Sonaba el despertador eran las 6.00 A.M, hora de levantarse, a empezar el lunes. Se calzaba sus zapatillas y se apresuraba para ir al baño, después de hacer pis se montaba sobre la báscula, doscientos gramos menos que ayer, poco a poco llegaría a su peso ideal. Tenía la cafetera preparada de la noche anterior, solamente cogía una cerilla y encendía el fuego, mientras tanto calentaba el pan y lo untaba con mantequilla y mermelada, su favorito. De nuevo miraba el reloj, 6.30 A.M, todo en orden y todo correcto.
Mientras tomaba su café su cabeza no paraba de planificar lo que sería las comidas de toda la semana y las apuntaba en su agenda, iba planificando cada día a cada hora. Para las 7.15 A.M ya había desayunado y se disponía a ponerse la ropa de trabajo y salir hacia la oficina, allí estaría hasta las 2.00 P.M, hora de comer.
La tarde la tenía completa, debería recoger la cocina, poner una lavadora y a las 4.00 P.M había quedado con Susana para tomar algo en la cafetería del barrio, tenia una hora y media, porque a las 5.00 P.M le tocaba hacer su sesión de yoga. Cuando llegó a casa una llamada inesperada justo antes de la hora de su ducha. Era él la invitaba a pasar el fin de semana en una escapada en algún lugar lejos de casa. Para ella era imposible, no podía tenía la agenda llena, y este tipo de cosas imprevistas le descolocaba su cabeza, finalmente le dijo que no, no iría. A las 9,00 P.M hora de la cena, salmón y verduras, no era de sus favoritas pero entraba en el plan nutricional para perder esos dos kilos de más que le sobraban. Su cabeza no dejaba de repasar la agenda, comidas para toda la semana, todas las citas y fin de semana completo. Tenía que limpiar el trastero, limpiar los cristales de las ventanas de su casa, y cambiar el armario, entraba ya el verano y necesitaba guardar la ropa de abrigo y comenzar a salir los vestidos. No es tan importante pero si no lo hago, se me acumulará para la semana que viene, y no puedo irme a esa escapada, aunque es lo que me apetecería pero no entraba en mis planes. Aquella noche no podía dormir, aparte de pensar en cada cosa que tenía que hacer a cada hora y que nada se descuadrase pensaba en esa escapada, en por qué no era capaz de dejar esa manía de tener todo cuadriculado y poder dejarse llevar a veces. Finalmente se durmió.
A la mañana siguiente, sonó el despertador, 6.00 A.M, pero algo raro sucedía en el teléfono móvil decía que era lunes, pero no podía ser, era martes, ¡vaya cosa más extraña! se habrá desconfigurado el teléfono pensó. Se dispuso a ir al baño, hizo pis y se montó en la báscula, el mismo peso, doscientos gramos menos que el domingo, entre lunes y martes no había perdido nada. Calentó el café, hizo las tostadas y reviso su agenda.
Cuando llegó a la oficina no lo podía creer, todos le saludaban y le preguntaban si había pasado un buen fin de semana, ella estaba desconcertada, todo eso ya había pasado ayer ¿qué estaba pasando? Reviso de nuevo la fecha de hoy en el ordenador del trabajo, de nuevo era lunes, ¡no podía ser! A las 4.00 P.M fue a la cafetería y allí estaba Susana, comenzó contándole todo lo que le había contado el día anterior, ¿pero qué estaba pasando? ella igualmente la escuchó como si nada. Se dispusó a ir a su clase de yoga, y comprobó de nuevo que esa clase era la misma que había vivido el día anterior. Bastante aturdida llegó a casa y sonó el teléfono, era él, invitándola a pasar aquella escapada, esta vez dudó pero aún así le dijo que no que ya tenía ocupado el fin de semana y que ya sabe como es ella, no puede saltarse la agenda, lo ya planificado.
Aquella noche no comió el salmón, ya que al abrir la nevera y verlo allí le pareció increíble que estuviese, cuando ella perfectamente recordaba haberlo comido el día anterior. Se metió en la cama, esta vez no podía dormir pensando en como podía ser que había vivido el mismo día dos veces, ¿qué signficaba todo esto?
Sonó el despetador, eran las 6.00 A.M de la mañana, y de nuevo lunes.
