth that would not allow me to dream, the truth that had made me a zombie. The smells came back to my memory; the burnt pasta, the alcohol, the metallic scent of blood. The sound of music blaring, the knocking on the door, the wood cracking. All that and more was present as I reached the top of the stairs.
I looked to the left and could see it was still the same. The splintered wood of my old door. My eyes filled with tears and fear. I didn't want to go there, but I had to. My legs became two huge boulders that made it impossible for me to step forward, but I knew it was all in my mind, that it was anxiety and apprehension in my chest. With difficulty, I reached the rusty knob of that door and opened it slowly, listening to the creaking of the door. It was still there, the blood dry, almost brown from the time that had passed, and then it all came back to me.
«“No, mommy!” I pleaded with tears in my eyes, “Don't hit me anymore. I haven't done anything wrong.”»
«“I was wrong to have you! You ruined my life, you fucking scum!” She screamed, whipping me with her belt. Her breath gave off the smell of alcohol and vomit. “I should have abandoned you like the others!” Her hysterical voice terrified me.»
«I curled up on the floor crying my eyes out as I received the slaps on my back. “Leave him alone!” Said someone from the doorway and then I heard a choking sound as the pounding stopped with a bang. I lifted my face and could see my friend Eleanor with a long knife in her hands.»
I blamed myself for many things, for not knowing how to handle the situation. I should have asked for help and I didn't, even when I was looking at her with wild eyes, when she was trying to get air into her lungs and blood was coming out of her mouth. I should have called an ambulance, but I was afraid. I was afraid that if she lived she would come back to beat me, to abuse me. The only thing I could do at that moment was to run to my friend and take the knife out of her hands and make her leave. Eleanor was only defending me and I didn't want her to pay dearly for that help.
The blame fell on me and the police seeing my condition assumed it was all self-defense. Only I had knowledge of what had happened and no one else.
I had nightmares for years, I had suicidal thoughts. Therapy helped, but it was not enough, and that was why I was in that room. I had to make a pact with myself; I had to make amends for my sins because even though it was wrong, a child should not have to endure what I endured while she was still alive.
The house was a mausoleum falling apart, and as I looked at the small room, the bed and the faded wallpaper, I knew that here I was taking the step to forgive her and to forgive myself. I discovered that at that moment my worst fears were collapsing and giving way to a better future, although to achieve it I had to keep working on myself.
Mausoleo de las Penas
Había humedad en la casa. Lo sentía en el olor que provenía de las paredes, a las cuales se le estaba ya desconchando la pintura color beige. Caminé entre los pasillos de la propiedad con la intención de dar con las escaleras que me llevarían al primer piso. Hacían ya muchos años que no venía a este lugar, los malos recuerdos habitaban en él. Era como si en cada pared se reprodujera una película con imágenes de mi triste infancia. Podía sentir el aura negativa en cada pisada.
Sin embargo, era una tarea que debía realizar. Volver al inicio de todo aunque doliera en el fondo. Con cada paso, los recuerdos me invadían; los golpes, los abusos, los gritos al vacío, a las paredes, los floreros estrellados, la correa, la escoba, la sangre, el dolor, la angustia y la rabia. Todas esas cosas se entremezclaban haciendo que en mi pecho un nudo se apretara.
Llegué al pie de las escaleras y miré hacia arriba con temor. Solamente tenía que subir y soltar. Solo eso.
Me armé de valor, uno que llevaba escondido en lo más recóndito de mí ser y subí el primer escalón desvencijado. Las palmas de las manos me comenzaron a sudar, mi cuerpo temblaba y de pronto sentí frío. Cada escalón me llevaba a mi verdad. La verdad que no me atrevía a aceptar, la verdad que no me permitía soñar, la verdad que me había hecho un zombi. Los olores volvieron a mi memoria; la pasta quemada, el alcohol, el aroma metálico de la sangre. El sonido de la música a todo volumen, los golpes en la puerta, la madera rompiéndose. Todo eso y más se hacía presente mientras llegaba al tope de las escaleras.
Miré hacia la izquierda y pude ver que seguía igual. La madera astillada de mi antigua puerta. Los ojos se me llenaron de lágrimas y de miedo. No quería ir allí, pero debía hacerlo. Mis piernas se volvían dos enormes peñascos que me imposibilitaban dar paso al frente, pero sabía que todo estaba en mi mente, que era la ansiedad y la aprensión en mi pecho. Con dificultad llegué al pomo oxidado de aquella puerta y la abrí con lentitud, escuchando el chirrido de la misma. Seguía allí, la sangre seca, casi marrón por el tiempo que había pasado y entonces todo volvió a mí.
«—¡No, mami!—imploraba con lágrimas en los ojos—. No me pegues más. No he hecho nada malo.»
«—¡Erré al tenerte! ¡Me arruinaste la vida, maldita escoria! —gritaba ella azotándome con el cinturón. Su aliento desprendía el olor a alcohol y vómito—. ¡Debí abandonarte como a los demás! —Su voz histérica me aterraba.»
«Me acurruqué en el piso llorando a mares mientras recibía los correazos en la espalda. —¡Déjalo en paz! —dijo alguien desde la puerta y luego oí un ahogo mientras los golpes paraban de sopetón. Levanté el rostro y pude ver a mi amiga Eleanor con un cuchillo largo en sus manos.»
Me culpaba de muchas cosas, de no haber sabido manejar la situación. Debí haber pedido ayuda y no lo hice, aun cuando la veía con los ojos desorbitados, cuando trababa de coger aire en sus pulmones y la sangre salía de su boca. Debí haber llamado una ambulancia, pero tuve miedo. Tuve miedo de que si vivía ella volvería a pegarme, a maltratarme. Lo único que pude hacer en ese momento fue correr hacia mi amiga y quitarle el cuchillo de las manos y hacerla que se fuera. Eleanor solo me defendía y yo no quería que ella pagara caro por esa ayuda.
La culpa recayó en mí y la policía al ver mi estado dieron por hecho que todo había sido en defensa propia. Solo yo tenía conocimiento de lo que había sucedido y nadie más.
Tuve pesadillas por años, tuve pensamientos suicidas. La terapia ayudaba, pero no bastaba, y era por eso que me hallaba en aquella habitación. Tenía que hacer un pacto conmigo mismo, debía resarcir mis pecados porque aunque estuvo mal, un niño no debía soportar lo que yo soporté mientras ella seguía con vida.
La casa era un mausoleo que se caía a pedazos, y mientras observaba la pequeña habitación, la cama y el papel tapiz descolorido, supe que ahí daba el paso a perdonarla y a perdonarme. Descubrí que en ese momento se derrumbaban mis peores miedos y daban paso a un mejor futuro, aunque para lograrlo debía seguir trabajando en mí.
A good concept for a story. It certainly deserves more in the way of rewards than it has earned so far.
Thanks for your appreciation 🤗.
Que difícil es olvidar episodios traumáticos de nuestra infancia. Pero a la vez no tenemos idea de lo cruel que es el olvido. Hay cosas que merecen ser olvidadas y perdonadas, otras no y sin embargo las olvidamos. Abrazos...
Vivir bajo los recuerdos del trauma pueden hacerte fuerte o pueden derribarte. Está en nosotros saber cómo lidiar con esos recuerdos que nos marcan.
Gracias por leerme.
Buen texto, con mucha fuerza expresiva y bien resuelto. Uno puede sentirse ahí acompañando al protagonista. Mis felicitaciones.
Muchas gracias. Fue un texto que me tomó mucha energía porque siento que muchas veces modifico algún recuerdo para poder crear una nueva historia.
Lindo texto, bien cargado de sentimientos. Entre todo lo que trasmite me quedo con qué, en ocasiones debemos enfrentar nuestros miedos antes de que se expanda hacia los demás. Saludos.
Por supuesto. Muchas veces nos escondemos detrás de ellos, pero lo más apropiado sería enfrentarlos y salir adelante. Gracias por leerme. ¡Saludos!