Un accidente impredecible
Luego de alargar disimuladamente sus supuestas vacaciones, Mark se había ganado la confianza de varios de los lugareños encargados de buscar la leña para cocinar. En ciertas ocasiones bromeaba con ellos, entendió poco a poco el humor característico que tenían, pero también comprendió los temas delicados que debía evadir para no incomodar a los demás. A pesar de haber permitido la entrada de los turistas y modernizado ciertos aspectos de su economía, los Worua aun estaban rehaceos a permitir que la tecnología invadiera sus procesos cotidianos. Aquellas herramientas especializadas que usaban afuera, no eran muy bien vistas por ellos, pues el trabajo manual arduo, eficiente y con objetivos colectivos era bien remunerado espiritualmente según sus creencias religiosas.
La ganas de decir cuán fácil seria derribar un árbol usando una sierra eléctrica debían ser suprimidas. Paulatinamente Mark fue disfrutando del proceso, sin quejarse en su mente de lo arduo que era trabajar en esas condiciones. Otro de los temas que debía evitar era la existencia del chamán como figura social. Para ellos esto no era más que un tema del pasado, con gran importancia sentimental pero poco pragmático para el presente. De ningún modo iban a decir de una vez que habían estado escondiendo al chamán de todos los visitantes.
Simplemente no podía permitirse evitar este tema, pues era su objetivo principal, el de él y su difundo profesor. Sutilmente fue abordando estos temas con los más allegados. Nunca recibió una mala respuesta pero se dio cuenta de que le estaban ocultando algo y que sin importar lo bien que lo trataran eran muy difícil que revelaran los secretos de su comunidad. Tendría que armarse de paciencia y seguir ganándose su confianza poco a poco. Con las manos llenas cayos y la espalda con muchas marcas hechas por las ramas de los árboles, Mark se preparó para otro día de búsqueda de leña.
En uno de esos días de rutina en los cuales debían derribar una buena cantidad de árboles para el suministro de los fines de semana, ocurrió algo que nadie pudo predecir. Uno de los leñadores comenzó a cortar un árbol que estaba peligrosamente cerca del lugar de juegos de un grupo de no más 4 niños. El denso follaje de la selva no le permitía verlos desde la posición en la que estaba. El sonido tajante del hacha que utilizaba se imponía ante las risas y gritos de los niños buscando un momento de diversión alejados del pueblo. De igual manera, estaban tan entretenidos en sus fantasías que muy poco les dieron importancia a los hombres que estaban trabajando.
Nadie más se dio cuenta de la situación y árbol finalmente cayó al suelo. De un momento a otro la atmosfera de trabajo al aire libre se destruyo cuando escucharon los gritos de una pequeña niña atrapada por el gran tronco. No podía moverse, su pierna izquierda estaba debajo y el dolor del golpe podía sentirse con tan solo mirarla directamente a los ojos. Todos los hombres corrieron a socorrerla mientras los otros niños decidían si quedarse viendo atónitos tan dolorosa escena o ir corriendo a avisarles a sus madres acerca de lo que había sucedido. Uno de ellos tomo la iniciativa y fue corriendo al pequeño caserío para avisarle a la madre de la niña sobre el accidente. Los otros se quedaron viendo detrás de la multitud de hombres que intentaba a como diera lugar quitar el tronco de la pierna de la pobre niña. Mark por su parte ayudo como todos los demás, sintiéndose inmensamente culpable por no haberse dado cuenta de que esto podía suceder. En realidad fue culpa de todos, de los hombres que no vieron a los niños jugar cerca de ellos, de sus padres que no estuvieron pendientes del lugar escogido por sus hijos para jugar, y de ellos mismos los cuales a pesar de haber visto a los leñadores se dejaron llevar por la diversión del momento. Aunque claro está, los niños eran los menos culpables, los más inocentes, y ahora una de ellos, la más perjudicada.
Una vez retiraron el tronco del lugar, la niña quedo inmóvil en el suelo debido al dolor del golpe. Se podía escuchar los pasos de otras personas provenientes del caserío aproximándose al lugar, Mark intuía que podían ser los padres o allegados de la víctima. Los leñadores se apresuraron por llevar a la niña sobre un trozo de tela que tenían disponible. Mark rápidamente intervino y trato de aplicar algunos de los conocimientos de anatomía y primeros auxilios que había adquirido en la universidad mientras avanzaba en la carrera de antropología y otros cursos adicionales. Buscó un trozo de madera aproximadamente tan largo como la pierna de la niña. Intuía profundamente que luego de tal golpe era muy probable que tuviese algún hueso roto, por lo que inmovilizar la pierna de inmediato no solo iba a evitar una gran cantidad de dolor a la chica, sino también evitaba mayores desviaciones en los huevos afectados.
Rápidamente y con ayuda de sus compañeros amarraron el trozo de madera con ramas suaves pero largas. Luego de eso pudieron trasladarla al pueblo para ayudarla entre toda la comunidad. En este momento el pueblo no había estado siendo visitado por muchos turistas, no era la temporada para ellos, por lo que podían tratar este inconveniente sin la imprudente mirada de los turistas curiosos. Aunque Mark seguía, gran parte de ellos ignoraba que él era un turista en ese momento.
Gracias por leer.
English Version:
An unpredictable accident
After secretly prolonging his supposed vacation, Mark had gained the trust of several of the locals in charge of finding the firewood for cooking. On certain occasions he joked with them, little by little he understood their characteristic humor, but he also understood the delicate subjects he had to avoid in order not to bother the others. Despite having allowed tourists to enter and modernized certain aspects of their economy, the Worua were still reluctant to allow technology to invade their daily processes. Those specialized tools that they used outside were not very well seen by them, since hard and efficient manual work with collective objectives was well paid spiritually according to their religious beliefs.
The desire to say how easy it would be to cut down a tree using an electric saw had to be suppressed. Gradually Mark began to enjoy the process, without complaining in his mind about how hard it was to work under those conditions. Another issue he had to avoid was the existence of the shaman as a social figure. For them this was just a topic from the past, with great sentimental importance but little pragmatic for the present. In no way were they going to say at once that they had been hiding the shaman from all visitors.
They simply could not afford to avoid this subject, as it was their main objective, his and his diffuse teacher's. He subtly went about these matters with those closest to him. He never received a bad response but he realized that they were hiding something from him and that no matter how well they treated him, it was very difficult for them to reveal the secrets of their community. He would have to be patient and continue to gain their trust little by little. With his hands full of cays and his back covered with many marks made by tree branches, Mark prepared for another day of searching for firewood.
On one of those routine days when they had to cut down a lot of trees for the weekend supply, something happened that nobody could predict. One of the woodcutters began cutting down a tree that was dangerously close to the playground of a group of no more than 4 children. The dense foliage of the forest did not allow him to see them from the position he was in. The sharp sound of the axe he was using was imposed by the laughter and shouts of the children looking for a moment of fun away from the village. Likewise, they were so entertained in their fantasies that they gave little importance to the men who were working.
No one else noticed the situation and the tree finally fell to the ground. From one moment to the next the atmosphere of working outdoors was destroyed when they heard the screams of a little girl trapped by the big trunk. She could not move, her left leg was underneath and the pain of the blow could be felt just by looking directly into her eyes. All the men rushed to her aid while the other children decided whether to stand by and watch such a painful scene or to run and tell their mothers what had happened. One of them took the initiative and ran to the small village to warn the girl's mother about the accident. The others stayed behind the crowd of men who tried to remove the trunk of the poor girl's leg. Mark helped like everyone else, feeling immensely guilty for not realizing that this could happen. It was really everyone's fault, the men who didn't see the children playing near them, their parents who didn't pay attention to the place their children chose to play, and themselves who, in spite of having seen the woodcutters, let themselves be carried away by the fun of the moment. Although it is clear, the children were the least guilty, the most innocent, and now one of them, the most damaged.
Once the trunk was removed, the girl was left motionless on the ground due to the pain of the blow. You could hear the footsteps of other people coming from the farmhouse, Mark sensed that they could be the parents or relatives of the victim. The woodcutters rushed to carry the girl on a piece of cloth they had available. Mark quickly intervened and tried to apply some of the knowledge of anatomy and first aid that he had acquired in college while pursuing anthropology and other additional courses. He looked for a piece of wood about as long as the girl's leg. He had a strong feeling that after such a blow there was a good chance she would have some broken bones, so immobilizing the leg immediately would not only prevent a great deal of pain to the girl, but also avoid further deviation in the affected eggs.
Quickly and with the help of their companions they tied the piece of wood with soft but long branches. After that they were able to move her to the village to help her among the whole community. At this time the village had not been visited by many tourists, it was not the season for them, so they could deal with this inconvenience without the reckless eye of curious tourists. Although Mark was still around, many of them were unaware that he was a tourist at the time.
Thank you for reading.
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