Español
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“¡Que mañana tan linda!” Pensó Julieta.
Y la chica en verdad no estaba exagerando: más allá del fregadero y la ventana, en el patio resguardado por un roble, el césped había crecido tanto que era un nido de mariposas. Los pajarillos se columpiaban en el aire para llenar al mundo de cantos mientras el sol parpadeaba en el cielo limpio, salpicando un calor agradable sobre la húmeda y ensangrentada cabeza de Julieta; sangre que se mezclaba con los platos y el jabón, y que se escurría densamente hasta el desagüe como un remolino.
“¿Puede ser la vida más perfecta?” Se preguntó Julieta con una sonrisa.
Para Julieta todo era perfecto mientras no se tratara del Calabozo: allí habitaban esqueletos escharchados que además de oler muy mal cantaban rancheras: música triste, desde luego; notas melódicas capaces de romper las articulaciones. A nuestra chica no le gustaba ese lugar huesudo, sin embargo, Julieta debía ir por obligación. El tiempo y la memoria son un laberinto, creía ella, ¿Y acaso no era cierto? ¿Acaso no es el cerebro un enemigo que olvida?
“¡Es un día perfecto para comer pastel!” Gritó Julieta alzando sus brazos como las niñas que se emocionan cuando van de vacaciones.
Imagen Original de Margodeco || Tomada de Pixabay
La casa se llenó de gotitas de sangre, gotitas que se transformaron en huellas resplandecientes ante la sombra del sol. Todo era culpa de Julieta por seguir sangrando; su cabeza sin cabellos se volvió roja, o más bien parecía una fresa. ¡Fresas! De ese sabor iba a ser el pastel. Julieta registró la alacena para hallar los ingredientes, pero solo encontró un río de gorgojos; también los había en la nevera, y en los escaparates, y sobre todo en las alfombras…
“¡Qué raro! ¿Dónde estará Martha?” Se extrañó Julieta, y tenía la razón: Martha, la mujer de la limpieza, nunca se ausentaba. Entonces, ¿Por qué estaba la casa tan descuidada?
Julieta se había perdido tanto en el hermoso día que había obviado su oxidada casa: las bisagras estaban dobladas, las columnas y vigas agrietadas, y por el techo caía un polvo que no precisamente era de hadas. Sin duda algo pasaba con Martha, y con la casa, y con la propia Julieta…
Imagen Original de Tama66 || Tomada de Pixabay
“Seguramente no vino ayer a trabajar.” Dijo Julieta mientras la sangre se escurría por su rostro.
¿Ayer? Pero si parecía que una década entera se había robado la belleza de la casa. Ya no había retratos con inmaculados rostros, solo cuadros retorcidos protegiendo lienzos mohosos. ¿Y Martha? ¿Por qué Martha se ausentaría tanto? ¡Reacciona Julieta! ¡Reacciona!
“Necesito aire fresco.” Fue con lo que Julieta Reaccionó.
Ella no quería regresar a aquel calabozo, sin duda, no por el temor a los esqueletos o a las rancheras, más bien por lo que ahí escondía: oscuridad, miedo, decepción… y rostros que no dejaban de juzgarla. Algunas imágenes la arrastraron a recordarlo, pero ella fue más fuerte.
Salió al jardín y el sol rió con ella, y las aves, y las mariposas. La sangre seguía emanando de la abertura en su cabeza, pero eso no le importaba, ¡no le importaba nada porque el día era muy bello!
“Qué lindo roble. Qué lindo jardín.” Dijo Julieta mientras la sombra del árbol cubría sus hombros.
Imagen Original de Sammanthayore || Tomada de Pixabay
Se recostó a meditar entre las raíces del árbol, mirando las mariposas que anidaban en el césped; a Cristian le encantaban las de color amarillo, incluso Julieta amaba cuando él las capturaba para ella, y luego las disecaba para armar retratos hermosos...
¿Cristian? ¿Por qué Cristian no estaba junto a ella?
Era extraño porque él siempre la acompañaba en el jardín, incluso, tras atrapar las maripositas, preparaba café para el resto de la tarde; y juntos lo bebían, y las nubes tomaban formas extrañísimas: Conejos, dinosaurios, calabozos…
¡Reacciona Julieta! ¡Reacciona!
¿Dónde estaba Cristian? ¿Dónde estaba Martha? ¿Acaso la habían abandonado? Tal vez sí, pero… ¿Por qué? Ella no podía recordarlo, no podía ver más allá del calabozo oscuro lleno de esqueletos escarchados. Ese lugar que olía a aserrín y que guardaba la verdad: un laberinto, un mundo sin escape. ¡Reacciona Julieta!
“¿Qué me está pasando?” Al fin Julieta se entregó a la realidad.
Imagen Original de Darksouls || Tomada de Pixabay
Las mariposas desaparecieron para develar un jardín marchito, y del roble donde ella reposaba solo quedaban podridas ramas llenas de hormigas. Y su casa estaba mohosa, y oscura aun de día; las imágenes decadentes la obligaron a entender que ella no necesitaba alejarse del calabozo, necesitaba volver a él…
“¡Necesito recordar!” Gritó palpando la herida en su cabeza.
Para su fortuna la piedra ensangrentada seguía ahí: justo frente a sus pies. La tomó y, apretándola entre sus dedos, suplicó al cielo limpio un milagro para su amnesia. La herida se hizo más grande, y el dolor salpicó de rojo la tierra llena de hormigas, y los recuerdos volvieron: tristeza y soledad, y esos esqueletos escarchados que le cantaban no eran más que Mharta y Cristian, las mismas personas que la habían abandonado a su suerte.
“Oh, era eso.” Dijo, y la piedra escarlata se deslizó entre sus dedos.
Abandonó el jardín y volvió a la cocina. Tomó jabón y algunos platos, y reanudó su labor en el fregadero.
“¡Que mañana tan linda!” Pensó Julieta.
Mientras las mariposas del jardín volvían aparecer frente a sus ojos.
El peor enemigo del hombre es su memoria…
FIN
English
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"What a beautiful morning!" Juliet thought.
And the girl really wasn't exaggerating: beyond the sink and the window, in the oak-sheltered patio, the lawn had grown so big it was a butterfly nest. The little birds swayed in the air to fill the world with songs while the sun winked in the clear sky, splashing a pleasant warmth on the wet and bloody head of Juliet; blood mixing with dishes and soap, trickling thickly into the drain like a whirlpool.
"Can life be more perfect?" Juliet wondered with a smile.
For Julieta, everything was perfect as long as it wasn't the Dungeon: frosty skeletons lived there, and in addition to smelling very bad, they sang rancheras: sad music, of course; melodic notes capable of breaking joints. Our girl did not like that bony place, however, Julieta had to go by obligation. Time and memory are a labyrinth, she believed, and wasn't that true? Isn't the brain an enemy that forgets?
"It's a perfect day to eat cake!" Julieta yelled raising her arms like girls who get excited when they go on vacation.
Original Image by Margodeco || Taken from Pixabay
The house was filled with droplets of blood, droplets that turned into dazzling footprints in the shadow of the sun. It was all Julieta's fault for continuing to bleed; her hairless head turned red, or rather looked like a strawberry. Strawberries! That flavor was going to be the cake. Julieta searched the cupboard to find the ingredients, but she only found a river of weevils; there were also in the fridge, and in the shop windows, and especially on the rugs...
"How odd! Where will Martha be? Julieta was surprised, and she was right: Martha, the cleaning woman, was never absent. So why was the house so neglected?
Julieta had gotten so lost in the beautiful day that she had overlooked her rusty house: the hinges were bent, the columns and beams cracked, and not exactly fairy dust was falling from the ceiling. Without a doubt, something was going on with Martha, and with the house, and with Juliet herself...
Tama66 Original Image || Taken from Pixabay
"Surely she didn't come to work yesterday." Juliet said as blood trickled down her face.
Yesterday? But if it seemed that a whole decade she had stolen the beauty of the house. There were no more portraits with immaculate faces, only twisted paintings protecting musty canvases. And Martha? Why would Martha be away so much? Juliet reacts! Reaction to!
"I need fresh air." It was what Julieta reacted with.
She did not want to return to that dungeon, without a doubt, not because of the fear of the skeletons or the rancheras, rather because of what she hid there: darkness, fear, disappointment... and faces that did not stop judging her. Some images of her dragged her to remember it, but she was stronger.
She went out into the garden and the sun laughed with her, and the birds, and the butterflies. The blood continued to ooze from her opening in her head, but she didn't care, she didn't care at all because the day was so beautiful!
“What a nice oak. What a nice garden.” Juliet said as the shadow of the tree covered her shoulders.
Sammanthayore Original Image || Taken from Pixabay
She leaned back to meditate among the roots of the tree, looking at the butterflies that nested in the grass; Cristian loved the yellow ones, even Julieta loved it when he captured them for her, and then dissected them to put together beautiful portraits...
Christian? Why wasn't Cristian with her?
It was strange because he always accompanied her in the garden, even, after catching her butterflies, she would prepare coffee for the rest of the afternoon; and together they drank it, and the clouds took on strange shapes: rabbits, dinosaurs, dungeons...
Juliet reacts! Reaction to!
Where was Christian? Where was Martha? Had they abandoned her? Maybe yes, but… Why? She couldn't remember, she couldn't see past the dark dungeon full of frosty skeletons. That place that she smelled of sawdust and that she kept the truth: a labyrinth, a world without escape. Juliet reacts!
"What is happening to me?" At last Juliet surrendered to reality.
Darksouls Original Image || Taken from Pixabay
The butterflies disappeared to reveal a withered garden, and of the oak where she rested only rotten branches full of ants remained. And her house was moldy, and dark even by day; the decadent images forced her to understand that she didn't need to get away from the dungeon, she needed to return to it...
"I need to remember!" She cried out feeling the wound on her head.
Fortunately for her, the bloody stone was still there: right in front of her feet. He took it and, squeezing it between her fingers, he begged the clear sky for a miracle for her amnesia. The wound grew larger, and the pain splashed the ant-filled earth red, and the memories came back: sadness and loneliness, and those frosty skeletons that sang to her were nothing more than Mharta and Cristian, the same people who had abandoned her to their fate.
"Oh, that was it." "She," she said, and the scarlet stone slipped through her fingers.
She left the garden and went back to the kitchen. She grabbed soap and some dishes, and went back to her work at the sink.
"What a beautiful morning!" Juliet thought.
While the butterflies in the garden reappeared in front of her eyes.
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