Quitad de los corazones el amor por lo bello, y habréis quitado todo el encanto a la vida.
— Jean Jacques Rousseau
Las alboradas se reflejan nuevamente en mi rostro. Llaman la atención de círculos empapados por la madrugada húmeda y silenciosa. Me rebelo ante una tranquilidad que gobierna mis sentidos, y despierto, intento desafiar al vacío de mi mente y provocar una hecatombe.
Mis huesos se estremecen intentando liberarse de la helada pesadez del sueño. Un vertiginoso camino me espera al final provocando nupcias entre mis percepciones antes separadas. Me tiemblan los pies y me tambaleo. Un ruido tan mezquino como el de gaviotas a la mar se manifiesta para timbrar el mensaje.
Las criaturas de la tierra se levantan de nuevo. Sus sentidos vibran al son de los movimientos geo-estáticos que abrazan la atmosfera como una madre a un niño. El susurro de la creadora hace un llamado para despertarlos, provoca dolor y lucha contra el reposo. Las almas se quedan inertes por un instante y luego vuelven a sus deberes; a pastar para darle paso a la vida o a mantener la subsistencia de su autosustento.
Abro y cierro mis manos constantemente para liberarlas del congelamiento matinal. Me suspendo por un momento intentando no desfallecer de nuevo, luego me reinicio y continuo mi actividad hasta terminar sin interrupciones. Un soplido me detiene y me tumba al borde de mi cama. Se burla de mí, me controla, apaga e inhibe mis neuronas. El reposo no es suficiente para esta mente hambrienta de ansiedad.
No termina de satisfacer su más grande anhelo de creatividad. En un espacio donde los hombres y mujeres desean prevalecer, yo me desvanezco entre las letras para no perderme entre las tinieblas de un mundo hostil. Un conjuro me ha dejado fuera del juego, pero intento reponerme de ello.
Mis manos se levantan a modo fantasmal y comienzan a crear maravillosas letras; mientras que mi torso y mi rostro aún siguen perdidos en un sueño despierto erigido por mi imaginación.
Conjeturé con mis ojos un mundo antagonista al nuestro; tan adverso y refractario, que hasta la mente más sensata podría caer fácilmente en la locura. Lo vi mientras intentaba escapar del hechizo del reposo. Lo vi escaparse entre los muros de pensamientos frágiles y derrotados.
Lo vi burlándose con sus múltiples rostros mientras se deslizaba hacia mi entorno esparciendo su veneno. Lo vi por última vez, y todo en mi visión se apagó, dejándome de nuevo suspendido en el borde de mi cama.
Miles de palabras pronunciaron mis manos, de ello me di cuenta al reaccionar cuando el crepúsculo pasaba como una rueda gigantesca. Las criaturas de la tierra volvieron a su habitual reposo. Diana se posó en el cielo nuevamente. Como en un chasquido la madrugada cayó, y yo me entrego por completo al helado y taciturno abrazo del sosiego.
FIN
Take away from hearts the love of the beautiful, and you have taken away all the charm of life.
— Jean Jacques Rousseau
The dawns are reflected again on my face. They call attention to circles soaked by the wet and silent dawn. I reveal myself to the tranquility that rules my senses, and awake, I try to defy the emptiness of my mind and provoke a hecatomb.
My bones shudder trying to break free from the icy heaviness of sleep. A dizzying path awaits me at the end causing nuptials between my previously separate perceptions. My feet tremble and I stagger. A noise as petty as that of seagulls at sea manifests to ring out the message.
The creatures of the earth rise again. Their senses vibrate to the sound of geo-static movements that embrace the atmosphere like a mother to a child. The whisper of the creator beckons to awaken them provokes pain and struggles against rest. The souls become inert for an instant and then return to their duties; to graze to make way for life or to maintain the subsistence of their self-sustenance.
I open and close my hands constantly to free them from the morning freeze. I pause for a moment trying not to faint again, then I restart and continue my activity until I finish without interruption. A blow stops me and knocks me to the edge of my bed. It taunts me, controls me, shuts down, and inhibits my neurons. Rest is not enough for this anxiety-hungry mind.
It does not end up satisfying its greatest craving for creativity. In a space where men and women wish to prevail, I vanish among the letters so as not to get lost in the darkness of a hostile world. A spell has left me out of the game, but I try to recover from it.
My hands rise in ghostly fashion and begin to create marvelous letters; while my torso and face are still lost in a waking dream erected by my imagination.
I conjectured with my eyes a world antagonistic to our own; so adverse and refractory, that even the most sensible mind could easily fall into madness. I saw him as he tried to escape the spell of repose. I saw it escaping within the walls of fragile and defeated thoughts.
I saw it taunting me with its many faces as it slithered into my surroundings spreading its venom. I saw it for the last time, and everything in my vision shut down, leaving me once again suspended on the edge of my bed.
Thousands of words were uttered in my hands, this I realized as I reacted as the twilight passed like a giant wheel. The creatures of the earth returned to their usual rest. Diana settled in the sky again. As in a snap the dawn fell, and I surrendered myself completely to the icy, taciturn embrace of calm.
THE END