Imagen de mi autoría editada con Canva
Al luchar contra la angustia uno nunca produce serenidad; la lucha contra la angustia sólo produce nuevas formas de angustia.
— Simone Weil
—¡Levántate! ¿Qué no ves que llegarás tarde? —Dijo alzando la voz en un tono muy fuerte. No soportaba la cabeza; no había dormido bien. Mis ojos me dolían y una horrible jaqueca convulsionaba en mi frente.
—¡Eres un flojo! ¡Un inútil! Tu jefe tiene mucha razón en despedirte— añadió, haciéndome recordar cosas detestables de mi trabajo.
Hace tiempo que escucho esta voz en mi cabeza, es algo que no puedo explicar; simplemente sucedió. De repente escuché un zumbido que se hacía más fuerte al pasar las horas, luego susurros inefables que taladraban mis oídos.
Pensé que me había vuelto loco y decidí ir a un médico; sin resultados. Cuando dormía, los susurros paraban, pero luego volvían al despertar. Las palabras paulatinamente se descifraban, pero otras entorpecían las oraciones.
Nunca pude entender lo que me pasaba. Tomé medicamentos. Me hice radiografías y estudios, incluso consulté con el esoterismo buscando a brujos y adivinos. Nada. Parecía estar atado a esta maldición, así que di por hecho vivir con ello hasta que desaparezca por sí solo.
Cada vez que intentaba ignorar los susurros se hacían más fuertes. Cualquier actividad que hacía incrementaba la frecuencia de sus voces. Leer se volvió un martirio. Comer se convirtió en una batalla. He perdido la cuenta de las veces que me he sobado la cabeza después de sufrir jaquecas.
Mi vida transcendía en un caos hasta que un día hubo un cambio radical. Una mañana me desperté y un silencio abismal me atajó. Ya no escuchaba nada; ni una frase, ni una oración, ni siquiera el sonido susurrante de aquellas voces fastidiosas.
No me confíe mucho y me mantuve en alerta. «Pueden volver en cualquier momento», pensé, así que, como cada día, me levanté de la cama y me preparé un café. Aún nada. Todo seguía en silencio.
Decidí tomarme una ducha con precaución por si era sorprendido. Me mantuve alerta en todo momento, pero lo único que escuchaba era el estrepitoso sonido del agua de la regadera golpeando mi cuerpo, las paredes y el suelo. Al terminar, cerré la ducha y miré hacia todos lados aguardando. Todavía nada. «¿Será posible que…?», pensé sin terminar la pregunta, pues muy en el fondo no estaba muy convencido.
Me vestí. Me preparé el desayuno. Cada actividad que terminaba incrementaba mi confianza. Tomé mi celular y le escribí un mensaje a mi jefe de que llegaría más temprano. Me sentía con ánimos en ese momento; salí del apartamento con una sonrisa y monté mi bicicleta.
El día se veía hermoso; brillante, vivo y colorido. Solo me acompañaba el sonido estridente de mi bicicleta y el del viento saboreando mis tímpanos. Divisaba a las personas en las aceras; tan calmadas, sencillas, hasta que mis ojos se posaron en una chica muy guapa que iba cruzando la calle.
Me miró de reojo mientras enviaba una nota de voz en su celular, al terminar me miró y me sonrió. Vislumbré sus ojos verdes y la silueta de sus labios, su cabello castaño bailaba con gracia al ella caminar. Le devolví la sonrisa con una más grande y añadiendo un ademán de saludo con mi mano, luego, como una sensación escalofriante que invade tu cuerpo de repente, me petrifiqué.
—¿Te gusta esa chica, eh?— Manifestó una voz. Miré a todas partes, pero no había nadie cerca.
—¡No puede ser! —Murmuré— ¡Pensé que todo había terminado!
La voz en mi cabeza soltó una carcajada que sonaba como el eco de los truenos.
—Solo quería hacerte creer que estabas libre, los demás te abandonaron, pero yo decidí quedarme.
Mis piernas temblaron de la rabia.
—¿Quién eres? ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué insisten en torturarme?
—Siempre he estado aquí.
La felicidad que tenía me abandonó en ese momento. Apreté los dientes con ira mientras escuchaba aquella voz mofándose de mi desgracia.
—Deberías dejar el azúcar, estas muy gordo. Pierdes el tiempo con esa chica, nunca te querrá. Tienes mal gusto para la ropa. ¡Eres un tonto! Que patético eres si piensas que tu jefe te va a ascender.
Y así pasaron los meses escuchando la voz en mi cabeza. Los chirridos de sus críticas e insultos injuriosos me golpeaban cada vez más. Aún no puedo acostumbrarme y siento que ya no tengo autoestima. He pensado en cosas extrañas últimamente; una lobotomía no suena nada mal.
FIN
Fighting anguish never produces serenity; fighting anguish only produces new forms of anguish.
— Simone Weil
"Get up! Can't you see you'll be late?" he said, raising his voice in a very loud tone. I couldn't stand my head; I hadn't slept well. My eyes hurt and a horrible headache convulsed in my forehead.
"You're lazy! You're useless! Your boss is quite right to fire you," he added, making me remember detestable things about my job.
I've been hearing this voice in my head for a long time, it's something I can't explain; it just happened. Suddenly I heard a buzzing sound that grew louder as the hours passed, then ineffable whispers that pierced my ears.
I thought I had gone crazy and decided to go to a doctor; to no avail. When I slept, the whispers stopped but then returned when I woke up. Words would gradually become decipherable, but other words would slur the sentences.
I could never understand what was happening to me. I took medication. I had x-rays and tests and even consulted esotericism looking for witches and fortune tellers. Nothing. I seemed to be tied to this curse, so I took it for granted to live with it until it would go away on its own.
Every time I tried to ignore the whispers they got louder. Any activity I did increase the frequency of their voices. Reading became a martyrdom. Eating became a battle. I lost count of the number of times I rubbed my head after suffering headaches.
My life transcended into chaos until one day there was a radical change. One morning, I woke up and an abysmal silence seized me. I could no longer hear anything; not a sentence, not a prayer, not even the whispering sound of those nagging voices.
I was not overconfident and kept on my toes. "They could be back any minute," I thought, so, like every day, I got out of bed and made myself a coffee. Still nothing. Everything was still quiet.
I decided to take a shower cautiously in case I was surprised. I kept my wits about me at all times, but all I could hear was the thundering sound of the water in the shower hitting my body, the walls, and the floor. When I finished, I turned off the shower and looked around in anticipation. Still nothing. "Could it be possible that...?", I thought without finishing the question, because deep down I was not very convinced.
I got dressed. I made myself breakfast. Every activity I finished increased my confidence. I took my cell phone and texted my boss that I would be in earlier. I was feeling upbeat at that moment; I left the apartment with a smile and rode my bike.
The day looked beautiful; bright, lively, and colorful. I was accompanied only by the shrill sound of my bike and the sound of the wind tasting my eardrums. I spotted the people on the sidewalks; so calm, so simple, until my eyes fell on a pretty girl crossing the street.
She glanced at me out of the corner of her eye as she sent a voice note on her cell phone, when she finished she looked up at me and smiled. I glimpsed her green eyes and the outline of her lips, her brown hair danced gracefully as she walked. I smiled back with a bigger smile and added a wave with my hand, then, like a creepy feeling that suddenly invades your body, I was petrified.
"You like that girl, huh?" a voice said. I looked everywhere, but there was no one around.
"It can't be!" I thought it was all over!
The voice in my head let out a laugh that sounded like the echo of thunder.
"I just wanted to make you think you were free, the others abandoned you, but I decided to stay.
My legs shook with rage.
"Who are you? Why are you here? Why do you insist on torturing me?"
"I have always been here".
Whatever happiness I had left me at that moment. I gritted my teeth in anger as I listened to that voice mocking my misfortune.
"You should give up sugar, you're too fat. You're wasting your time with that girl, she'll never love you. You have bad taste in clothes, you're a fool! How pathetic you are if you think your boss is going to promote you".
And so the months went by listening to the voice in my head. The screeching of his criticisms and insulting insults hit me harder and harder. I still can't get used to it and I feel like I have no self-esteem anymore. I've been thinking strange thoughts lately; a lobotomy doesn't sound bad at all.
THE END
Lobotomía, excelente idea. He escuchado que cura la esquizofrenia, pero que se lleva los recuerdos.
Hay tratamientos menos radicales y si los psiquiatras no tienen éxito, hay exorcista y hasta comunidades de Hive que te van a apoyar.
Aplausos, gran relato.
Éxito.
Yo no practicaría la lobotomía, han personas que quedan con marcas de por vida.
El exorcismo tampoco parece mala idea ja ja ja.
Gracias por pasar y leerme.
¡Saludos!
Un relato angustiante y muy bien llevado hasta el final. Debe ser terrible estar en esa condición como si fueran dos personas en un solo cuerpo.
Saludos @universoperdido
Completamente una tortura tener una voz en la cabeza que siempre te está humillando. Gracias por pasar y leerme, saludos.